TÚ DICES FRANCO, YO DIGO ETA
DAVID BOLLERO
La Ley de Memoria Histórica y Democrática de Euskadi levantó ayer unas cuantas ampollas y, como siempre, en la derecha, que continúa presentando cierto complejo a la hora de condenar el franquismo. Que el Gobierno de Íñigo Urkullu pretenda sancionar la exaltación franquista o la destrucción de fosas comunes parece irritar en algunos círculos que, para evitar exponer abiertamente su nostalgia por tiempos pasados resucita el fantasma de ETA... cómo no, un clásico de la derecha.
Desde la óptica de
los sectores más conservadores, la Ley
de Memoria Democrática que ha impulsado el Gobierno de España sigue dividiendo
a la ciudadanía; no parece ser de su agrado que se cambie la mordaza de boca y,
en lugar de que las víctimas de la dictadura sea silenciadas, se calle a
quienes desde hace años vienen humillándolas y ensalzando la figura del
dictador asesino y sus secuaces.
Escuchar a dirigentes como Inés Arrimadas (Cs) ya no sorprende, pero sí continúa entristeciendo: asistir a cómo acusa al Ejecutivo de "imponer una amnesia sobre ETA" y cómo afirma que la banda terrorista "hace cuatro días estaba matando" es lamentable. Sus cuatro días, en realidad, son once años, que es el tiempo que ha transcurrido desde el último asesinato de ETA, doce años si lo contamos desde que lo cometiera en suelo español. Reducir a cuatro días el gran éxito del pueblo español que, unido, derrotó a ETA, sí que divide; andar resucitando con fines partidistas el fantasma de la banda terrorista es nauseabundo.
Reprochaba ayer a
Urkullo que en Euskadi se promuevan leyes que sancionen la apología del
franquismo mientras se permiten homenajes etarras. La simpleza del argumento no
puede ser más supina, entre otras cosas, porque la legislación contra la
apología del terrorismo está perfectamente definida y se aplica, a veces, hasta injustamente,
como sabe el colectivo de titiriteros. Desde 1979 está tipificado el delito de
apología del terrorismo y desde el 2000 el de enaltecimiento. Algo que no
sucede en el caso de las hordas fascistas
azuzadas por quienes acusan de crímenes viles a las Trece Rosas o que
reducen las exhumaciones de fosas comunes con "desenterrar unos
huesos".
Por otro lado, ¿qué
es un homenaje etarra? ¿Recibir en el pueblo con festejos a quien ha pasado más
de dos décadas en una prisión en la otra punta del país? ¿En qué vulnera eso la
ley o humilla a las víctimas? Si esa persona ha cumplido la pena por sus
crímenes impuesta por nuestro Estado de Derecho, ¿acaso no es libre ella y los
suyos de celebrar su libertad? Cosa bien distinta es que se ensalce a ETA o los
horribles atentados cometidos por ésta, pero precisamente para eso disponemos
de una ley cuyos resortes se activan contra eso.
La cuestión, sin
embargo, es peliaguda y el reciente homenaje a Txabi Etxebarrieta, cofundador
de de ETA y autor del primer asesinato, no planificado, de ETA hace 53 años, lo
ilustra a la perfección. A pesar de la presión de diversos colectivos, la
mismísima Audiencia Nacional no vio motivos para prohibir estos actos antes de
que se produjeran, dejando al escrutinio de las autoridades competentes vigilar
que durante su desarrollo no se produjeran delitos. Para unos es un vil
terrorista, para otros, el ideólogo de un movimiento abertzale que nació en
mitad de la cruel represión franquista por medio, entre otros cuerpos, de la
Guardia Civil (recomiendo el visionado de la serie de Mariano Barroso La Línea
Invisible). Posteriormente, las organizaciones que se oponían a los actos los
han denunciado ante la Fiscalía General del Estado (FGE) -como ya hicieran en
el 50 aniversario de su asesinato-; los mecanismos de la justicia, pues, están
en marcha.
La conclusión es
que todo cuanto afecta a ETA y su apología lo tenemos desde hace décadas
perfectamente legislado, mientras que no sucede lo mismo con el franquismo y
sus víctimas. Dar pasos en la dirección correcta debería ser aplaudido por todo
el mundo y asistir a los ataques de los conservadores, que no pierden ocasión
en resucitar a ETA -hay quien, incluso, lo ha hecho un modo de vida-, da qué
pensar. Y nada bueno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario