JOE BIDEN Y LA NUEVA REVOLUCIÓN
DE COLORES EN CUBA
GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ
Las recientes asonadas populares en Cuba serían la punta del iceberg de la nueva Revolución de Colores impulsada por la CIA, pues el objetivo último de EEUU sería tras conseguir el desabastecimiento total de petróleo, alimentos e insumos sanitarios vitales será hacer tambalear el actual status quo de la Isla. Así, el anacrónico Bloqueo de Estados Unidos contra Cuba instaurado por Kennedy en 1962 aunado con la irrupción de la pandemia del coronavirus habría abocado al pueblo cubano a una asfixia económica sin precedentes desde la crisis vivida en el llamado “período especial” de inicios de los 90.
Los cambios
propuestos por la Administración Trump tenían la intención de aumentar las regulaciones
y la supervisión para dificultar a las empresas estadounidenses rubricar
acuerdos con Cuba y que los ciudadanos estadounidenses continúen viajando al
país. Estas decisiones fueron fruto de la extenuante presión de los destacados
representantes cubanoamericanos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, ambos
republicanos. Según un estudio realizado por Engage Cuba, la nueva política “le
costaría 6.600 millones de dólares a la economía estadounidense y afectaría
12.295 empleos durante el primer mandato de Trump”. Por su parte, el
exvicepresidente Mike Pence anunció la implementación de nuevas medidas contra
dos compañías que transportan crudo venezolano hasta Cuba así como contra los
34 buques que utiliza PDVSA para tal cometido, con el objetivo confeso de
provocar la “asfixia energética de Cuba” mediante la amputación del cordón
umbilical que unen a Venezuela y Cuba, siguiendo la teoría kentiana del “palo y
la zanahoria”, expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica
para la Política Mundial Norteamericana” (1949) y como traca de despedida,
Trump volvió a incluir a Cuba en la lista de “Estados Patrocinadores del
Terrorismo” hasta completar la cifra récord de 243 sanciones contra la Isla.
El objetivo confeso
de EEUU era que la Isla se viera abocada a una asfixia de resultados
imprevisibles tras el hundimiento del turismo provocado por la irrupción en la
Isla de la pandemia del coronavirus y en el paroxismo de la insolidaridad, EEUU
bloqueó las compras y entregas de mascarillas, jeringas, ventiladores
pulmonares y demás insumos sanitarios básicos para el tratamiento de pacientes
con Covid-19, pues el objetivo último de EEUU sería conseguir el
desabastecimiento total de petróleo, alimentos e insumos sanitarios vitales
para hacer tambalear el actual status quo de la Isla.
Así, a pesar de las
esperanzadoras declaraciones de Joe Biden sobre su intención de reconducir las
relaciones con Cuba, en una entrevista concedida a la CNN, el asesor de Joe
Biden para América Latina, el colombiano Juan González , descartó un nuevo
deshielo con Cuba y aseguró que “Joe Biden no es Barack Obama en la política
hacia la Isla” al tiempo que añadió que “el momento político ha cambiado de
forma importante”. Dichas afirmaciones se habrían visto corroboradas con el apoyo
expreso de Biden a las recientes asonadas populares que serían la punta del
iceberg de la nueva Revolución de Colores impulsada por la CIA al declarar que
“nos unimos al pueblo cubano y a su clamoroso llamado por la libertad”. Sin
embargo, el mantenimiento del embargo contra Cuba podría generar un vacío de
resultados imprevisibles en plena Guerra Fría 2.0 entre EEUU y Rusia que podría
terminar por dibujar una nueva cartografía geopolítica en el Caribe pues tras
la decisión de Biden de continuar con el endemismo del Bloqueo, podríamos
asistir a un acercamiento geopolítico de Cuba y Rusia que incluiría ayuda
económica así como la apertura urgente de un canal aéreo y marítimo de
abastecimiento de insumos básicos para satisfacer las necesidades vitales del pueblo
cubano.
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