jueves, 1 de julio de 2021

GARCÍA EGEA, EL CORTIJERO

 

GARCÍA EGEA, EL CORTIJERO

DAVID BOLLERO

Las advertencias de primeros de mes se han materializado: Unidas Podemos ha denunciado al presidente de Murcia, Fernando López Miras (PP), por su presunta mediación para adelantar una cirugía a un familiar de Teodoro García Egea, secretario general del PP. El escándalo de este trato de favor fue destapado por Infolibre, que llegó a documentar la información con imágenes de los mensajes de móvil que se intercambiaron ambos dirigentes; algo por lo que, en lugar de asumir responsabilidades, García Egea se revolvió como un animal herido y denunció al medio de comunicación. El secretario general del PP, el mismo que acusa al gobierno de defender "a raperos y golpistas" y atacar "a los que trabajan y a la Justicia", parece actuar pasando por encima de la salud de sus compatriotas. Qué no haría estando en el gobierno.

 

Decía García Egea que "cuando uno paga, ya no deja de pagar" y él parece no estar dispuesto a pagar. ¿Por qué contratar un seguro médico privado si se puede tratar a la Sanidad Pública como si fuera un servicio exclusivo para privilegiados? Eso es lo que se desprende de las contrastadas  y documentadas informaciones publicadas por Infolibre, que han terminado por desembocar en los tribunales.

 

La operación se habría producido en el hospital público Virgen de la Arrixaca -el mismo en el que se privó del derecho a abortar derivando a la sanidad privada- y el familiar de García Egea intervenido se habría colado a pacientes con misma patología cardiaca y nivel de urgencia que llevaban más de un mes antes en lista de espera. Ignoro si es por una mera cuestión de amistad, de influencia por ser un superior o porque López Miras debe al secretario general del PP mantener la presidencia de Murcia tras la esperpética moción de censura, pero sea como fuere, asistir a cómo servidores públicos juegan con la salud y el dinero público de los demás es una auténtica aberración.

 

En lugar de satisfacer los caprichos de su jefe en Génova, López Miras haría mejor en resolver los problemas que tiene su Sanidad Pública, como los más de 200 días de lista  de espera que en localidades como Lorca sufren los murcianos para tener cita con el especialista o el nefasto proceso de contratación que se vive de cara al verano: ya no es sólo que, como denuncian los sindicatos, muchas de las bolsas de trabajo lleven más de una década cerradas impidiendo que se inscriban más profesionales sanitarios, es que la utilizada para este verano es la de 2019, sin haber incluido las actualizaciones de 2020. Un despropósito que no sólo perjudica a dichos profesionales, sino a los mismos pacientes.

 

Si López Miras se ocupara y preocupara por cuanto sucede con la Sanidad murciana, más aún tras el escándalo de más de 450 personas de altos cargos y funcionarios de dicha consejería vacunados ilegalmente, quizás no habría sido necesario colar al familiar de García Egea, cuya debilidad por los enchufes ha quedado al descubierto. Y es que quien enchufa una vez, seguramente viene haciéndolo en otros ámbitos con más frecuencia porque se trata de un modo de entender la vida, de asumirlo como un beneficio que va con el cargo.

 

El modo en que el lenguaraz García Egea ha actuado -y la sumisión al respecto de López Miras-, según las informaciones aparecidas, ha de poner en guardia ante qué haría con más poder. Imaginen las prebendas que asumiría como propias el secretario general del PP si estuviera en el gobierno; quizás y como ha sucedido en otros casos, cómo conseguiría que llovieran las ilegalidades que le benefician a uno sin que éste ni siquiera parezca tener conocimiento de ello... qué cosas.

 

Hacen faltas más personas honestas que, al detectar prácticas tan deleznables como éstas, se nieguen y denuncien antes de que se produzcan, abandonar esa odiosa idea de que cualquiera en la posición de García Egea (y su familiar) haría lo mismo.  En definitiva y tirando del imaginario popular, desterrar de una vez por todas esa tendencia de ciertos políticos a tratar lo público como su propio cortijo.


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