LA ESENCIA DE LA POESÍA EN ANDRÉ CRUCHAGA
ROSARIO
VALCARCEL
Un camino
define al poeta salvadoreño, André Cruchaga: la esencia de la poesía, el valor
del arte, la creatividad y la vida.
Los destinos del hombre pertenecen más a los territorios del misterio que a los de la razón y quizás por ello, Cruchaga no quiere escapar de su hado y se jubila de la docencia después de compartir con sus alumnos muchos de sus secretos de poeta. Se dedica a explorar los gozosos infiernos del despojamiento y a disfrutar a tiempo completo del universo lírico. Y trabaja y trabaja cada palabra como si la suerte del mundo estuviera en juego, lo cual es, probablemente, la única manera sensata de hacerlo.
André Cruchaga Nace en 1957 en El Salvador. Docente, gestor
educativo y, sobre todo humanista, inicia su carrera literaria por allá por la
década de los setenta y comienza a publicar en los ochenta. A partir de ese
momento, con una energía en continua evolución y belleza, mantiene una
incesante actividad creativa, busca musas y savias, se impone un método
y, sin descanso avanza de una forma torrencial y desbordante con el implacable
impulso de un sueño.
Y a
pesar de que la humanidad atraviesa una pandemia global, que vivimos un momento
convulso, que el hombre actual oscila entre el sufrimiento y el aburrimiento,
entre el dolor y el miedo. A pesar de que todo atenta contra la armonía
necesaria, Cruchaga nos da la oportunidad del hechizo de la poesía, nos expresa
con intensidad nuestra época, el enorme vacío que vivimos. Y da fe de ese
sujeto que somos y con cuya presencia formamos parte de la Naturaleza:
…Si alguna vez vuelvo a agonizar que no
sea entre espinas / Sino en una nube profunda de semillas. / O sobre el verde
de tu carne/ De relámpagos. En el confín sería la misma sed. / Hube de existir
en la dura luz del escarmiento. / Para entender el misterio de la vida, hube de
masticar el luto…
Muchos
de sus versos arrancan de la vida misma, de la experiencia y la memoria, la
confesión. Otros emanan de la melancolía, en la certeza de la pérdida y la
fugacidad del tiempo.
Se detiene
en las aguas del recuerdo como en el poema Con
el paso de los años:
Uno siempre sueña con ciertas lejanías:
/El otoño cayendo en Central Park, / O las velas de intrépidos navegantes/ en
el Columbia River de Portland, / o los brazos del viento para sentir un cuerpo
/ detrás de una mirada de ausencias. / Uno a menudo sufre cuando el atardecer /
se acerca y recuerda los sueños de ayer. / Uno se da cuenta que ya no se es de
aquí ni de allá; / hay una ola de orgasmos cuesta abajo, / lenta, lenta y
absorta como las gaviotas. / Hay un rebaño lánguido de luces / cuando el
invierno hiere las pupilas, / cuando uno piensa en esa chimenea herrumbrosa /
de los sueños imposibles.
También
reflexiona sobre la soledad que nos acompaña, y
nos recuerda uno de los sentidos de la poesía: el silencio, ese silencio que
algunas veces representa una defensa frente a la agresividad exterior y hacia
el olvido del hombre que vivió miles de años pegado a una existencia natural
que desgraciadamente se ha perdido:
Igual al rumor dejado por los difuntos.
/ El silencio desgarra la totalidad del cuerpo: / Es un secreto mortal parecido
al de los amantes / Cuando beben fuertemente las palpitaciones del aliento, /
Hasta caer al fondo del último abismo.
Como
ser humano, André Cruchaga entra en los valores de la vida: el amor, la vida y
la muerte, los sueños y el recuerdo, las visiones. Se compromete con lo
cotidiano y da testimonio de la época en que vive. Crea el poema con una sola
idea y una lógica estructural ordenada y un lenguaje condensado repleto de luz,
símbolos y metáforas, de matices oníricos e impresionismo poético que el poeta
con un esfuerzo intelectual reduce a la mínima expresión:
Entre el aire que descalza / A los
pájaros / La vida y la muerte/ cosas de fondo / El fondo de Dios que adivina. /
El tapiz de los abismos / Sin pensarlo / Hombre a ciegas/ Ave migratoria
haciendo toboganes / Hacia abajo / Hacia arriba / Lo mismo que el horizonte/
Sin nadie en las huellas/ De sus manos/ Claridad en el centro de dos ausencias
/ Espacios espectrales que no ve el ojo / La vida en su funda / La noche en su
mortaja…
Reflexiona
también en torno al amor que consumen tiernamente dos cuerpos en esa especie de
química, en ese juego de atracción. Y crea el poema con voz propia, con la
experiencia y el bagaje de su madurez y el trabajo de experimentación que
domina su obra:
…Atraviesas mi orgullo flameando tan
cercana / que me emociono como si yo fuera algo tuyo, / pulsera de tu mano,
collar de tu garganta, / y lloro contemplando tus pestañas de humo.
André
Cruchaga es un escritor comprometido con la vida y con la escritura, un poeta
que se centra sobre todo en el proceso creador de la palabra, porque él, al
igual que Juan Ramón Jiménez, se aproxima a lo absoluto. Ningún otro quehacer
puede distraerle de su obsesiva creación. Tal vez, porque sabe que la poesía le
permite crear una nueva comprensión del mundo y de los seres humanos.
…Aquí golpeo y golpeo con mis puños la
asfixia / Que me ahoga con su tizne la mirada / Aquí custodio pequeñas cosas en
ruinas / La habitación donde la carne se volvía ciega / La celda del alma magulla
/ El rostro pleno con una humedad de cántaros / El sueño aún vivo aunque mi
mundo se acabe / La llave del paraje donde los ojos guardaban el viento / El
tiempo que me muerde con sus ojos desatinados / La porcelana de la emoción
lloviendo en la sangre…
Ha sido
traducido a una decena de idiomas y ha obtenido una gran repercusión
internacional. Sus poemas cruzan fronteras geográficas, lingüísticas y
culturales. Ha escrito una treintena de libros entre poemarios, antologías,
libros homenajes y trabajos sobre su obra que han aparecido y siguen
apareciendo en el mercado, lo que viene a demostrar el innegable interés que la
obra de André Cruchaga tiene para lectores, estudiosos y críticos. En su
paraíso poético aletean las voces de surrealistas franceses, de Vicente de
Huidrobo, Roque Dalton, Manuel Altolaguirre, Luis Cardoza y Aragón, Jorge Luis
Borges, Gabriela Mistral, Juan Antonio Massone, Luis de Góngora, entre otros.
He
dedicado unos meses a leer la poesía de André Cruchaga, y en esa travesía me ha
conmovido, fascinado e incluso me he interrogado sobre el sentido de la
existencia, porque como sucede con la auténtica literatura la vida se vuelve
más rica y estimulante; y la vida del lector también.
Ensayo
publicado en el libro Morituri Te salutant, homenaje a Cruchaga(junio,2021)
Libro presentado recientemente en Las Palmas de Gran Canaria por Juan Calero,
Héctor José Rodríguez Riverol y Rosario Valcárcel
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario