RAZÓN DE ZOILO AZOR
José Rivero Vivas
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José Rivero Vivas
Razón de Zoilo Azor
Obra: C.12 (a.103)
Preludio
Octubre de 2016
José Rivero Vivas
Razón de Zoilo Azor
Confidencia
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Zoilo Azor es individuo de rica variedad, y, al mismo tiempo, firme en su plante ante la vida. Transparente y leal con su propio código de conducta, exhibe satisfecho su arcano, cual si su mismo contento le rebosara por todas partes, proponiendo a cualquiera su bienestar de inveterado ocioso, velado cantamañanas y roncero dispar.
Mora extraño a su entorno, pese a visitar tiendas, mercados,
exposiciones de diversa índole y asistir a presentación de libros, conciertos,
recitales poéticos, partidos de fútbol y otras modalidades del deporte, cine,
teatro, eventos musicales, de rock, son popular y elitista. Políticamente opone
a populismo el subyacente masterismo –del Master inglés-, que goza de apoyo incondicional y nadie hace
regañiza a su poliédrico calado.
Zoilo Azor es viejo y es niño; es asimismo joven, fuerte y
enclenque; parece listo y tonto, sabio y necio, ignaro y docto, perspicaz y
romo. En suma, carece de aval sobre el cual sustentar las infinitas historias
de su repertorio, presuntamente protagonizadas por sí mismo, salvo aquellas relativas
a crímenes de lesa integridad, incapaz de proporcionar a su enigma una solución
satisfactoria. De aquí que sus aportaciones sean generalmente catalogadas de Hechuras,
y él mismo así pondera las variadas versiones que introduce sobre un tema
manoseado a fuer de repetido. No obstante, el hincapié mostrado a lo largo de
su recopilación de hechos supuestos y versátiles ensoñaciones, contribuye a que
su figura cobre notoriedad en el panorama mundial de los seres que no cuentan a
la hora de hacer balance sobre la nula relevancia histórica de los desposeídos
de la Tierra.
Vulnerable en sus cinco sentidos, Zoilo Azor oyó un prolongado
clamor más allá de la nevada cumbre, de inmarcesible altitud, donde aparte de
claudicar la época de los siete mares sedientos, se abstuvo aquel barquero de
cargar en su bote gente que tratara de cruzar el lago y llegar al vergel de
famosa epopeya; pero fue enorme la decepción sufrida al experimentar en sus
carnes el trato brutal a que eran sometidos por parte de autoridades,
funcionarios y pueblo en general. El mundo entero los miraba con el ceño
fruncido, sin piedad ni conmiseración para su estado, amargo y cansino, tras el
esfuerzo de remar sin descanso en denodado afán de alcanzar la orilla opuesta,
donde esperaban hallar comprensión y consuelo a su desesperada y franca huida
de aquel infierno que vivían por causa de citarse en su país las naciones
amantes de un belicismo anacrónico, abanderado bajo estandarte de paz y
libertad. Pero se fue al traste la oportunidad nunca sida, y ahora se resiente
todo el armazón de falseadas propuestas, levantado a base de tiempo y espacio,
industria y tesón, lo que pone de relieve la nueva comisión asignada a terceros
países, primeros en proximidad a la frontera quebrantada, conforme reza la ley
de quienes imperan en el orbe entero, merced a lo cual es extendido su aserto
al más apartado rincón de esta esfera.
Sin menoscabo que lo conduzca a preterir la instrucción
adquirida a través de la lectura de eminentes autores, así como las gestas
realizadas por héroes y altos dignatarios, colmados de gloria y múltiples
excelencias, Zoilo Azor podrá constatar mañana si esa ilustración fue correcta,
o si la velocidad desarrollada por la nave, utilizada para surcar el espacio
exterior, fue mera fantasía del hacedor de más arte, obsesionado con su idea de
circunvalar el universo, en mimética evolución de quienes en su época rodearon
el globo terráqueo, haciendo caso omiso a quien trató de darle vuelta al mundo
con claro propósito de mejorar la estancia de quienes se encuentran a disgusto
sobre el planeta.
Preso de su propio pensamiento, recientemente le ha dado por
leer unos libros de contenido esotérico, destinados a historiar parte de la
actividad secreta de algunos hombres que, con objeto de no alarmar al gran
público, mantuvieron en silencio sus descubrimientos, aunque se infiere que fue
iniciativa aconsejada por determinadas fuerzas en la sombra, responsables de
guardar el orden y la estabilidad en el orbe entero.
Sumamente impresionado por cuanta nueva intuía, no supo a qué
atenerse respecto de su cometido, voluntariamente impuesto, de trasladar sin
ambages su percepción del affaire consuetudinario al mundo llano, lejos del
saber oculto que unos pocos atesoran, se trate de hombre o mujer, celosos todos
de su recóndito discernimiento. El caso es que, durante su búsqueda, se ha
sentido de pronto mareado, cual si tuviera náuseas –sutil afinidad con Jean
Paul-, y está dispuesto a desistir en su activo deambular a lo largo y ancho de
su ámbito exclusivo, fuente que le ha marcado la idea de permanecer firme en la
misión de señalar, a grandes rasgos, la argucia de considerarse esclavo quien
vive junto al mandamás de la ciudad señera. Considera, al margen de reserva,
que no merece la pena andar con súplicas, en espera de indulgencia por parte de
los sumos sacerdotes de esta taimada ciencia que, en acción diversa y plural,
acomete con grave intensidad a quien osa internarse en las dependencias
oficiales del sublime claustro, ventaja a disfrutar cuando el sol luce
demasiado fuerte y avanza deslumbrando desde el orto hasta su cenit; parece
entonces mantenerse quieto, sin apenas movimiento perceptible, rasgando todo
con sus ardorosos rayos, hasta derretir las ideas, si algún cerebro capta
arrebolado la imagen desdorada de esta quimera.
Con el transcurso de los años Zoilo Azor se ha adaptado al ritmo
respiratorio de quienes vencieron en la contienda y pusieron corona de laurel
sobre las cabezas de sus más destacados guerreros. Ello lo lleva a observar con
tristeza la privación de brecha abierta, no lograda por los soñadores de
pueblos, prestos a capitular ante la operación de inmisericorde asepsia -promovida
a instancia de fatuos adalides-, con destino a mermar el contingente
depauperado, vilmente escarnecido por esta humanidad sufriente, de su mítico
fulgor cautiva.
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José Rivero Vivas
Razón de Zoilo Azor
Obra: C.12 (a.103)
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Tenerife
Islas Canarias
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