¡VIVA CHILLIDA Y MUERA LA
CULTURA CANARIA!
POR VÍCTOR RAMÍREZ
Está el Viejo
Maestro encochinado últimamente, y se lo hago notar con cierta prevención.
Entonces, tras sonreír forzado, me confiesa que suelen deprimirlo todas las
fiestas ostentosamente oficializadas, "en especial los festejeríos
navideños, muchacho".
Antes nos había
dicho que "En la colonial política de la confusión ignorantadora que
continuamos soportando los indefensos canarios, uno, con el alma aún no
encallecida del todo, tiene que soportar institucionalizados insultos
como el Lady (¡qué vergüenza este papanático tratamiento,
muchachos!) Harimaguada ese que nos hiere los ojos del espíritu cuando venimos
del prostituido sur de nuestra isla: lo que no obsta para que continúe yo
manteniendo, en general, mi respeto crítico hacia parte de la escultórica de
Martín Chirino, como hacia otros que tienen obras que también me repelen".
Ahora,
insistiéndose sañudamente con esa colonial política de la aniquilación total de
nuestro espíritu colectivo, se nos quiere hacer colar como grandiosidad, como inmensurable
beneficio social para Canarias, esa agresión metropolitana contra Tindaya,
"y sin importar que haya sido lugar sagrado entre los antepasados
mahoreros, y sin respetarse que sea espacio natural protegido".
Y me importa muy
mucho que el proyecto del escultor Chillida sea, en verdad, maravilloso, que se
convierta a Tindaya en una auténtica obra de arte. Pero más me importa que va
el respetable -supongo- artista vasco a intervenir en una colonia
aprovechándose del inmisericorde poderío metropolitano español.
¿Por qué no llena
de bombillos coloreados o de adornadores hierros retorcidos al árbol de Gernika
y luego instala bochinches y kioscos con suvenires para que los turistas
visitantes hagan gasto y mejoren la economía de Euskadi?" (Había una tristeza
sorda, cruel, en las palabras del Viejo Maestro).
Después de leer Los
españoles y los euskaldunes ya no puedo pensar igual que antes sobre Euskal
Herria, ni entenderé al pie de la letra cuanto lea, oiga e incluso vea
televisivamente las noticias españolas sobre Euskadi.
"Por eso más
me duele que sea precisamente un vasco quien se preste a ser partícipe
principal de este oprobio contra nuestro pueblo -pueblo que existe, por más
sorroballado que se encuentre".
Podrá el señor
Chillida no cobrar una peseta por su -tampoco lo dudaremos- tremendo trabajo
arquitectónico; mas habrá otros que sí cobren, parásita y copiosamente. Podrá
el señor Chillida sentir el respetable y vehemente anhelo de realizar la magna
obra de su vida en la sagrada y prostituida Tindaya (¿qué decir de todo el
dineral que ésta ha proporcionado a sus y
hasta ahora?).
Mas debe saber el
prestigioso escultor vasco que la va a realizar colonizadoramente, como godo
abusador, y que su obra no puede ser más que otra abusiva acción metropolitana
aprovechándose de nuestra total indefensión. Como
vasco que es, el señor Chillida debe esperar a que seamos un país
independiente; y si no puede realizar su violador trabajo artístico, que no lo
realice. El señor Chillida debe saber que, mientras los malditos poderes
esbirriles se vuelcan en su magna y sospechosa "obra", el Museo
Canario -por ejemplo y si no se le pone rápido remedio- continuará corriendo el
riesgo de incluso desaparecer por falta de riego económico.
El señor Chillida
tiene que saber, pues es vasco, que su vehemencia creadora está siendo
utilizada contra un pueblo desconscienciado, contra un pueblo condenado a la
esclavitud intelectual, contra un pueblo que sólo progresa en miseria moral.
Debe saber que
ahora, y aprovechándose de su comprensible vanidad artística, persisten los
políticos y demás notorios canarios colaborando traidoramente con un poderío
metropolitano inmisericorde y abusón
("Los
opositores de Famara denuncian que se les disparó -con armas de matar- en la
última concentración" leí el pasado día 25 de diciembre en uno de los
periódicos). Pero ahora también seguimos habiendo canarios que no nos hemos
rendidos, que continuamos pugnando pacíficos por la soberanía dignificadora de
nuestra Patria. Y, mientras haya canarios insumisos, la conquista no concluirá,
la independencia será factible. No estamos conquistados; estamos sometidos, que
no es lo mismo, sí…
¡Benditos sean
quienes han mantenido y mantienen encendida la llama de la rebeldía libertaria,
y malditos sean quienes colaboran codiciosos y traidores en la aniquilación de
nuestro espíritu colectivo!
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