domingo, 14 de julio de 2024

MÁS VALE ESPAÑA SIN VOX

 

MÁS VALE ESPAÑA SIN VOX

DAVID TORRES

El líder deVox, Santiago Abascal, conversa con el diputado de la formación Javier Ortega Smith durante un pleno del Congreso. - EFE / Fernando Villar

El editorial de un periódico muy patriótico comentaba esta misma semana la posibilidad de que, entre los seis mil menas que llegaron a Canarias, alguno destacara por sus habilidades futbolísticas dentro de dos décadas y acabara regalándonos una alegría en una Eurocopa. No había una sola palabra sobre el hecho de que se trata de seres humanos, de niños huérfanos, de criaturas desvalidas, sino únicamente sobre su aprovechamiento cárnico, como si fuesen esclavos en un mercado al aire libre y los Florentinos del futuro acudiesen raudos a palparles los muslos y comprobar su potencial para marcar un gol. Por algo el periódico se llama El Español.

El argumento parecía hecho a propósito para intentar convencer a los visigodos de Vox de que aceptaran la decisión del PP de acoger a unos pocos centenares de menas en cada Comunidad en la que comparten gobierno. No seáis tontos, hombre, que a lo mejor estáis desperdiciando un futuro Balón de Oro. Haced como si no fueran negros. Ni moros. Claro, no iban a convencerlos diciéndoles que en un futuro próximo alguno de esos menas podía ser un premio Nobel de Medicina, un gran astrofísico, una matemática genial o incluso otro Bertrand Ndongo, oveja negra de Vox.

A fin de cuentas, Abascal, Buxadé y algunos otros visigodos han ido celebrando los goles de Nico Williams y de Lamine Yamal en la Eurocopa sin hacer mucho caso de esos ultras heavy metal que consideran que la piel blanca es un requisito indispensable para vestir la camiseta de la selección española. Sí, parece mentira que haya vida todavía más a la derecha de Abascal, pero no se trata de vida inteligente, claro, y ahí están Vito Quiles y otros homínidos por el estilo exhibiendo un racismo decimonónico en pleno siglo XXI. De cualquier forma, el argumento futbolístico no ha funcionado y al final los visigodos de Vox, ante esta reedición infantil de la invasión musulmana de la Península, han cogido el cesto de las chufas y han dinamitado los gobiernos que mantenían codo con codo con el PP.

No ha habido manera. Para Abascal, los menas son delincuentes en pantalones cortos y por lo tanto hay que colocarlos en el apartado de "robos, violaciones y machetazos", una categoría donde, según él, no abundan los blancos ni los españoles de pro.  Sin embargo, esta misma semana la Policía Nacional le llevaba la contraria al publicar la lista de los diez delincuentes más buscados de España, un top ten criminal donde, por esas cosas de la vida, no sólo no hay ni un negro, ni un moro, sino que encima la gran mayoría es de producción nacional.

"Más vale honra sin barcos que barcos sin honra", dijo Abascal después de ordenar a sus próceres que se hicieran el harakiri, una frase que evoca la cita atribuida al marino Casto Méndez Núñez. Han sido 347 chavales los que han provocado esta ruptura histórica entre la derecha y la ultraderecha, una alianza que en España se remonta a la Contrarreforma y quizá al Pleistoceno, una aleación que parecía inmune al decoro, a la vergüenza y al sentido común. La verdad, chavales, nunca os lo agradeceremos bastante. Sólo por eso ya merece la pena que hayáis venido, no importa si luego no os hacéis bomberos o médicos o no marcáis ningún gol.

Resulta curioso que Feijóo, el moderado, haya sido capaz de tragar de todo con tal de pillar cacho en ayuntamientos y autonomías, y que al final el cordón sanitario contra Vox haya tenido que ponerlo Vox. Pero más vale España sin Vox que cualquier otra cosa. En todo caso, el harakiri es una cosa muy seria y más de un consejero en Extremadura y en Castilla y León se niega a abandonar el cargo, sobre todo teniendo en cuenta la fuerza de percebe con la que Abascal lleva décadas aferrado a un sillón. Particularmente, me da mucha pena la dimisión de Juan García-Gallardo, porque a ver qué va a hacer ahora el hombre. Juan se presentó en una reunión de moteros sin moto, pero con casco, y en un Campeonato Mundial de Debate por Parejas sin pareja, pero con él. Tampoco es que corra peligro de terminar con la frase final de Rufufú, de Mario Monicelli, quizá la comedia más graciosa del séptimo arte: "¡Cuidado, Pepe, que te van a hacer trabajar!"

 

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