LÚMPENES, CRUELES Y CRIMINALES
JUAN
ALONSO
En estos días, la Argentina sufre el peor gobierno de su historia con la asunción de Federico Sturzenegger como ministro que llega con el aval de Javier Milei para desguazar el Estado y su rol de mediador entre el poder de las corporaciones y la ciudadanía indefensa
El
viernes 5, el termómetro marcó menos 1 grado a las 8 de la mañana. La
sensación térmica registró frío bajo cero, pero en la página oficial del
Servicio Meteorológico Nacional (SMN) no había previsión alguna. A tal punto
llega el desmantelamiento del Estado.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires creció de forma alarmante la pobreza y la indigencia. Cada semana hay más personas en situación de calle y el gobierno de Jorge Macri ofrece “mantas, gorros de lana y guantes, algo caliente, y la invitación a un centro de ayuda para después de las 18”.
Su
personal especializado está compuesto por “técnicos y técnicas sociales”. No
son psicólogos, ni médicos, apenas “técnicos sociales” y van vestidos de estridente
amarillo en camionetas con el logo de la Ciudad. Ofrecen “algo caliente”, y
“chocolates”.
En
una esquina del barrio de Chacarita un hombre de unos 40 años se está
congelando, ruega por “unos pesos para poder comer algo, lo que sea”.
Pregunto
a los técnicos de la Ciudad y responden que pasarán a buscarlo a la tarde para
evitar “las temperaturas para frías” y así trasladarlo a un parador o centro de
la calle Combate de los Pozos. Aducen que podrían llevarlo a dormir al barrio
porteño de Barracas, donde funcionan paradores rechazados por los vecinos del
lugar por denuncias graves, muertes dudosas de personas vulnerables con
presunta intervención policial, e irregularidades en el funcionamiento interno.
“Le dijimos si quería venir con nosotros a un centro
de la Ciudad para comer algo y estar caliente, pero no quiso, porque dice que
los vecinos lo ayudan…”, se excusan los técnicos. De ellos y ellas no es la
responsabilidad de la miseria planificada que tiene víctimas concretas.
El hombre
en situación de calle carga un pasado indescifrable en la mirada y tres bolsos
que alguna vez allá lejos fueron para ropa deportiva. Me cuenta que hace tres
semanas que está abandonado a su suerte. Se quedó sin empleo en una obra en
construcción. Pide por favor para comer. Lo ayudo. Repite que no le diga nada
“a los de la Ciudad” que “me van a venir a buscar más tarde”.
Al
regresar se había ido. El temor a una potencial intervención policial es
lacerante. El sesgo de aporofobia vigente –rechazo, aversión, temor y desprecio
hacia los pobres- rige de facto desde que asumió Milei en diciembre de 2023.
Tres
jóvenes mayores de 21 años de la clase alta de Buenos Aires están procesados
por perseguir a mujeres y hombres indigentes y dispararles con un rifle de aire
comprimido desde un automóvil en la zona norte de la Ciudad.
Los
números tan citados por el oficialismo nacional y el Presidente con su vocería
mediática son aterradores. Hay 928.000 pobres más desde el cuarto trimestre de
2023. El alza fue del 22,1% al 30,1%. Según el diario Clarín, “la clase media
cayó de 47,2 a 40,7%”. Unos 7 puntos.
Lo que no
dice Clarín es que la situación desesperante se agravó con Milei. El 30,4% de
los hogares (411.000 viviendas) y el 35,1% de la población (1.083.000 personas)
sobreviven en situación de pobreza. En la comparación interanual, hay un
aumento de 198.000 hogares y 410.000 personas en la pobreza.
El 15,3%
de la población de CABA está en condición de indigencia. Se trata de 471.000
personas de 3.000.000 de habitantes establecidos.
Las
estadísticas apenas registran la orfandad cotidiana. Cada noche duermen más de
1.000 personas en las estaciones de trenes subterráneos.
El día
anterior en una Plaza de Mayo gélida con un sol tibio, la presidenta de
Abuelas, Estela de Carlotto, de 93 años, y Adolfo Pérez Esquivel, de 92 -Premio
Nobel de la Paz en 1980-, llamaron a defender las políticas institucionales de
defensa de los Derechos Humanos, luego de que el Gobierno Nacional decidiera
echar de sus empleos a antropólogas en el área de Derechos Humanos y a los
técnicos del Ministerio de Defensa que trabajaban en los archivos de la
última dictadura cívico-militar. Resultaron cesanteados de pronto por
disposición del ministro Luis Petri y el ex juez Alberto Baños, quien con mano
militarizada, apostó efectivos de la Policía Federal dentro del ex campo de
exterminio de la antigua Escuela de Mecánica de la Armada, ex ESMA. Toda una
tortura psicológica diaria para las víctimas del terrorismo de estado.
Milei y
su vicepresidente, Victoria Villarruel intentan desmantelar el Banco Nacional
de Datos Genéticos en peligro con la aprobación de la Ley Bases. De esa forma
se dificultará la identificación de personas robadas y dadas en adopción por
las patotas militares, cuando eran bebés y hoy son seres adultos que desconocen
su verdadera identidad.
Las
víctimas vuelven a sufrir al infinito.
Las
personas que sobrevivieron a los centros clandestinos de detención, además de
soportar la incertidumbre de perder el empleo en un momento de crecimiento del
hambre generalizado, suba del precio de los alimentos y los servicios
esenciales de luz, gas y agua, con desocupación, recesión, y depresión
económica estructural, son obligadas a ver con sus propios ojos un nuevo plan
sistemático de aniquilación social bajo la excusa de la libertad.
