¡VÍCTOR ZAVALA, NACIDO PARA VENCER!!!
POR MAITÉ CAMPILLO
Alguien
está llorando,
lamentándose
tardíamente
de la
estrategia del avance lento
¡Tras
las huellas de los héroes nacidos para vencer!!!
Nuestra lucha histórica está llena de volcanes creativos e inteligentes, de combatientes férreos y seguros. Perú fue uno de esos centros del planeta de reproducción de centenares de combatientes, como en Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Nicaragua, El Salvador… Una jornada particular nos aguarda con Víctor Zavala, el que desde niño se convirtió en un luchador, con una pedagogía ejemplar en las aulas de la universidad, en los centros de estudio y trincheras capaces de hacer posible el sueño de clase esperado, encuadrado en una lucha a muerte contra la intolerancia autoritaria que produce los
mecanismos de represión física, psicológica y de provocación más abominable; el fascismo como religión, como iglesia, como mentalidad que invade la esfera social y determina las ideas, dividiendo e imponiendo postulados de clase antagónicos, enmascarando la personalidad ideológica y política de una clase contra otra aplastando a los que de ella salen lúcidos y críticos, tergiversando su conducta convirtiendo sus vidas a la desesperada imponiendo una resistencia entre la vida y la muerte. A las nuevas generaciones de hoy, a los que nunca han dejado de luchar, que vivimos en una sociedad ‘democrática’ dicen, social y políticamente ‘avanzada’ nos cuentan, nos corresponde preguntarnos -si aquellos años vividos por nuestros padres y abuelos o por compañerxs en el mundo como Víctor- si aquellos engaños y aquella intolerancia se han acabado, si el derecho a la propia dignidad le es reconocido en la misma medida a <<hombres>> a <<mujeres>> a <<diferentes>> a un paria a un desempleadx -habiendo entregado años de sudor y lucha- como a un rey o cacique, y. si todas las libertades se respetan por igual o carecemos realmente de ellas, preguntarnos qué es, qué significa la palabra LIBERTAD, habría que dejar de pelear por el profundo fondo que abarca su nombre, y, por qué nosotrxs pertenecientes a una nueva generación, íbamos a permanecer indiferentes al ejemplo heroico de miles y millones en el mundo de combatientes que justamente reclamaban su libertad?.
Jornada particular
de cuando la vida se ensalzó a puño limpio entre estandartes reivindicativos y
actos de justicia contra la furia intolerante, con un combatiente creador
incansable en el gran teatro de la guerra popular, que no dudó sumarse al
movimiento revolucionario peruano asumiendo el costo de la lucha. Prisionero de
guerra por 25 años seguidos, más otro año de castigo anterior a la larga
condena. Un combatiente que atravesó el vil genocidio fujimorista de 1992
estando dentro del penal, del que sobrevivió, por no ser reconocido tal era la
represión desfigurar física y psíquicamente a torturas, matanza indiscriminada
dentro del penal en la que fueron asesinadxs decenas de presos políticos (léase
el anterior artículo ‘Teatro Campesino, dignidad histórica de Víctor Zavala’).
Provocación en plan de exterminio; eslabón de luchas, y referente de la década
de los 70 y 80, donde Perú había llegado a un estado de degradación represiva
incalculable. Las contradicciones sociales se agudizan había llegado a un
momento definitorio, los campos de lucha se amplían, arte y literatura toma
posición, luchando del lado del pueblo porque a ellos pertenece. Tanto
profesorado como estudiantes dieron un gran paso adelante asumiendo
sensibilidad y responsabilidades en la guerra popular que se avecinaba. Las
llamas vivas
respondieron a la
represión y marginalidad de la clase obrera-campesina extremamente marginada,
la lucha se expande, muchas son las organizaciones políticas que se entregan a
ella como SL y MIRTA entre decenas de otras organizaciones porque ese nuevo día
como anunció Zavala amanezca. Luchó codo a codo entre cientos de combatientes.
Se forjó en la lucha siendo un destacado intelectual, asumió y defendió hasta
sus últimas consecuencias los intereses de la clase obrero-campesina y el
pueblo en general a través de su arte y docencia aportando para el Perú y
allende sus fronteras el Teatro Campesino: su historia permanecerá imborrable
como lección para las generaciones venideras. Hago esta reflexión hoy
pronunciando su nombre poblado de un mar de recuerdos y preguntas. Nos ha
dejado en la historia una herencia y una responsabilidad: garantizar la
continuidad del proceso revolucionario. Se fue una parte de él, cierto, pero
solo una parte, hace apenitas unos días de la última semana del mes de junio.
