CERRAR UN MEDIO NAZI
ANA PARDO DE
VERA
El líder del PP, Alberto Núñez
Feijóo, interviene este miércoles en el Congreso, donde el presidente del
Gobierno, Pedro Sánchez ha presentado el plan de calidad democrática. / EFE -
Zipi Aragon
En esta España nuestra, la Fundación Franco ha sido una institución financiada por tus impuestos y los de esta plumilla y hasta elogiada como "archivo histórico" (esto lo he oído yo recurrentemente de gente demasiado cercana, qué le vamos a hacer ...) hasta hace dos días. En esta España nuestra, el testimonio de un agente policial sigue pasando como prueba de fe (que se lo digan al exdiputado de Podemos, Alberto Rodríguez, o a la eurodiputada del ídem Isa Serra) gracias a una ley de Seguridad Ciudadana (qué risa), conocida como ley mordaza, que fue creada por el Gobierno de Rajoy para aplacar (o sea, mano dura) protestas sociales en 2015, época del bipartidismo en declive y una Jefatura del Estado corrupta que se llevaba crudo millones de euros en mordidas. A Juan Carlos I de Abu Dabi no le llegaba el sueldo que le pagábamos tú y yo sin mayor esfuerzo que ser ungido por el genocida Franco, ya saben.
En
esta España nuestra, aquellos y aquellas que retuercen el control de las
televisiones públicas que les corresponde gestionar (que no, controlar hasta la
náusea) y la condena por acoso, entre otras, se atreven a dar lecciones de
defensa del derecho a tu información y expresión, incluso, de lo que es la
libertad de prensa ("Os vamos a triturar"; "Vais a tener que
cerrar"). En esta España nuestra, hay partidos que
prefieren que la publicidad se regale alegremente en función de las simpatías
ideológicas que en función de audiencias o fiabilidad periodística y lo peor es
que hay periodistas (suelen ser los mejor subvencionados y los menos
transparentes) que les hacen la ola.
En
Alemania, que no es esta España nuestra, aunque tuvo episodios históricos tan
crueles como el nuestro en número de víctimas, torturados y traumatizadas por
la intolerancia, el racismo, la xenofobia, la homofobia, el antisemitismo,
etc., etc., etc, el Gobierno ha decidido prohibir una revista, Compact,
por incitar al odio nazi, o sea, neonazi en el siglo XXI, que tanto monta. Pero aquí, si el Gobierno
propone que la publicidad institucional se distribuya en función de parámetros
de solvencia, por definir oficialmente pero obvios (periodismo, honestidad,
independencia, veracidad, profesionalidad, audiencias o solvencia de los
profesionales), hay rasgado de vestiduras, precisamente, por parte de los
mismos que usaban a "periodistas gacetilleros" desde las cloacas de
Interior para difundir dosieres falsos sobre adversarios políticos incómodos
desde una Policía corrompida hasta el hígado.
El
afán por mantener la reputación de nuestro maltratado oficio pasa únicamente
por nosotras, es obvio, pero también por una
educación en libertad que incluye ser consciente de que solo la información nos
da criterio, la capacidad de decidir por nosotros mismos y la libertad, en
definitiva, la buena. Y esa educación, esa vigilancia, también depende de los
poderes públicos. Educación, el clásico. Los bulos, mentiras,
manipulaciones, la falta de datos y/o perspectiva..., encima, financiados por
instituciones, solo pretenden manipularte, aborregarte, moldearte a medida de
su estrecho y pobre mundo. Es más viejo que el andar, pero aquí seguimos.
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