EL DERECHO A EMIGRAR Y
SU CONTRAPARTE
“Escogieron de blanco de ataque a la población empobrecida, procedente del llamado tercer mundo, étnica y culturalmente diferenciada…con el claro propósito de potenciar en extremo la xenofobia y el racismo en la sociedad estadounidense; para al mismo tiempo reforzar y ampliar lo conservador, lo reaccionario, y desviar y debilitar las luchas contra la opresión clasista y protegerse a sí mismo.”
Las migraciones masivas de poblaciones de Asia, África y Nuestra América a las grandes metrópolis europeas, norteamericanas y japonesas; o las emigraciones de un país empobrecido a otro menos empobrecido dentro de cada continente, son fruto de la crueldad del sistema capitalista-imperialista.
De
la explotación y sobre explotación, el saqueo, las guerras, la violencia, la
depredación y contaminación ambiental; de la brutal exclusión social impuesta
durante etapas colonialista y neocolonialista de la formación, expansión y
desarrollo del capitalismo imperialista.
Más
recientemente las emigraciones masivas son producto de la empobrecedora y
desnacionalizada globalización neoliberal del capitalismo; la cual ha impuesto
una drástica recolonización y enormes desigualdades sociales en el llamado
mundo subdesarrollado. Esto, junto a la intensificación de sus guerras y su
violenta dominación.
Son
expresiones del ejercicio del derecho a emigrar en su versión imperiosa,
forzada y desesperada; obligada por el derecho a la vida, a la sobrevivencia, y
también a los esfuerzos por superar las penosas condiciones de vida de los
seres humanos.
De
ahí las avalanchas africanas, asiáticas, euroasiáticas, latino-caribeñas… hacia
las potencias occidentales en el marco del endurecimiento de la estrategia
neoliberal y la intensificación del saqueo y las agresiones militares de las
potencias imperialistas.
- UNA DINÁMICA PERVERSA.
El
gran capital provoca los procesos migratorios, trafica con ellos en alianza con
autoridades estatales y los emplea para sobre-explotar, obtener y acumular
mayores ganancias desde sus países centrales.
A
la vez, sus beneficiarios odian físicamente a los/as migrantes desde la
supremacía blanca, desde el racismo culturalmente funcional a su prolongada
dominación.
De
ahí una doble moral: estimulan las migraciones, las acogen, las acosan, las
estigmatizan y, cuando se desbordan, las persiguen y las reprimen.
Esa
dinámica perversa está acompañada por:
- Los efectos de su multi crisis y su actual
decadencia como sistema de dominación.
- El progresivo desmonte de los llamados “Estado
del Bienestar” o modelos socialdemócratas.
- La derechización de sus “izquierdas”
sistémicas y de las políticas públicas de los estados.
- El incremento bestial de las desigualdades.
- El empobrecimiento de sus trabajadores y
sectores medios de bajos ingresos.
- Los descontentos populares, las explosiones
sociales y las crisis de gobernabilidad…
Todo
esto conforma un riesgoso escenario de inestabilidad y deterioro, que ha
llevado a las cúpulas del capitalismo y a su poder mediático a presentarles a
las indignaciones populares un falso enemigo: un enemigo al margen del enemigo
real, fuera del poder del capital y desconectado de él.
Escogieron
entonces con esos fines a las emigraciones y a sus integrantes.
Escogieron
como blanco de ataque a los sectores empobrecidos de los países vecinos que
cruzan fronteras.
Y
escogieron a la población empobrecida, procedente del llamado tercer mundo, étnica
y culturalmente diferenciada…con el claro propósito de potenciar en extremo la
xenofobia y el racismo en la sociedad estadounidense; para al mismo tiempo
reforzar y ampliar lo conservador, lo reaccionario, y desviar y debilitar las
luchas contra la opresión clasista y protegerse a sí mismo.
Lo
han hecho sin importarles sus nefastas consecuencias en cuanto a ejercicio
despótico de un poder disfrazado de democracia.
Sin
ponderar las consecuencias de la negación de derechos fundamentales a personas
y familias, de mayores y menores; promoviendo en los hechos el resurgimiento y
la remodelación del fascismo.
Han
llegado al extremo de equiparar las migraciones con las invasiones
imperialistas, con las agresiones a la soberanía de los pueblos.
Y
lo hacen a sabiendas de que nadie quiere dejar para siempre o por largo periodo
su país, su familia o parte de ella.
Nadie
voluntariamente decide vender sus escasos bienes o endeudarse para cruzar
océanos en frágiles embarcaciones, trillar selvas peligrosas, atravesar desiertos,
ríos caudalosos, fronteras militarizadas, saltar vallas y muros, ser presa de
traficantes inescrupulosos y de cuerpos policiales represivos.
Nadie
desearía tener emprender aventuras de tan altos riesgos
Por
eso digo que se trata del ejercicio forzado por razones imperiosas de un
derecho, estimulado a la vez por el atractivo espejismo de las sociedades del
consumismo extremo y las banalidades desbordadas.
- COMPLEJIDAD DEL DERECHO A NO EMIGRAR.
Existe
también, claro está, el DERECHO A NO EMIGRAR, a quedarse en su tierra natal, a
convivir con todos sus seres queridos, a vivir abrazado al pueblo que lo vio
nacer y a la naturaleza que lo vio crecer.
El
derecho a no emigrar es la contraparte de las vicisitudes y sacrificios que
implica el duro ejercicio del derecho a emigrar.
Pero
acontece que ese derecho, para ser ejercido, necesita precondiciones que
posibiliten vivir dignamente donde se habita, reducir al máximo las
desigualdades, superar las causas de la explotación y exclusión social, en cada
país.
Requiere
liberarse del saqueo y la depredación imperialista, abolir este sistema y sus
crueldades. Sus penurias, sus guerras…
Nos
exige construir una sociedad justa y solidaria a nivel nacional, regional y
mundial.
Ambos
derechos son a su vez demandas, exigencias y banderas a ser asumidas con
firmeza por quienes aspiren a ser parte de una izquierda realmente solidaria y
militantemente transformadora.
Ambas
actitudes implican luchas trascendentes contra las consecuencias de la
opresión, la explotación y la discriminación.
Su
ejercicio, cada uno en su propio escenario, choca con la muralla opresiva del
gran capital y es imprescindible para poderla erosionar y derribar con el
accionar conjunto de todos los sujetos y actores político-sociales del proceso
emancipador.
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Imagen: Agenzia Fides – Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional
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