EL PP VASCO BAJO EL 155 DE CASADO
FERNANDO LÓPEZ AGUDÍN
La tentativa de un
Partido Popular dirigido desde Vitoria ha sido liquidada desde el Partido
Popular de Madrid con un 155 que subordina a los vascos a las directrices de
los madrileños. La finalidad de esta súbita intervención se desvela con la
personalidad del interventor designado para imponer un férreo orden en el PP de
Euskadi. Nadie mejor que un buen acordeonista, como Carlos Iturgaiz, para poder
sintonizarlo con la partitura de Pablo Casado en todas las autonomías, tendente
a recuperar el modelo de Estado preconstitucional donde Madrid era el kilómetro
cero de toda la política española. A ello van y hacia ello nos llevarán, si
Pedro Sánchez no logra cortar hoy el nudo corredizo de la soga involucionista
con la que se intenta colgar al Estado de las Autonomías.
Ese buen y sensato
político que es Alfonso Alonso paga con su cabeza el no haberla embestido
contra el PNV a la vez que mantener relaciones correctas con el nacionalismo
vasco. Pecado mortal para el PP de Madrid en la medida que rompe la actual línea
de confrontación que mantienen con el nacionalismo catalán. Se impone, pues,
homogeneizar hoy la estrategia de los populares. El choque de trenes con el
nacionalismo catalán exige el choque de trenes con el nacionalismo vasco aun
cuando el Lehendakari Iñigo Urkullu se sitúe en las antípodas políticas del
president Torra. No se olvide que el padre político de Iturgaiz, Mayor Oreja,
viene sosteniendo hace tiempo que el proces catalán es un éxito de ETA.
Estrategia que
pasa, lógicamente, por incluir los escombros de Ciudadanos, partido extraportín
del PP, como una fuerza política vasca más cuando es perfectamente desconocida
en Euskadi. Aunque sí son conocidas sus ideas sobre el Concierto vasco y su
propuesta artera de cargárselo a través de una interpretación retorcida del
Cupo. No les va a reportar ni un solo voto vasco, pero sí les va a proporcionar
la imagen mediática catalana que buscan: un par de partidos estatales
denunciando a los partidos vascos como si fueran émulos de los catalanes. Para
poder vender bien el estereotipo de la ruptura del Estado Español les es
necesario crear artificialmente un clima catalán en Euskadi. Ya no hay
nacionalismo bueno, PNV, y malo, Esquerra Republicana y Juntos por Cataluña,
sino que todo nacionalismo es malo menos el español.
La actual
transferencia de las competencias sobre la política penitenciaria a Euskadi,
que afectará a presos etarras, con el ejercicio simultáneo de las mismas
competencias hoy por la Generalitat, que afecta ya a varios presos
soberanistas, va a ser usada como ariete contra los gobiernos vascos y catalán.
Mezclando antiguos terroristas, diez años después del final de ETA, con
políticos catalanes, será una melodía constante de Pablo Casado e Inés
Arrimadas con el objetivo de envenenar las relaciones entre los pueblos que
configuran España. Si a ello sumamos los tambores de guerra contra la gestión
de la Seguridad Social por el Gobierno vasco, aplazada a finales de 2021, cabe
ver el contexto que rodeará la Mesa del Diálogo sobre Cataluña.
Solo con esta
imagen virtual podría Pablo Casado lograr que los 1.637.540 electores que
votaron a Ciudadanos el 11 de noviembre, casi un 7% de los votos, se trasvasen
al Partido Popular. En aquellas urnas los dos millones perdidos por la pareja
Rivera-Arrimadas no fueron al PSOE como esperaba Pedro Sánchez, que entonces se
vio obligado a aceptar el firme ultimátum de la izquierda populista, sino que
muchos se refugiaron en Vox ¿por qué Casado no va recogerlos? Esa imagen de las
provincias traidoras–denominación oficial de Cataluña, Guipúzkoa y Vizcaya
hasta 1959– es la apuesta del Partido Popular para recuperar mucho voto
prestado a Ciudadanos y a Vox.
Las prisas con las
que ha sido decapitado Alfonso Alonso provienen de la posibilidad de que Pedro
Sánchez pueda verse sin el apoyo de Esquerra Republicana en la votación de los
Presupuestos y no tenga más opción que la de volver a abrir las urnas. Porque
si el PP no atara hoy a Ciudadanos como lo ha atado, correría el peligro de
verlo mañana atado al PSOE. Cortada esta posibilidad, la precariedad y
fragilidad del Gobierno Sánchez es hoy mucho mayor puesto que depende bastante
más que ayer del voto de los republicanos justo cuando la Mesa del Diálogo va
decidir tanto sobre el futuro de la consulta a los catalanes como sobre el
futuro muy incierto de la XIV Legislatura. Este 155 sobre el Partido Popular
vasco persigue la reedición aumentada del 155 sobre la Generalitat como
instrumento para volver a la Moncloa.
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