BASE NAVAL DE GUANTÁNAMO, TERRITORIO
USURPADO A CUBA HACE 120 AÑOS
PACO
AZANZA TELLETXIKI.
Se cumplen ya 120 años desde que Estados Unidos se apropió del territorio guantanamero donde instaló su base naval que hoy todavía no ha devuelto ni tiene intenciones de devolver. Hagamos un repaso de lo sucedido; sirva también para exigir su devolución.
Un poco de historia para situarnos
No cabe duda de que la muerte en combate de José Martí –Dos Ríos, 19 de mayo de 1895- y de Antonio Maceo –Punta Brava, 7 de diciembre de 1896- influyó de negativa manera en las filas independentistas que lucharon contra el colonialismo español.
Gracias a ello, en parte, Tomás
Estrada Palma se adueñó de la dirección política de la Guerra de Independencia
–la supresión de la elección anual del cargo de Delegado propició que él mismo
dirigiera el Partido desde 1895 hasta 1898 sin ser efectivamente electo- y el
Partido Revolucionario Cubano abandonó la posición antiimperialista,
introduciéndose notables modificaciones que lo alejaron sustancialmente de la
idea martiana original [1]. También se perdió la democrática costumbre de
rendir cuentas anuales de la gestión realizada, y se incrementó las relaciones
con la burguesía productora de azúcar –en septiembre-octubre de 1896, con el
consentimiento de la Delegación cubana de Nueva York y la de París, los
azucareros cubanos en Francia llegaron a negociar, sin resultados concretos, la
compra de la Isla a España.
En 1898, cuando los cubanos ya
habían vencido prácticamente a los españoles, el gobierno yanqui decidió
participar en la contienda. Y como en principio nadie le dio “vela en aquel
entierro”, se autohundió el Maine. Era el 15 de febrero cuando en la bahía de
La Habana estalló el buque, ocasionando la muerte de 266 personas. Estados
Unidos ya había dado con el pretexto que buscaba.
Finalmente, los españoles fueron
vencidos, el gobierno de William McKinley ya tenía a parte de su ejército en el
interior de la Isla de Cuba y, aprovechando la coyuntura histórica, Estrada
Palma disolvió el Partido. Los yanquis consideraron a los mambises “disidentes
de la Corona” y al Ejército Libertador como un “ejército extranjero”, lo que
propició también la disolución del propio Ejército Libertador y de la Asamblea
General de Representantes de la Revolución. El 12 de agosto de 1898 se firmó el
armisticio entre la Metrópoli y el gobierno de los Estados Unidos –obsérvese
cómo los cubanos fueron descaradamente ninguneados-; y el 10 de diciembre del
mismo año, con el Tratado firmado en París por España y Estados Unidos sucedió
exactamente lo mismo: el desprecio y absoluto soslayo a los mambises y al
pueblo de Cuba. La firma de aquel Tratado supuso el traspaso de España a
Estados Unidos, a partir del 1 de enero de 1899, de la Isla de Cuba, además de
Puerto Rico y las 7.100 islas de Filipinas y de Guan.
Los soldados españoles tenían de
plazo para abandonar Cuba ese mismo primero de enero, quedándose como
“garantes” de la “independencia” de la Isla los marines estadounidenses. El 29
de diciembre de 1898, Máximo Gómez expresó que Cuba no era “ni libre ni
independiente todavía”, y casi un mes después, el 28 de enero de 1899,
escribió: “Tristes se han ido los españoles y tristes hemos quedado nosotros,
porque un poder extranjero los ha sustituido […] los [norte]americanos han
comenzado con su tutela impuesta por la fuerza”.
Al mismo tiempo que los
gobernadores militares yanquis dictaban órdenes en Cuba, en junio de 1900 se
celebraron elecciones municipales, y en septiembre elecciones para delegados a
la Convención Constituyente que se encargaría de redactar una Constitución;
encargo materializado en febrero de 1901.
El 12 de junio se
aprobó la Enmienda Platt. De treinta y un delegados cubanos, dieciséis votaron
a favor de la Enmienda; once en contra; y cuatro estuvieron ausentes. Conviene
recordar que cuatro de los que votaron a favor, lo hicieron al “sentirse
forzados por las circunstancias y en contra de su voluntad”. Una de las
amenazas estadounidenses para imponerla Enmienda Platt fue la de no retirar las
tropas de ocupación si aquella no era aprobada.
El gobernador
militar yanqui en la Isla, Leonard Wood, quitándole importancia al asunto,
expresó: “[La Enmienda Platt] no es sinónimo de entremetimiento o injerencia en
los asuntos del Gobierno cubano, sino la formal acción de los Estados Unidos
basada en justos y sustanciales fundamentos para la preservación de la
independencia cubana”. Pero tamaña mentira quedó al descubierto cuando el
propio Wood escribió a Theodore Roosevelt, sustituto del presidente McKinley:
“Por supuesto que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la
Enmienda Platt”.
Esta Enmienda fue
un Apéndice a la Constitución de 1901, y, poco después, en 1903, al Tratado
Permanente entre Cuba y Estados Unidos.
Al amparo de su
artículo tercero, la Enmienda Platt permitía intervenir militarmente a Estados
Unidos en Cuba siempre que el gobierno imperialista lo considerara necesario
[2], y cedía parte del territorio nacional –el Guantánamo que nos ocupa- para,
según el artículo séptimo, “mantener la independencia de Cuba y proteger al
pueblo de la misma, así como para su propia defensa”.
Estrada Palma llegó
a la presidencia de Cuba el 20 de mayo de 1902. Aunque nacido en la Isla, este
individuo era ciudadano norteamericano, y, durante los últimos veinte años
antes de ocupar su cargo, residió en los Estados Unidos. Acérrimo anexionista,
ya en 1898 había expresado su deseo de que Cuba se ofreciera a la nación vecina
como parte integrante de ella. Afín al dictado yanqui, bajo su mandato se
firmó, pues, el Tratado Permanente y también el Tratado de Relaciones
Comerciales que oficializaba la dependencia política y económica
respectivamente.
Bastantes años
después, en 1934, el Tratado de Relaciones abolió la Enmienda Platt en su
conjunto, pero dejó en vigor el artículo séptimo de la misma referido a la base
naval.
La base naval de Guantánamo, una ilegalidad permanente
Se mire por donde
se mire, la base naval norteamericana de Guantánamo rebosa ilegalidad a
raudales. Antes de nada, se debe recordar que los delegados cubanos que
participaron en la ya mencionada Convención de 1901 estaban autorizados a
redactar una Constitución, pero no, de ninguna manera, a conceder parte del
territorio nacional a un país extranjero. Y es elemental en Derecho que un
acuerdo nunca será válido si el que consiente se excede de los poderes que le
fueron concedidos, como sucedió en este caso concreto al aceptarla Enmienda
Platt y su séptimo artículo. De modo que, como se puede observar, la base naval
de Guantánamo es ilegal desde su origen.
La instalación
yanqui ocupa la mitad de la Bahía de Guantánamo, y abarca un área de 117,8 Km2
-49,4 de tierra firme y el resto de agua y pantanos-, delimitando una línea de
costa de 17,5 kilómetros.
Este territorio fue
arrendado por el gobierno de los Estados Unidos para ser utilizado como
carbonera o estación naval; recordemos que con el fin de “mantener la
independencia de Cuba…”. Pero 120 años se han encargado de demostrar que su
utilización real siempre ha sido otra muy distinta; hasta el punto de que, como
todo el mundo sabe, actualmente alberga a una monstruosa cárcel derivada en
centro de tortura de no pocos prisioneros extranjeros.
Si se trata de “mantener la
independencia de Cuba”, ¿cómo conseguirlo utilizando una herramienta –la
Enmienda Platt-que en general y por la concesión de la base en particular
–artículo séptimo- viola la propia independencia que asegura proteger? Durante
la Guerra de Liberación (1956-1958), el territorio del II Frente Oriental Frank
País, comandado por el compañero Raúl, fue bombardeado a cada rato por la
aviación enemiga, y, para ello, los aviones del ejército de Batista repostaban
y se abastecían de bombas de fabricación estadounidense en la cercana base
naval norteamericana de Guantánamo. ¿Acaso, con su apoyo logístico a la
dictadura implantada por ellos, los yanquis protegían la independencia de Cuba?
Todo arrendamiento implica un uso
determinado, y es obvio que la base yanqui ha sido y es utilizada para
actividades que no guardan ninguna relación con el uso pactado. Estamos, pues,
ante otro ejemplo de ilegalidad respecto a la base.
Por otra parte, toda base militar
es ilegal si se halla instalada y mantenida contra la voluntad del pueblo de la
nación donde ésta esté ubicada. Y, de manera contundente, el pueblo de Cuba
hace años que se pronunció a ese respecto. El artículo 11 de su Constitución
(me refiero a la [3] establece que “La
República de Cuba repudia y considera ilegales y nulos los tratados, pactos o
concesiones concertados en condiciones de desigualdad que desconocen o
disminuyen su soberanía e integridad territorial”.
A
modo de conclusión
Las autoridades cubanas han
anunciado en más de una ocasión que nunca aceptarán negociación alguna respecto
al territorio ilegalmente ocupado, ya que consideran que las tropas allí
acantonadas están contra la voluntad expresa del pueblo de Cuba. De todos
modos, saben que, históricamente, el gobierno de los Estados Unidos siempre ha
buscado el más mínimo pretexto para intervenir en la Isla. Desde 1959, la base
ha sido fuente de agresiones y provocaciones -un soldado cubano, por ejemplo,
fue asesinado en 1964 y otro en 1966 por disparos realizados desde la
instalación norteamericana-. Es por eso que el gobierno cubano descartó
recuperar sus legítimos derechos mediante la fuerza, dejando que tarde o
temprano la justicia se imponga.
Pero, visto lo visto, la justicia
por sí sola no llega. El territorio guantanamero fue usurpado a sus dueños
naturales hace ya 120 años.
Notas
1.- El Partido Revolucionario
Cubano se fundó el 10 de abril de 1892, y, según el artículo primero de sus
bases, se constituyó “para lograr con los esfuerzos unidos de todos los hombres
de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba y fomentar y
auxiliar la de Puerto Rico”. La liberación antillana era para Martí
inconcebible sin la liberación efectiva continental.
2.- Y por supuesto que
intervinieron en varias ocasiones. La primera intervención, después de la
retirada de tropas en 1902, fue entre 1906 y 1909 con Tomás Estrada Palma como
presidente y con la “Guerrita de Agosto” como pretexto; la segunda “injerencia
preventiva” data de 1912, con José Miguel Gómez al frente del país y el
alzamiento del Partido de los Independientes de Color como excusa; y la tercera
abarcó desde 1917 hasta 1922, en esta ocasión bajo los mandatos de dos
presidentes: Mario García Menocal (1913-1921) y Alfredo Zayas Alfonso
(1921-1925). En 1917 Menocal se reeligió de manera fraudulenta y los del
Partido Liberal se alzaron en armas, motivo por el cual los estadounidenses
–estos apoyaban a Menocal- intervinieron en la guerra popularmente conocida
como “La Chambelona”. Fue Zayas, el “presidente puente” entre Menocal y Gerardo
Machado (1925-1933), quien en 1922 pidió la retirada de las tropas
norteamericanas.
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