Con profundo amor y respeto rindo este segundo artículo en homenaje al maestro,
al compañero de farándula por sus principios e ideario de Teatro Campesino que
revolucionó la escena peruana. Siempre presente vivirá y seguirá combatiendo
entre nosotros con sus textos, sus declaraciones, sus obras, su imagen
entrañable, sus días de lucha y fe en la revolución porque otro mundo es
posible por el que hay que pelear impregnados de optimismo consecuente.
A los y las
compañeras que preguntaron en sus comentarios -en el anterior artículo- si
Víctor Zavala Cataño había muerto les responderé que: “Víctor Zavala es de los
vivos que nunca mueren”. No deja de ser tan penoso como sorprendente que en
Perú, pese al castigo e injusticias sufridas y ríos de sangre vertida siga
siendo “tabú” o “secreto de Estado” todo lo referente a este entrañable y culto
actor de teatro, director, fundador de Teatro Campesino, escritor dramaturgo y
catedrático de la Universidad Nacional de La Cantuta. Vivió y nació en la
comunidad indígena de Huamantanga (en voz quechua): Lugar donde moran los
halcones; en cuyo lugar, ‘la conquista’, como en otras comunidades de
Latinoamérica fue genocidio encarnizado, sometimiento, muerte y dominación sin
escrúpulos, impuso sumisión dando paso a un nuevo sistema nefasto de dioses de
leyenda impreso a un sistema de latifundismo y servidumbre. Víctor vive una
década en su juventud en la que prácticamente en toda América Latina se inician
movilizaciones campesinas. El paso como profesor por la Universidad de
Huamanga, en Ayacucho entre 1964 y 1965, coincidió con estos movimientos del
campesinado en defensa de sus tierras y sus reivindicaciones: su libro responde
a esa realidad social. Lucha campesina para librarse de un sistema feudal
anulador a veces visto como “avanzado” -semifeudal y semicolonial-
prolongándose en los siglos por la explotación bajo una óptica capitalista del
campo; situación que precedió a la Reforma Agraria que llevó a cabo Velasco
Alvarado. En la “Introducción” a la primera edición de Teatro Campesino en
1969, Víctor pone de relieve que el teatro es el único medio literario al que
todavía el campesino no ha llegado como protagonista: cuando aparece no es él
mismo sino un fantoche, un “indio”, un “serrano”, un “cholo”, un “animal”…
dentro de una concepción despectiva de su realidad. En cada una de sus obras se
encuentra la denuncia de las situaciones que se producen de quienes en el campo
o en la ciudad, se levantan muy de mañana para trabajar mucho y comer poco,
retomando del pasado vivencial quechua sus formas tradicionales transmitiendo
en ellas sus demandas políticas, tomando lo fundamental de B. Brecht ‘aplicar
la dialéctica científica al arte teatral’. Donde sus personajes pretenden
exponer en escena y mostrarse como prototipo de un grupo al que representan, en
un intento de alejar al espectador del drama privado, para intentar llevarlo a
tomar conciencia de un problema social que afecta a una gran parte de la
sociedad. Nunca lograron acallar su voz, su obra fue tomando su propio rumbo
libre de ataduras desde que fue publicada, conocida, y valorada
internacionalmente. El propio Zavala se ha encargado de resumir a lo largo de
varios textos su devenir como dramaturgo y como director: “Teatro Campesino fue
y sigue siendo ‘Teatro de Autor’”, y señala, respecto a que si en el Teatro
Campesino actuaban los campesinos, no necesariamente. Los interesados en leer y
actuar fueron los estudiantes universitarios devenidos como tales de movimiento
y vida de campesinos. También en educación secundaria sucede igual. Corresponde
al fenómeno de migración que durante décadas del siglo XX, donde la gente del
campo se instaló en Lima, la capital del Perú. Se asentaron e influyeron en
todos los niveles de la sociedad. Los hijos de estos migrantes, muchos de ellos
campesinos que dejaron la sierra, seguían transmitiendo su cultura, su
sabiduría y costumbres, generando un sentimiento de arraigo y respeto a la
cultura popular.
Los actores de
Teatro Campesino, no eran actores profesionales, con una preparación académica
(salvo un par de colaboradores que participaron esporádicamente en algunas
obras) sino básicamente estudiantes, obreros, familiares, profesores, amas de
casa y personas que se acercaban al grupo interesados en el trabajo que
hacíamos. No somos unos simples activistas de la cultura; eso no. No queremos
solo divertir al público. No. Nosotros no hacemos caridad cultural. No nos
contentamos con llevarles un espectáculo más o menos bien armado a los sectores
populares. No. Nos interesa la participación de ese público en el desarrollo
cultural, social y político de nuestro país. Hemos comenzado por aplicar las
expresiones de ese público, de esa masa a nuestros medios artísticos. También
con nuestro teatro, queremos trasmitir una posición, una actitud frente a
nuestra realidad histórica. Víctor hacía que cada personaje al mismo tiempo
fuera único, y nos conmueva por cómo es y por todo lo que le acontece en la
historia con una carga emocional y una calidad literaria incuestionables. La
filosofía de Víctor era que el ambiente teatral debía ser creado por los
trabajadores del arte escénico; basta un elemento, basta una lona, basta una
linterna, basta un mueble, el teatro se hace: “Cólera me está andando por
adentro a mí también. No me gusta que caballos alocados de abuso corran por
encima de nosotros. Remolino de injusticia quiero torcer para otra parte” (Con
estas palabras Remigio, hijo del protagonista de la obra El despojo, protesta
ante las injusticias que han doblegado a su padre Calixto). La crítica dijo de
ella: “Este sentimiento de denuncia recorre como un nervio en tensión la
producción dramática del peruano Víctor Zavala Cataño (nacido en Huamantanga en
1932). Específicamente, esta contribución persigue como objetivos esenciales
revisar dos rasgos vertebrales de la producción teatral: por un lado, la
representación del campesino indígena como un sujeto político autónomo,
dispuesto a reaccionar revolucionariamente ante los causantes de su opresión;
y, por otro lado, la labor de Zavala como aclimatador de las enseñanzas de
Bertolt Brecht al contexto de los Andes peruanos para elaborar así su discurso
artístico y político”. Villagómez en 1985 afirma: “Víctor Zavala forja su
dramaturgia sobre la base de dos realidades significativas: la vieja,
permanente e indesmayable lucha del campesinado pobre contra la feudalidad; y
el aporte de la concepción proletaria de la producción teatral sistematizado
por Bertolt Brecht”. Oyendo y releyendo estos aportes de historia pienso, todo
lo que tiene en el fondo de común el Teatro Campesino de Zavala, al que uno
junto a la influencia brechtiana, lo común de clase con Miguel Hernández; ambos
combatientes en el gran teatro de la guerra popular contra el fascismo, todo lo
que pudo llegar hacer y representar este poeta de la generación del 27 (que
muere joven pudriéndose en condiciones infrahumanas en uno de los penales
infrahumanos como los que tiene Perú) con su entrega poética en los frentes de
guerra, centros de trabajo del campo y ciudad, agitando en radios… frentes de
lucha directa desarrollando el Teatro de Guerra, en el crea obras que
representa entre los combatientes milicianos haciéndoles participes sobre la
nítida oposición valorativa entre los personajes positivos: campesinos, básicamente,
y los negativos: patrones, caciques, capataces, esbirros, etc. El uruguayo
Mauricio Rosencoff, cuyo Teatro de Calabozo, he representado, también habla del
sueño de la clase más explotada, de los campesinos y harapientos de las tierras
uruguayas en todas sus obras. Los Caballos, se representó en Madrid por Teatro
Sandino, dirigida por el magistral actor y director chileno Igor Cantillana
exiliado en Suecia (con los que colaboré), Mauricio aún estaba en calabozo. Al
final de la obra simbólicamente lancé una rosa roja dirigida a sus manos
presas, que como Víctor, seguían escribiendo a escondidas (Rosa roja por la
libertad de todos los presos políticos).
… Porque la vida no
puede vivirse
con la
incertidumbre clavada
a la raíz de los
huesos
como espina
emponzoñada
(Poeta cubana
Excilia Saldaña)
NOTA
Respuesta de VZC en
un encuentro con el creador Oswaldo Reynoso <<¿Cómo ve la situación del
arte proletario, el arte popular y el arte burgués?. Creo que el arte burgués,
así como se refleja hoy día, da vueltas en lo mismo. La burguesía es una clase
decadente y su arte se queda en el gran espectáculo de tipo comercial. El arte
popular emana de la creatividad de las masas. El gran manantial de todas las
artes está en la vida diaria del pueblo. El problema es elevarlo con la luz del
proletariado. Así, el arte estará al nivel de la clase proletaria, la nueva y
única clase verdaderamente revolucionaria en el orbe…Y si se trata de que el
arte sirva a esa lucha, sí se puede, se debe hacer. Cuando la guerra de
“España” contra el fascismo, muchos pintores hicieron afiches en contra del
fascismo. Miró fue uno de ellos. Las masas hicieron canciones que hasta ahora
se cantan. Miguel Hernández, un gran poeta, escribía sus poemas en el campo de
batalla y los repartía de trinchera en trinchera. En fin, el teatro, como hemos
dicho, puede y debe cumplir su papel de tribuna para mover a las masas del
pueblo>>.
Hubo una gran
campaña solidaria por su libertad, en febrero del 2010, se entregó una petición
ante los indultos que el gobierno estaba aplicando: “En el momento actual no
podemos juzgar la corrección o incorrección de este indulto. Pero consideramos
que igual medida tendría que tomarse con algunas personas que en razón de sus
ideas políticas sufren prisión ya muchos años. Tal es el caso del profesor
Víctor Zavala Cataño, el dramaturgo más importante del teatro popular peruano
contemporáneo, autor del libro “Teatro Campesino”, a través de su labor como
poeta, músico, escritor, director y dramaturgo, a lo largo de su vida Víctor ha
puesto en relieve las vivencias más profundas y elevadas del campesinado
peruano. Después de cumplir casi 20 años de prisión, a los 77 de edad,
consideramos que tiene pleno derecho a este beneficio. Hacemos un llamado al
gobierno del Sr. Alan García Pérez, a las autoridades judiciales, a los
intelectuales y artistas conscientes del papel del arte en nuestra sociedad,
para que se sumen a esta campaña de solidaridad, y en el más breve plazo el
profesor Zavala sea liberado”.
En otra página
alternativa escribe el peruano Víctor Humareda: “Las cárceles en nuestro país
son pudrideros, lugares de violencia, olvido y ensañamiento estatal donde los
presos jamás se rehabilitan (no podrían) y sobreviven a duras penas bajo la
«ley de la selva» o del más fuerte. Si éstas son, a groso modo, las condiciones
para un preso común, el problema se agudiza cuando se trata de presos
políticos; para ellos se ha creado las cárceles tumba (con celdas de 2 x 2 y con
media hora de sol al día) o las cárceles del destierro (como la de Yanamayo más
conocida como «la congeladora», por las bajísimas temperaturas que ahí se
registran) para incomunicarlos y alejarlos de sus familias y de los organismos
de derechos humanos; o las mazmorras de fusilamiento como ocurrió con El
Frontón en 1986 a manos del genocida Alan García (en su momento caso condenado
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos) o el Castro Castro en mayo de
1992 a manos del reptil Alberto Kenya Fujimori. El caso de Víctor Zavala Cataño
es verdaderamente vergonzoso para la conciencia de este país. Más de 20 años
preso, con una enfermedad grave a un paso del cáncer y casi ciego, no es como
se debe castigar a un profesor universitario, dramaturgo y creador del teatro
campesino en el Perú. Esto es el equivalente al ensañamiento que las tropas
aqueas daban sobre el cadáver de Héctor vencido por Aquiles (pinchándolo y
dejándolo para que sea «pasto de aves y perros salvajes». Víctor Zavala todavía
vive y está a la espera de un acto de humanidad, un acto de perdón que nos haga
creer que todavía no hemos perdido la condición de «humanos». Un minuto más de
cárcel para Víctor es un minuto más de sanguaza y lodo para la memoria, la paz,
la armonía, la historia y la civilización de nuestro país que hasta ahora sólo
ha probado estar en la barbarie o ser la misma barbarie”.
PD.
HONOR Y GLORIA AL
MAESTRO, PADRE DEL TEATRO CAMPESINO; VÍCTOR ZAVALA. Sólido, firme, invencible.
Vivirás por siempre en la memoria de las masas populares, en los escenarios
sencillos, como las orillas de los ríos, bocaminas, plazas, calles barriales,
colegios sindicatos de los obreros, canchas de fútbol etc. Que sirvieron a la
presentación y la acogida de las puestas escénicas El teatro campesino ¡¡HASTA
SIEMPRE VÍCTOR!! (Desde Chile, Leonardo Casimiro ‘Trazos robustos’).
Maité Campillo
(actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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