Chicos
rotos, hombres rotos
Al tiempo
que la Argentina ingresa en su abismo con un Presidente enajenado que habla
desde el cinismo a deportistas amateurs, luego de desfinanciar las actividades
deportivas y sociales desde el núcleo del Estado, el Fuero Federal juzga a los
supuestos autores materiales del intento de asesinato de Cristina Fernández de
Kirchner el 1 de septiembre de 2022.
El relato
de Fernando Sabag Montiel revela hasta qué punto son manipuladas las emociones
en base al odio. “Yo quería matar a Cristina”, confesó, pero cuando José Manuel
Ubiera –abogado de la querella- preguntó por qué razón, Sabag comenzó a
hilvanar la construcción cognitiva de los medios dominantes. “Lo hice porque es
ladrona”.
¿Cómo
llegó a esa conclusión? No lo logró explicar, aunque se erigió por encima de la
Justicia. “Supe que si mataba a Cristina se venía la tan temida guerra civil”.
Ahora
bien, repasemos la existencia de este lumpen de manual. Antes del intento de
matar a CFK, Sabag Montiel vivía de la renta de una casa que heredó de su madre
y de sus cinco automóviles, que compró en su mayoría durante la última gestión
presidencial de Cristina en el Gobierno. “No podía comprar los repuestos por la
inflación”, adujo ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Número 6.
¿Significa
que ese fue el móvil por el que accionó un arma de fuego a centímetros de la
cabeza de CFK? Pareciera que sí.
“Lo tenía
que hacer, lo tenía que hacer”, repitió, obsesionado.
Sabag
Montiel tenía seis teléfonos celulares. Raro. El aparato que usó en las horas
previas al intento de magnicidio, no pudo ser peritado por la Policía Federal.
“Lo rompieron a martillazos”, declaró. ¿Quién? No se sabe. “El primer celular
era mío, el otro no”, musitó. ¿Entonces?
Todo
indica que la coartada de que un grupo de lúmpenes se dedicara a vender copos
de azúcar en la vía pública con el objetivo de realizar tareas de inteligencia
previas a querer matar a Cristina habría sido ideada por personas poderosas que
no están sentadas ante el Tribunal Oral.
Esta
banda emergió en el mismo momento del pico de la pandemia y la narrativa contra
las vacunas de los mismos sectores liberales libertarios y autoritarios que
están en el poder.
A saber:
Milei militó contra las vacunas y los cuidados sanitarios del Estado. No quiso
vacunarse nunca. Su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich se cansó de
manifestarse violando la cuarentena con familias inmersas en el dolor por la
muerte de sus seres queridos.
La
alianza conservadora de los libertarios con el Pro de Mauricio Macri intentó
obtener rédito político a pura pulsión de muerte. Y lo logró. Lo cual nos habla
de una aguda y peligrosa enfermedad social.
Otro de los
acusados por el intento de magnicidio, Nicolás Carrizo pidió perdón a la ex
Vicepresidenta y a su familia, lloró desconsolado, explicó que solía dormir de
casa en casa tras la muerte de su padre, teniendo a cargo un hermano con
problemas de salud mental, y que gustaba “joder” con cuestiones que no tienen
recambio. Al menos de esa forma explicó los extraños mensajes que envió a sus
conocidos dándose protagonismo en el acto terrorista que quiso borrar de la faz
de la Tierra a Cristina.
“Yo no
tengo nada contra Cristina”, dijo.
Carrizo
empleó a Sabag Montiel y a Brenda Uliarte –la tercera imputada- para que
pudieran vender copos de azúcar en la calle luego de conocerlos en una casa de
Barracas y en Belgrano R.
Este
muchacho derruido en su psiquismo por la muerte de su papá contó que tuvo dos
hijos que no ve, una novia que lo quiere y que pidió la libertad condicional
denegada en base a un domicilio en el Gran Buenos Aires. Jura que halló la
oportunidad de vender copos de azúcar para sobrevivir después de que intentara
ser recolector de residuos sin éxito.
Al relato
de este sujeto marginal y marginado que bebía alcohol y escuchaba rock pesado y
administraba grupos en plataformas para organizar “fiestas” en una quinta, se
sumó el de Uliarte que trajo más confusión.
¿Quiénes
y por qué urdieron el rejunte de estos engendros asociales en torno a la vida
de Cristina?
La
parábola de los osos
El 4 de
julio, el periodista Julián Berenguel publicó un reportaje a Matt Hongoltz,
escritor estadounidense que publicó un libro extraordinario sobre un fallido laboratorio
libertario en un pueblo de Estados Unidos. La comunidad fue invadida por los
osos como consecuencia del desguace del Estado. Al mismo tiempo hubo un notable
crecimiento de la violencia social –con portación de armas-, crímenes varios, y
suba en la tasa de homicidios.
Epílogo
La
deshumanización del proyecto de Milei se centra en el individuo sin sentido
colectivo. Potencia la pobreza y no incluye a nadie. Eso altera y perjudica la
vida cotidiana en las provincias, municipios y distritos. Un fenómeno que puede
verse en la provincia de Corrientes con la desaparición del niño Loan. El
corrimiento del Estado tiene consecuencias dramáticas y está conectado con
supuestas actividades criminales.
Las
declaraciones de Sabag Montiel, Carrizo, y Uliarte denotan el agravamiento de
la descomposición del tejido social y un escenario de anomia, que aumenta con
la violencia enunciada desde el Poder Ejecutivo Nacional.
Todo el
aparato del Estado está puesto para desmantelar los valores y desproteger los
derechos de la población. El ciudadano ni siquiera puede ser consumidor en un
mundo capitalista dentro de una economía quebrada por sus dueños.
En cierto
sentido la mano que accionó el gatillo sobre la cabeza de Cristina, ahora con
Milei pretende aniquilar a la mayoría del pueblo argentino.
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