TRÁFICO DE ORO Y VIDAS ROBADAS
Cristobal Basaure Araya / Zuma Press / ContactoPhoto
Milei propone un colonialismo propio del siglo XIX: especula con oro y pone
en riesgo el patrimonio del país ante potenciales embargos de los fondos buitre
radicados en Londres y Nueva York
El mundo de Javier Milei está ordenado por la mente y el lenguaje de un adolescente de 16 años que quiso ser arquero de fútbol y sueña con ser conferencista en viaje perpetuo. A su hermana Karina la llama “El Jefe” en reemplazo de la figura paterna golpeadora y persecutoria. A sus perros clonados los llama “hijos de cuatro patas” y considera con vida a su perro muerto Conan —nombre que remite a un personaje bárbaro ideado por el escritor Robert E. Howard en 1932, cuya saga después se llevó al cine en 1982 y 2011 tras ser un éxito de la vieja industria del comic.
En una entrevista desopilante vía streaming con el animador de monstruos humanoides,
Alejandro Fantino, el Presidente abundó en referencias anales, visualizó
comunistas, culos rotos de mandriles, y liliputienses en todas partes. Aseguró
que bajó “la inflación de 17.000% al 35%”, amenazó al gobernador de la
provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y plantó zozobra contra 17 millones
de ciudadanos y ciudadanas bonaerenses que producen la mayor parte del PIB de
la Argentina.
Hasta el
sábado 20 de julio el esperpento escenográfico había sido visto por menos de
185 mil personas. Muy poca audiencia para un Presidente que se percibe “el
líder mundial de la libertad”.
El
reportaje a Cristina Fernández de Kirchner en el Canal Gelatina fue visto por
más de 500 mil personas en directo y tuvo casi un millón de visualizaciones.
Lo que
dice Milei está encriptado en una lógica de oralidad masturbatoria. El sujeto
acentúa su sesgo narcisista escuchando solo su voz ante contertulios
invisibles, que según el pensamiento lateral de la legisladora libertaria,
Lilia Lemoine estarían más cerca de “sobar la quena” que del pensamiento y el
periodismo crítico.
Apenas
unas horas antes, el ministro de Economía, Luis Caputo, confirmó que el Gobierno trafica las reservas de
oro del Banco Central con el Reino Unido y con
Suiza. “Es una movida muy positiva del Banco Central porque hoy hay oro en el
banco que es como si tuvieras un inmueble adentro y no lo podés usar para
nada”.
El
dirigente de la Asociación Bancaria y diputado nacional, Sergio Palazzo había
realizado días antes un pedido de acceso a la información pública por el envío
de lingotes de oro de Argentina en vuelos de una aerolínea británica el 7 y el
28 de junio.
Luego de
que Caputo confirmara el hecho como si se tratara de una zoncera que no
afecta el patrimonio de los argentinos, Palazzo alertó sobre las
consecuencias para el país y los trabajadores.
El ex
ministro de Seguridad, Aníbal Fernández publicó en su cuenta de la red social
X, que en 2004 Néstor Kirchner compró 54.9 toneladas de oro y en 2011 Cristina
otras 10 toneladas para el Estado Nacional. La reserva del BCRA fue de 64.9
toneladas en ese periodo.
En 2017
ya con Mauricio Macri se vendieron 11 toneladas de oro. Alberto Fernández
recompró ese oro rematado en el exterior. En 2024, Milei al igual que Macri
comercia oro con el país que usurpa las Islas Malvinas, monta una base
petrolera y militar de la OTAN en el Atlántico Sur, depreda los recursos
energéticos de la plataforma continental de Argentina, y la pesquería de
merluza y calamar, además de provocar una severa amenaza sobre la soberanía en
la Antártida e Islas del Atlántico con el paso estratégico al Pacífico por
Tierra del Fuego.
El
gobernador de esa provincia, Gustavo Melella dijo que no permitirá “una nueva
expansión” en su territorio de la empresa Leolabs, luego de que la compañía
anunciara una alianza con el “Comando Espacial del Reino Unido y su Ministerio
de Defensa”.
La
narrativa neoliberal y libertaria ha dicho hasta el hartazgo que Juan Domingo
Perón tenía el Banco Central repleto de oro. Era cierto. Se trataba de las
reservas del Tesoro. Lo que no cuentan es que en julio de 1947 el Reino Unido
declaró en diálogo con EE UU la libre convertibilidad de la libra esterlina y
en agosto reafirmó la inconvertibilidad de su moneda. La decisión violó los
acuerdos bilaterales, entre ellos, con Argentina. Inglaterra era un país deudor
por las gigantescas partidas de trigo, lana, y carne que el gobierno de Perón
le vendió en la II Guerra Mundial.
En el
siglo XXI, Milei propone un colonialismo propio del siglo XIX: especula con oro
y pone en riesgo el patrimonio del país ante potenciales embargos de los fondos
buitre radicados en Londres y Nueva York.
Hitler y el Barón sanguinario
En su
biografía sobre Adolf Hitler, Ian Kershaw, Península, Barcelona, 1999, narra la
infancia perturbada del que fuera dictador de la Alemania nazi. Tenía fobia al
contacto físico y pensaba de forma delirante. Dibujante y músico frustrado vio
en la I Guerra la oportunidad de redimir su destino. Pero antes fue pordiosero
en Viena y se alojó en un Centro de Varones Pobres con otros parias. Allí
conoció a pequeños comerciantes de origen judío que lo ayudaron a llevarse un
plato de comida al estómago y a comprar baratijas para el mercadeo o por
mecanismo del trueque.
Era el
preámbulo de la República de Weimar en Alemania (1918-1933), modelo de sociedad
que Hitler combatió desde sus inicios. Primero como espía del Ejército y
después como activista y topo del sistema político democrático desde adentro.
En esos
años de formación de su relato criminal leyó sobre la existencia del Barón
Sanguinario. Así lo han demostrado los historiadores que hurgaron en los
archivos de la Inteligencia de EE UU, Inglaterra, y la Unión Soviética.
Este
personaje rotulado Barón —presunto título heredado de sus padres nobles que se
separaron en 1891— forjó una peculiar satisfacción sádica al desmembrar
animales y golpear a sus compañeritos de escuela con un garrote. Su padre
murió demente y su madre formó pareja nueva con un alemán.
Robert
Nickolaus Maximilian von Ungern-Sternberg, alias el Barón Sanguinario o Barón
Loco, nació en Austria en 1886 y creció en Estonia, por entonces territorio del
Zar de Rusia y después de la Revolución Bolchevique.
Desde
niño y al igual que Hitler, Von Sternberg fue macerando un odio racial hacia
los más desposeídos y los bolcheviques. Era la forma de sentirse superior y
distinto, alejado de la plebe.
Obsesionado
con convertirse en un cosaco de las estepas se las ingenió desde muchachito
para ingresar al Ejército Ruso y fue trasladado a Mongolia. Fundó la
temida Caballería Asiática que asaltaba, mataba, y se comía a sus víctimas
bebiendo vodka en los cráneos.
Adoptó el
budismo y un curioso esoterismo basado en el culto a la extrema crueldad y al
arrojo.
El Barón
Sanguinario azolaba los desiertos con su tropa de sicarios rusos, japoneses,
chinos y mongoles. Llegó a tomar por asalto la capital, Urga (actual Ulán
Bator) y asediado por China tuvo que cambiar de táctica para contraatacar en
1921 con sus forajidos. Escapó a Siberia y escribió al Dalái Lama por la ayuda
de Tibet. Hasta que la Cheka le puso un precio a su cabeza. Ahí comenzó su
caída.
El
encargado de cazar al Barón fue Pyotr Efimovich Shchetinkin. El diario The
Times de Londres publicó la saga de su detención y tomó una fotografía que pasó
a la historia.
Von
Sternberg jamás reconoció la autoridad de sus captores rusos. Cuando fue
fusilado un balazo rebotó en uno de sus talismanes. El escritor Juan Forn
cuenta que el Barón lanzó una carcajada diabólica: el disparo mató a un
integrante del pelotón. Había sido traicionado por sus propios cosacos
mongoles, hartos de sus métodos y de su personalidad paranoica. Tras su
muerte en Mongolia hubo luto y ayuno en homenaje funerario.
Cuando
salió el libro Bestias, Hombres y Dioses sobre la historia de Ungern-von
Sternberg, Adolf Hitler luchaba contra la República de Weimar y Sigmund Freud
no creía que los nazis iban a llegar tan lejos.
El
partisano ruso Pyotr Efimovich Shchetinkin murió misteriosamente en Mongolia.
Tenía 42 años. Su mandante, la Cheka, fue una invención anterior a la KGB. EE
UU fundó la OSS en la II Guerra basada en el estatuto de la antigua Policía
Política Soviética. De esa matriz nació la CIA.
Los
monstruos crecen de formas misteriosas. En el caso de Ungern-von Sternberg su
malignidad comenzó con la separación de sus padres y el segundo vínculo de su
mamá con un aristócrata alemán.
Hitler se
sintió subyugado por la historia del Barón Sanguinario que abrió su pecho ante
las balas del pelotón de fusilamiento recubierto de talismanes. Dicen que dejó
un tesoro equivalente a 500 millones de dólares en oro y piedras preciosas.
Hasta ahora nadie lo encontró en Mongolia. Hubo expediciones que siguieron sus
pasos por los desiertos del frío.
El Barón
quiso ser idéntico a Gengis Kan, comandante mongol muerto en 1238 durante la
invasión de Los Rus de Kiev a manos de su sobrino Batú Kan.
Epílogo
La
plataforma Netflix estrenó una serie documental sobre la vida y la siniestra
obra de Hitler que derivó en el Juicio de Núremberg en noviembre de 1945.
EE UU,
Reino Unido, la Unión Soviética y Francia juzgaron el horror de los nazis en
los campos de exterminio: 30 mil rusos fueron masacrados solo en 1941 y ocho
millones de personas de origen judío murieron en la industrialización
sistemática del asesinato de los nazis.
Tres
meses antes del Juicio de Núremberg, EE UU estrenó la masacre nuclear de
personas con los bombardeos de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Nunca nadie juzgó a Harry S. Truman que dio la orden.
El 1 de
noviembre de 1950 un grupo de nacionalistas de Puerto Rico intentó asesinarlo.
Truman vio el tiroteo entre los atacantes y su custodia personal desde un
balcón luego de despertarse de una siesta. Un peatón le gritó que se
escondiera. Murió a los 88 años en 1972. Su antecesor, Franklin D.
Roosevelt sentía adoración por un pastor alemán macho. Pero nunca se le hubiera
ocurrido llamarlo “hijo de cuatro patas”.
La perra
de Hitler se llamaba Blondi. En la I Guerra tuvo un perro llamado Foxl. “El
cerdo que me lo quitó no sabe lo que hizo. Me gustaba mucho, solo me obedecía a
mí”, declaró.
Para
Hitler ver morir a sus camaradas no le generaba ningún sentimiento. Se mostraba
impávido ante la muerte cotidiana de los seres humanos.
En 1929,
Roberto Arlt escribió la siguiente reflexión de El Astrólogo en su libro Los 7
Locos:
-La
humanidad, las multitudes de las enormes tierras han perdido la religión. No me
refiero a la católica. Me refiero a todo credo teológico. Entonces los hombres
van a decir: ¿Para qué queremos la vida?
Nadie
tendrá interés en conservar una existencia de carácter mecánico, porque la
ciencia ha cercenado toda fe. Y en el momento que se produzca tal fenómeno,
reaparecerá sobre la tierra una peste incurable... la peste del suicidio... ¿Se
imagina usted un mundo de gentes furiosas, de cráneo seco, moviéndose en los
subterráneos de las gigantescas ciudades y aullando a las paredes de cemento
armado: ¿Qué han hecho de nuestro dios?
¿Y
las muchachitas y las escolares organizando sociedades secretas para dedicarse
al sport del suicidio? ¿Y los hombres negándose a engendrar hijos que el iluso
Berthelot creía que se alimentarían con pastillas sintéticas?
Cualquier
parecido con la actualidad no es una casualidad.
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