CUANDO VOX DEJA DE REÍR
DAVID BOLLERO
Fragmento de la viñeta de Ortega Lara publicada en 'El Jueves'.
Puede criminalizar a menores migrantes contando mentiras y privándoles del amparo legal al que tienen derecho. Puede faltar a la verdad asegurando que las Trece Rosas torturaban, mataban y violaban vilmente. Puede negar la violencia machista, expulsar las manifestaciones del colectivo LGTBI lejos de las calles, falsear las cifras COVID en el mismo Congreso o querer ilegalizar a los partidos políticos contrarios a su extremismo, lanzándoles todo tipo de acusaciones infundadas... pero si una revista satírica ejerce su función e ironiza con sus militantes, el grosor de la piel de Vox adelgaza en tal medida que se da por agredido, agraviado en tal extremo que todo parece poco para los autores de tamaña afrenta.
La publicación de
La Pandilla Voxura por parte de El Jueves ha caído mal en Vox, especialmente la
parodia de Ortega Lara. Por definición, una revista satírica como ésta vive de
la irreverencia y la provocación, sin tener ni temas vetados, ni personajes
intocables. Ortega Lara no es una excepción, le pese a quien le pese, le haga
gracia a quien le haga.
La caricatura de
Ortega Lara combina su condición de víctima de ETA, por haber estado
secuestrado durante 532 días por la banda terrorista, con su fascismo confeso,
toda vez, además, que es militante de Vox. En realidad, la carga más
humorística de la viñeta recae precisamente en éste último punto, aunque Vox y
su hinchada se hayan sentido más agraviada por el primero.
Pareciera que por
el hecho de haber estado secuestrado por ETA, Ortega Lara tenga que estar en
una urna de cristal, alejado de toda crítica, encumbrado como un santo de nuevo
cuño y haciéndonos obviar que echa pestes de la misma democracia que lo liberó.
Más allá de su condición de víctima de ETA, lo cierto es que 24 años después de
su liberación, hoy por hoy, es más relevante su rol fascista que le lleva a
decir, entre otras lindezas, que las personas de izquierda "provocaron una
guerra, la perdieron, y pretenden ganarla 80 años después, malinterpretando el
relato histórico".
En realidad,
resulta tan cómico que fuera la democracia que tanto desprecia la que lo
liberara de su cautiverio y que ETA desapareciera durante un gobierno de esa
misma izquierda que tanto odia, que él mismo se ha convertido en carne de cañón
para una revista como El Jueves, máxime cuando en los estratos superiores del
partido que milita los personajes dan aún más juego.
Sin embargo, Vox
lleva mal ser el hazmerreír de España o, por ser más precisos, de esa España
demócrata que aborrece el fascismo. Por más que lleve siéndolo desde hace algo
más de un par de años, cuando una revista satírica agudiza el ingenio y publica
viñetas como las que ocupan esta columna, el partido de extrema-derecha se
vuelve demócrata... sólo unos segundos, no crean, reclamando el auxilio de la
Justicia para limitar la libertad de expresión y, acto seguido, poniendo en la
diana al presidente de RBA, empresa editora de la publicación, sugiriendo a sus
secuaces la realización de escraches en su trabajo que, conociendo el gusto
paramilitar de algunos de ellos, podrían derivar en una desgracia. El retrato
de la formación política queda plasmado a la perfección.
Vox debería asumir
que hace ya mucho tiempo que una manera de combatir sus improperios, sus
continuos atentados contra la democracia y los derechos humanos, sus bulos y
sus ataques a las libertades civiles más esenciales es el humor o, dicho de
otro modo, reírnos de ellos. Ello no es óbice para que, por otro lado, se
aborden sus constantes cargas de profundidad contra el Estado de Derecho desde
otros espacios.
Sin embargo, el
humor es una cosa muy seria. Ni siquiera se trata de darles a probar de su
misma medicina, dado que, a diferencia de lo que sucede con la cartelería y
campañas de Vox, a El Jueves ni siquiera le hace falta recurrir a la mentira,
la verdad le basta para dar bofetadas de realidad ante la amenaza fascista.
Nadie espera que lo encajen con deportividad, pero sería bueno para su hígado
aceptar que estas reacciones sobreactuadas dan pie a más humor, más sátiras,
más risas a su costa.
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