martes, 23 de julio de 2024

TRÁFICO DE ORO Y VIDAS ROBADAS

 

TRÁFICO DE ORO Y VIDAS ROBADAS

JUAN ALONSO 

Cristobal Basaure Araya / Zuma Press / ContactoPhoto

Milei propone un colonialismo propio del siglo XIX: especula con oro y pone en riesgo el patrimonio del país ante potenciales embargos de los fondos buitre radicados en Londres y Nueva York

El mundo de Javier Milei está ordenado por la mente y el lenguaje de un adolescente de 16 años que quiso ser arquero de fútbol y sueña con ser conferencista en viaje perpetuo. A su hermana Karina la llama “El Jefe” en reemplazo de la figura paterna golpeadora y persecutoria. A sus perros clonados los llama “hijos de cuatro patas” y considera con vida a su perro muerto Conan —nombre que remite a un personaje bárbaro ideado por el escritor Robert E. Howard en 1932, cuya saga después se llevó al cine en 1982 y 2011 tras ser un éxito de la vieja industria del comic.

En una entrevista desopilante vía streaming con el animador de monstruos humanoides, Alejandro Fantino, el Presidente abundó en referencias anales, visualizó comunistas, culos rotos de mandriles, y liliputienses en todas partes. Aseguró que bajó “la inflación de 17.000% al 35%”, amenazó al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y plantó zozobra contra 17 millones de ciudadanos y ciudadanas bonaerenses que producen la mayor parte del PIB de la Argentina.

Hasta el sábado 20 de julio el esperpento escenográfico había sido visto por menos de 185 mil personas. Muy poca audiencia para un Presidente que se percibe “el líder mundial de la libertad”.

El reportaje a Cristina Fernández de Kirchner en el Canal Gelatina fue visto por más de 500 mil personas en directo y tuvo casi un millón de visualizaciones.

Lo que dice Milei está encriptado en una lógica de oralidad masturbatoria. El sujeto acentúa su sesgo narcisista escuchando solo su voz ante contertulios invisibles, que según el pensamiento lateral de la legisladora libertaria, Lilia Lemoine estarían más cerca de “sobar la quena” que del pensamiento y el periodismo crítico.

Apenas unas horas antes, el ministro de Economía, Luis Caputo, confirmó que el Gobierno trafica las reservas de oro del Banco Central con el Reino Unido y con Suiza. “Es una movida muy positiva del Banco Central porque hoy hay oro en el banco que es como si tuvieras un inmueble adentro y no lo podés usar para nada”.

El dirigente de la Asociación Bancaria y diputado nacional, Sergio Palazzo había realizado días antes un pedido de acceso a la información pública por el envío de lingotes de oro de Argentina en vuelos de una aerolínea británica el 7 y el 28 de junio.

Luego de que Caputo confirmara el hecho como si se tratara de una  zoncera que no afecta el patrimonio de los argentinos, Palazzo alertó sobre las consecuencias para el país y los trabajadores.

El ex ministro de Seguridad, Aníbal Fernández publicó en su cuenta de la red social X, que en 2004 Néstor Kirchner compró 54.9 toneladas de oro y en 2011 Cristina otras 10 toneladas para el Estado Nacional. La reserva del BCRA fue de 64.9 toneladas en ese periodo.

En 2017 ya con Mauricio Macri se vendieron 11 toneladas de oro. Alberto Fernández recompró ese oro rematado en el exterior. En 2024, Milei al igual que Macri comercia oro con el país que usurpa las Islas Malvinas, monta una base petrolera y militar de la OTAN en el Atlántico Sur, depreda los recursos energéticos de la plataforma continental de Argentina, y la pesquería de merluza y calamar, además de provocar una severa amenaza sobre la soberanía en la Antártida e Islas del Atlántico con el paso estratégico al Pacífico por Tierra del Fuego.

El gobernador de esa provincia, Gustavo Melella dijo que no permitirá “una nueva expansión” en su territorio de la empresa Leolabs, luego de que la compañía anunciara una alianza con el “Comando Espacial del Reino Unido y su Ministerio de Defensa”.

La narrativa neoliberal y libertaria ha dicho hasta el hartazgo que Juan Domingo Perón tenía el Banco Central repleto de oro. Era cierto. Se trataba de las reservas del Tesoro. Lo que no cuentan es que en julio de 1947 el Reino Unido declaró en diálogo con EE UU la libre convertibilidad de la libra esterlina y en agosto reafirmó la inconvertibilidad de su moneda. La decisión violó los acuerdos bilaterales, entre ellos, con Argentina. Inglaterra era un país deudor por las gigantescas partidas de trigo, lana, y carne que el gobierno de Perón le vendió en la II Guerra Mundial.

En el siglo XXI, Milei propone un colonialismo propio del siglo XIX: especula con oro y pone en riesgo el patrimonio del país ante potenciales embargos de los fondos buitre radicados en Londres y Nueva York.

Hitler y el Barón sanguinario

En su biografía sobre Adolf Hitler, Ian Kershaw, Península, Barcelona, 1999, narra la infancia perturbada del que fuera dictador de la Alemania nazi. Tenía fobia al contacto físico y pensaba de forma delirante. Dibujante y músico frustrado vio en la I Guerra la oportunidad de redimir su destino. Pero antes fue pordiosero en Viena y se alojó en un Centro de Varones Pobres con otros parias. Allí conoció a pequeños comerciantes de origen judío que lo ayudaron a llevarse un plato de comida al estómago y a comprar baratijas para el mercadeo o por mecanismo del trueque.

Era el preámbulo de la República de Weimar en Alemania (1918-1933), modelo de sociedad que Hitler combatió desde sus inicios. Primero como espía del Ejército y después como activista y topo del sistema político democrático desde adentro.

En esos años de formación de su relato criminal leyó sobre la existencia del Barón Sanguinario. Así lo han demostrado los historiadores que hurgaron en los archivos de la Inteligencia de EE UU, Inglaterra, y la Unión Soviética.

Este personaje rotulado Barón —presunto título heredado de sus padres nobles que se separaron en 1891— forjó una peculiar satisfacción sádica al desmembrar animales y golpear a sus compañeritos de escuela  con un garrote. Su padre murió demente y su madre formó pareja nueva con un alemán.

Robert Nickolaus Maximilian von Ungern-Sternberg, alias el Barón Sanguinario o Barón Loco, nació en Austria en 1886 y creció en Estonia, por entonces territorio del Zar de Rusia y después de la Revolución Bolchevique.

Desde niño y al igual que Hitler, Von Sternberg fue macerando un odio racial hacia los más desposeídos y los bolcheviques. Era la forma de sentirse superior y distinto, alejado de la plebe.

Obsesionado con convertirse en un cosaco de las estepas se las ingenió desde muchachito para ingresar al Ejército Ruso y fue trasladado a Mongolia.  Fundó la temida Caballería Asiática que asaltaba, mataba, y se comía a sus víctimas bebiendo vodka en los cráneos.

Adoptó el budismo y un curioso esoterismo basado en el culto a la extrema crueldad y al arrojo.

El Barón Sanguinario azolaba los desiertos con su tropa de sicarios rusos, japoneses, chinos y mongoles. Llegó a tomar por asalto la capital, Urga (actual Ulán Bator) y asediado por China tuvo que cambiar de táctica para contraatacar en 1921 con sus forajidos. Escapó a Siberia y escribió al Dalái Lama por la ayuda de Tibet. Hasta que la Cheka le puso un precio a su cabeza. Ahí comenzó su caída.

El encargado de cazar al Barón fue Pyotr Efimovich Shchetinkin. El diario The Times de Londres publicó la saga de su detención y tomó una fotografía que pasó a la historia.

Von Sternberg jamás reconoció la autoridad de sus captores rusos. Cuando fue fusilado un balazo rebotó en uno de sus talismanes. El escritor Juan Forn cuenta que el Barón lanzó una carcajada diabólica: el disparo mató a un integrante del pelotón. Había sido traicionado por sus propios cosacos mongoles, hartos de sus métodos y de su personalidad  paranoica. Tras su muerte en Mongolia hubo luto y ayuno en homenaje funerario.  

Cuando salió el libro Bestias, Hombres y Dioses sobre la historia de Ungern-von Sternberg, Adolf Hitler luchaba contra la República de Weimar y Sigmund Freud no creía que los nazis iban a llegar tan lejos.

El partisano ruso Pyotr Efimovich Shchetinkin murió misteriosamente en Mongolia. Tenía 42 años. Su mandante, la Cheka, fue una invención anterior a la KGB. EE UU fundó la OSS en la II Guerra basada en el estatuto de la antigua Policía Política Soviética. De esa matriz nació la CIA.

Los monstruos crecen de formas misteriosas. En el caso de Ungern-von Sternberg su malignidad comenzó con la separación de sus padres y el segundo vínculo de su mamá con un aristócrata alemán.

Hitler se sintió subyugado por la historia del Barón Sanguinario que abrió su pecho ante las balas del pelotón de fusilamiento recubierto de talismanes. Dicen que dejó un tesoro equivalente a 500 millones de dólares en oro y piedras preciosas. Hasta ahora nadie lo encontró en Mongolia. Hubo expediciones que siguieron sus pasos por los desiertos del frío.

El Barón quiso ser idéntico a Gengis Kan, comandante mongol muerto en 1238 durante la invasión de Los Rus de Kiev a manos de su sobrino Batú Kan.

Epílogo

La plataforma Netflix estrenó una serie documental sobre la vida y la siniestra obra de Hitler que derivó en el Juicio de Núremberg en noviembre de 1945.

EE UU, Reino Unido, la Unión Soviética y Francia juzgaron el horror de los nazis en los campos de exterminio: 30 mil rusos fueron masacrados solo en 1941 y ocho millones de personas de origen judío murieron en la industrialización sistemática del asesinato de los nazis.

Tres meses antes del Juicio de Núremberg, EE UU estrenó la masacre nuclear de personas con los bombardeos de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Nunca nadie juzgó a Harry S. Truman que dio la orden.  

El 1 de noviembre de 1950 un grupo de nacionalistas de Puerto Rico intentó asesinarlo. Truman vio el tiroteo entre los atacantes y su custodia personal desde un balcón luego de despertarse de una siesta. Un peatón le gritó que se escondiera. Murió a los 88 años en 1972.  Su antecesor, Franklin D. Roosevelt sentía adoración por un pastor alemán macho. Pero nunca se le hubiera ocurrido llamarlo “hijo de cuatro patas”.

La perra de Hitler se llamaba Blondi. En la I Guerra tuvo un perro llamado Foxl. “El cerdo que me lo quitó no sabe lo que hizo. Me gustaba mucho, solo me obedecía a mí”, declaró.

Para Hitler ver morir a sus camaradas no le generaba ningún sentimiento. Se mostraba impávido ante la muerte cotidiana de los seres humanos.

En 1929, Roberto Arlt escribió la siguiente reflexión de El Astrólogo en su libro Los 7 Locos:

-La humanidad, las multitudes de las enormes tierras han perdido la religión. No me refiero a la católica. Me refiero a todo credo teológico. Entonces los hombres van a decir: ¿Para qué queremos la vida?

Nadie tendrá interés en conservar una existencia de carácter mecánico, porque la ciencia ha cercenado toda fe. Y en el momento que se produzca tal fenómeno, reaparecerá sobre la tierra una peste incurable... la peste del suicidio... ¿Se imagina usted un mundo de gentes furiosas, de cráneo seco, moviéndose en los subterráneos de las gigantescas ciudades y aullando a las paredes de cemento armado: ¿Qué han hecho de nuestro dios?

 ¿Y las muchachitas y las escolares organizando sociedades secretas para dedicarse al sport del suicidio? ¿Y los hombres negándose a engendrar hijos que el iluso Berthelot creía que se alimentarían con pastillas sintéticas?

Cualquier parecido con la actualidad no es una casualidad.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario