EL PEÑAZO DE LA FINANCIACIÓN
AUTONÓMICA
ANA PARDO DE
VERA
Cada año, antes de inciarse las negociaciones de presupuestos, el Ministerio de Hacienda calienta la banda y traslada a las comunidades autonómas el importe de las entregas a cuenta, es decir, la parte que recibirán del sistema de financiación autonómica y que les permitirá empezar a diseñar sus cuentas para el año siguiente. Este verano, María Jesús Montero ha comunicado a los territorios que dispondrán de un 9,5% más de financiación para 2025, esto es, 147.412 millones de euros, un nuevo máximo que fue confirmado este lunes en la reunión de del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) celebrado en Madrid.
Debería
ser una buena noticia, pero nada lo es en lo que atañe a la financiación
autonómica desde hace diez años, que debería haberse reformado este sistema -la
última modificación la hizo el Gobierno de Zapatero en 2009- y ni PP ni
PSOE lo han conseguido: elecciones, procés, pandemia,... Da igual, lo
importante es no ponerse de acuerdo en nada y echar la culpa a Catalunya la
mayoría de las veces, aunque es verdad que esta tampoco lo pone fácil. Este
lunes, pues, pese las buenas noticias que el Ejecutivo de Sánchez creía llevar
al CPFF, todos miraban a Catalunya, desde la Comunitat Valenciana (sobre todo,
ya que las quejas sobre su infrafinanciación son tan históricas como la última
reforma de Zapatero) hasta Euskadi, desde la distancia, pero que no le vayan a
tocar lo suyo, el cupo de los desvelos catalanes, porque ERC pida lo mismo para
investir presidente a Salvador Illa. Otra vez unas elecciones en el
punto de mira. Y así no hay manera.
Hay
una cosa en la que los independentistas catalanes tienen razón: ahora que ha
ganado el PSC las elecciones catalanas y el independentismo ha perdido la
mayoría parlamentaria, nadie en su sano juicio espera que el Gobierno estatal
les haga caso para concederles una especie de cupo vasco en Catalunya. Lo del
consorcio para que el Estado pueda compartir con la Generalitat la recaudación
de los impuestos en Cataluña, recogido en el Estatut, sería más factible,
admiten en Moncloa; sobre todo, digo yo, si la Presidencia catalana de Illa
dependen de esto. Pero del cupo, ni hablar, remarcan los de Pedro
Sánchez. Y no es que, siendo estrictamente racionales, un territorio tenga
más derecho que el otro, pero en el caso vasco, el concierto nos vino dado en
la Constitución con el navarro por cuestiones históricas, y ahí no hay
razonamiento que valga: en esta España nuestra ni la monarquía ni el cupo se
tocan, que es un tinglado y ya tenemos bastantes. No es racional, pero es
"histórico".
Lamento
independentista catalán, por tanto: cuando tenían la mayoría parlamentaria,
allá se fue Artur Mas a La Moncloa en 2014 a explicar a Mariano Rajoy,
entonces presidente, su plan fiscal para Catalunya, con vistas a pactarlo con
el Gobierno. ¿Qué pasó? Nada, por supuesto, que ya decía Rajoy que en política,
hacer nada también era hacer algo; y, con el portazo de Rajoy en las narices de
Mas, empezó el procés, efectivamente, donde el Ejecutivo del PP no hizo nada y
le pasó la bola a los tribunales para que hicieran política, con los resultados
que conocemos. Y ahora que el Govern de ERC no solo no tiene mayoría, sino que
la formación se ha estrellado en las elecciones del pasado 12 de mayo y está en
funciones, los socialistas también se niegan a aceptarles la singularidad del
cupo ... pero negocian, porque de Esquerra depende Illa. Ni con mayoría
ni sin ella, tienen mis penas remedio.
Mientras,
la reforma de la financiación autonómica, con unos territorios cuya realidad
socioeconómica no tiene nada que ver con la de 2009, parece que vuelve a
dormir el sueño de la canícula veraniega un año más: las comunidades gobernadas
por el PP protestan -como si un Rajoy con la mayoría absoluta que tenía en 2014
no hubiera podido resolver el entuerto-, protesta Emiliano García-Page
desde Castilla-La Mancha y protesta Catalunya, mientras Euskadi y Navarra
callan y observan, vigilando lo suyo.
Los
expertos suelen insistir, sin embargo, en que para que cualquier reforma de un
sistema de financiación autonómica llegue a buen puerto, primero, conviene
tener en cuenta que partimos de hechos que ya lo abocan al fracaso o a
resultados cortoplacistas y precarios. Si bien se ha hablado poco de la
relevancia positiva de que Catalunya haya vuelto al CPFF a hablar de lo
suyo -como hacen los demás-, siguen suponiendo grandes lastres la falta de
transparencia que caracteriza a la financiación autonómica (prueben a
enterarse los y las ciudadanas de las cifras concretas del sistema, de lo que
recibe o da cada quién, etc., y me avisan, por favor); la dejadez o incluso,
la deslealtad institucional (muchos compromisos no se cumplen o se cumplen
tarde, empezando por la reforma del sistema, diez años caducado), o la inestabilidad
(una acción habitual, por ejemplo: "Este año, aunque no te toca, te lo
anticipo, y ya liquidamos más adelante", con el carajal que supone
después).
Los
meteorólogos nos advierten de que, en las próximas horas, llegan los días más
calurosos de este verano, al mismo tiempo que nos enfrentamos a uno de los
clásico de la temporada, la pesada canícula que nos produce el tema de la
reforma del sistema de financiación autonómica, cuyas repercusiones en nuestro
día a día son muchas más y mucho más importantes de lo que creemos, por
ejemplo, en la calidad de nuestros servicios públicos (sanidad, educación o
dependencia), nada más y nada menos. Por eso nos lo han disfrazado de peñazo
financiero en pleno julio, para que no te enteres ni te interese lo más mínimo.
Porque Catalunya, ya sabes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario