NETANYAHU, EL
MATARIFE
El primer ministro israelí, Benjamin
Netanhayu, rodeado
de congresistas de EEUU. WILL
OLIVER/EFE
Al igual que en otros grandes magnicidios de la historia americana, en el intento de asesinato contra Donald Trump hay tantas incógnitas y tantos cabos sueltos que lo mejor es mirar para otro lado. Kimberly Cheatle, la jefa del Servicio Secreto, tuvo que presentar su dimisión esta semana después de descubrirse que en el mitin de Butler hubo tantos errores que bien podían haberle encargado la seguridad de Trump al inspector Clouseau. No sólo hubo unas cuantas alertas acerca de un individuo sospechoso entre el público, sino que el francotirador disponía de una enfilada limpia hasta la tribuna de oradores y llegó a disparar ocho veces antes de que fuese abatido, casi treinta segundos después de que empezara a abrir fuego.
Sólo
hay dos explicaciones posibles para tanta majadería: o aquel día el Servicio
Secreto estaba dirigido por el inspector Clouseau o su cometido era que
permitieran el asesinato. Lo increíble es que, con todo aquel cabezón
disponible, el francotirador le acertara en la oreja, por lo que la hipótesis
de Clouseau vuelve a cobrar fuerza. Para más coña, al poco del atentado, los
seguidores de Trump se vendaron una oreja en solidaridad con su ídolo, un
multitudinario giro de guion completamente inesperado. Si algún día ruedan la
película, van a tener que resucitar a Peter Sellers o hacerla directamente en
dibujos animados.
Respecto
a Netanyahu, aterrizó en el Congreso para recibir una ovación cerrada -excepto
por parte de la congresista Rashida Tlaib- por lo bien que está llevando
a cabo el genocidio del pueblo palestino. "Dadnos las herramientas y
nosotros terminaremos el trabajo más rápido", dijo. El trabajo, por lo que
se ve, consiste en el asesinato salvaje y sistemático del mayor número posible
de palestinos, aunque Netanyahu aseguraba que, antes de iniciar cada ataque, se
habían encargado de ponerlos a salvo en un lugar seguro: probablemente se
refería al paraíso. Por un lado, están las fotos de los niños destrozados por
las bombas, cadáveres inertes en brazos de sus padres, y por otro la jeta
abominable de Netanyahu rebosando sangre inocente y aplaudido por la casi
totalidad de los congresistas de Estados Unidos.
Quien
piense que las cosas van a cambiar en el caso, bastante improbable, de que
Kamala Harris llegue a la Casa Blanca, olvida en primer lugar que la carnicería
israelí empezó bajo el beneplácito de Joe Biden, con Harris de
vicepresidenta, y que la propia Harris, en una conferencia ante el lobby
sionista, regaló 38.000 millones de dólares al ejército de Israel y se
comprometió a mantener dicha ayuda durante la próxima década. En uno de sus
mítines de campaña, Donald Trump acusó a su rival, Kamala Harris, de querer
ejecutar bebés por su apoyo al aborto, pero no hagan caso: aquí el único que
ejecuta bebés, por millares, es Netanyahu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario