miércoles, 26 de febrero de 2020

UNA MALDICIÓN BÍBLICA


UNA MALDICIÓN BÍBLICA
ANA SHARIFE
Parece una maldición bíblica. Una tormenta del polvo rojo llegado del Sáhara convierte el paisaje canario en una estampa lunar. La calima se traga a las islas y los incendios la asedian. Se registra un terremoto en El Hierro y una supuesta plaga de langostas procedente del cuerno de África nos invade. Como en las guerras, se cierran los cielos y los mares, y se cancela el Carnaval, que es como anularle a un sevillano la madrugá.

Cuando parecía que salíamos de la pesadilla, este lunes los canarios nos acostábamos con una alerta del Ministerio de Sanidad. Un ciudadano italiano ha dado positivo en la prueba realizada en un hospital de Tenerife y Canarias activa el protocolo por coronavirus. La italiana es la comunidad extranjera más numerosa en Canarias, con el 17,5% de los 259.791 residentes foráneos registrados, y unos cuatros millones de turistas italianos nos visitan cada año, según datos del Istituto Nazionale di Statistica. Por tanto, era de esperar.


Seguimos sin poder respirar bien. El polvo en suspensión, sin precedentes en la historia de Canarias, disparaba el medidor World Air Quality Index, marcando este domingo, 23, un pico mundial de contaminación excepcionalmente “muy peligroso” para la salud de las personas. La calima viene acompañada de una alta concentración de tóxicos procedentes de las centrales térmicas, las petroquímicas y la minería de países vecinos como Argelia y Marruecos, y en menor medida, Túnez.

La situación geográfica del Archipiélago y sus características ambientales provocan que el número de enfermos de asma en Canarias triplique a la del resto del país y se sitúe como una de las más elevadas en el continente europeo. Afecta al 15% de la población, según datos del estudio European Comunity Respiratory Health Survey. Con este índice se puede hablar, por tanto, de unos 330.000 isleños. Hasta que no llueva, el polvo sigue entrando por las vías respiratorias, llega a los bronquios y ocasiona, en muchos casos, procesos inflamatorios.

La distancia del Archipiélago con África continental es muy pequeña, de tan sólo 95 kilómetros en el punto más próximo (Fuerteventura), si se compara con la que lo separa de las tierras europeas, 1.400 kilómetros. Somos África, sus habitantes conservan el rastro del genoma amazig, aunque social, política y culturalmente seamos occidentales, a medio camino entre Europa y Latinoamérica. Esa es nuestra realidad. Nuestra bendición y nuestra desventura.

La italiana es la comunidad extranjera más numerosa en Canarias, con el 17,5% de los 259.791 residentes foráneos registrados

Las imágenes de Canarias en color sepia se van disipando. Tan parecidas a las que guardan nuestros abuelos, cuando las islas eran poco pobladas o fueron destinados a combatir en Sidi Ifni. Una colonia española, fundada en la costa atlántica de Marruecos en 1934, que mantuvo cierto espejismo imperial hasta que el régimen de Franco fue obligado a devolverlo a Marruecos en 1969. Ese mismo sentimiento de colonia y región ultraperiférica de la Unión Europea invade al isleño cada vez que se enfrenta a una tragedia.

Las calles siguen casi desiertas. El Gobierno canario advierte del peligro de los desplazamientos. Los escasos ciudadanos que salen lo hacen con la mascarilla protectora del coronavirus. Delante de mí, un padre y su hijo caminan de la mano como en el desierto post-apocalíptico de aquel film en el que Viggo MortensenKodi lucha por la supervivencia en un mundo convertido en un páramo.

Atrapados y aislados

Canarias permanece en alerta. Ante la propagación del coronavirus qué medidas de restricción se aplicarán en las vías de entrada a las islas, nos preguntamos. ¿Habrá controles en los puertos y aeropuertos?, ¿se limitará el tránsito?, ¿se tomará la temperatura a los viajeros? La población espera un plan de contingencia.

No sólo eso. Los isleños toman conciencia de los problemas a los que se enfrentan en caso de tragedia. Hemos abandonado el campo, la agricultura y, ante cualquier crisis energética, las islas se verían muy limitadas para conseguir alimentos y en algunas de ellas incluso para obtener agua, al proceder principalmente de desaladoras y potabilizadoras.

Atrapados y aislados. Con los siete aeropuertos cerrados, más de 14.000 personas permanecían a la espera en sus terminales. El empeoramiento de la meteorología cerraba el tráfico aéreo hacia los aeropuertos del archipiélago, los vuelos interinsulares quedaban suspendidos y los aviones en ruta eran desviados a destinos alternativos.

Canarias se enfrenta al reto de abordar una inteligente gestión del paisaje rural. Es necesario que la población se responsabilice de sus propiedades privadas, que apueste por las energías limpias y que opte por productos de la tierra.

Nos lo advirtieron el pasado mes de agosto, cuando el fuego calcinó en poco tiempo más de 12.000 hectáreas de terreno de gran riqueza medioambiental en el corazón de Gran Canaria. La isla es uno de los lugares de Europa “más complicados para ser defendido de las llamas”, señalaba David Ramírez, decano territorial de las Islas Canarias del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales.

A pesar del despliegue de dotaciones de bomberos, y el continuo refuerzo de la Unidad Militar de Emergencias trabajando estos días en las áreas de extinción, las circunstancias orográficas y meteorológicas de las islas no ayudan, los vientos alisios y las peligrosas corrientes de aire y turbulencias cambian caprichosamente de dirección, con lo que los medios aéreos no siempre se pueden sumar a las labores de extinción.

Pese a que los primeros elementos apuntan a que tras la génesis del fuego se encuentra una quema de rastrojos, los factores reales son la despoblación, el abandono de la actividad rural, la no explotación de los productos forestales, las parcelas agrícolas desatendidas, el descuido de los campos y bosques.

Nos los advirtió el decano de ingenieros forestales: “Si seguimos así, los incendios serán cada vez más monstruosos. Hay que potenciar de una vez el triángulo rural: agrícola, ganadero y forestal”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario