LOS OVNIS Y EL PERIODISMO
La
clave en la elección de una fuente nunca es la calidad de la información
presentada, sino que la misma favorezca los intereses editoriales del medio en
cuestión
PABLO IGLESIAS
Restos calcinados del tren que transportaba sustancias tóxicas
y descarriló en Ohio (EE.UU.) el pasado 3 de febrero.
“No hay indicios de alienígenas o de actividad extraterrestre en estos recientes derribos. Quería asegurarme de que el pueblo estadounidense lo supiera y es importante que lo digamos desde aquí”. Esto dijo hace poco nada menos que la portavoz de la Casa Blanca, en su rueda de prensa diaria. Este es el mundo en el que vivimos, amigos.
Repasando la prensa de hoy, muchos medios españoles y latinoamericanos hablan de “teoría de la conspiración” para referirse a las sospechas de millares de internautas que están señalando en las redes sociales que, a lo mejor, esto de los globos chinos y los ovnis quizá tenga algo de cortina de humo para no hablar mucho de la catástrofe medioambiental que se ha producido en Ohio después del accidente de un tren que transportaba material químico peligroso.
La verdad es que no
tengo ni la más mínima prueba de que el Gobierno de EE.UU. esté tratando de
ocultar las implicaciones del accidente de Ohio con los globos y con los ovnis,
pero descalificar las sospechas de que algo huele a podrido en Dinamarca, como
teoría conspiranoica, no me parece muy riguroso que digamos.
Cualquiera con una
mínima formación mediática sabe que la principal decisión político-comunicativa
de cualquier actor político o mediático es privilegiar unos temas respecto a
otros. La decisión de llevar una noticia a portada y de llevar otra a páginas
interiores, la decisión de incluir unos temas y no otros en la escaleta de un
programa de radio o de televisión, es una decisión de enorme importancia
política. Ese tipo de decisiones nunca son inocentes; están condicionadas por
intereses y por voluntades políticas.
En las últimas
horas hemos escuchado y leído a multitud de periodistas atacar a CTXT por haber
publicado en castellano la investigación de Seymour Hersh que atribuye los
atentados contra los oleoductos Nord Stream al gobierno de los EE.UU. Esos
periodistas señalaban algo cierto; que Hersh use solo una fuente no basta para
probar la autoría pero, a partir de ahí, algunos de ellos razonaban que la
investigación del premio Pulitzer no era publicable.
El uso de fuentes
anónimas de escaso peso y sin contrastar es una práctica generalizada en el
periodismo político que se hace en España
Llama la atención
que buena parte de esos periodistas trabajen en medios que han publicado y
publican bulos escandalosos. Es más, en lo que se refiere a los bulos
publicados contra Podemos y contra mí, la mayoría de los periodistas que
despreciaban por no publicable la investigación de Hersh, informaron en su
momento sobre esos bulos, les dieron presunción de veracidad y nos pidieron
incluso que los valoráramos. Ayer mismo, un digital especializado en mentir
publicaba que Irene Montero habría comprado un ático de un millón de euros en
Madrid, añadiendo que acudía al mismo junto a nuestros hijos y su cuidadora
filipina. Ese medio, El Cierre Digital, recibe dinero del Ayuntamiento de
Madrid y también de la Comunidad, pero es casi imposible encontrar periodistas
que denuncien que El Cierre Digitales básicamente una fábrica de bulos. Los
mismos que se escandalizan por el hecho de que Hersh solo cuente con una fuente
anónima miran para otro lado cuando se trata de los bulos que esparcen algunos
de sus compañeros de profesión. Entiendo que no denuncien esos bulos porque
denunciar que el medio que te paga miente tiene las consecuencias que tiene en
las sociedades libres de mercado. Pero siendo así, quizá debieran ser un poco
menos arrogantes.
Y, a propósito del
uso de fuentes anónimas, les contaré un secreto. Cuando era secretario general
de Podemos fui fuente de muchos periodistas. A veces lo indicaban señalando en
sus piezas aquello de “fuentes del entorno del secretario general”, pero otras
veces me asumían como fuente anónima sin contrastar absolutamente con nadie
más. En este caso se podrían defender diciendo que el secretario general de un
partido no es una fuente cualquiera, pero el uso de fuentes anónimas de escaso
peso y sin contrastar es una práctica generalizada en el periodismo político
que se hace en España. Lo digo porque lo he vivido desde dentro y conozco a
muchas de esas fuentes anónimas; la clave nunca era la calidad de su
información sino que la misma favoreciera los intereses editoriales de la pieza
en cuestión. La última vez que fui “fuente” fue hace unas semanas, cuando
Ignacio Escolar me llamó para preguntarme por la interna de Unidas Podemos;
casi nada de lo que le conté resultó de su interés y no apareció en la pieza
que elaboró. La información era de calidad, pero, lógicamente, Escolar sabía lo
que quería contar más allá de lo que las fuentes le dijéramos. Si esto funciona
así con un periodista riguroso y serio que además es el director y controla la
mayoría de las acciones de su digital, imagínense cómo es con los demás.
No creo que vaya a
ser fácil demostrar que el atentado contra los oleoductos sea obra de EE.UU.,
ni tampoco que la sobrerrepresentación mediática de los globos y los ovnis
responda a una estrategia para ocultar el accidente de Ohio, pero la formación
política, histórica y mediática de la ciudadanía es la mejor vacuna frente a un
nuevo fascismo que viene cabalgando a lomos de
grandes medios de comunicación. Un ciudadano formado sabe que el atentado
contra los oleoductos favorece a Estados Unidos y sabe que el gobierno de este
país sería perfectamente capaz de una acción así; un ciudadano formado sabe que
buena parte de los medios en España producen y difunden mentiras; un ciudadano
formado sabe que el corporativismo es el cáncer de cualquier profesión y en
especial del periodismo. Y, por último, un ciudadano formado sabe que en las
sociedades en las que se vota para elegir diputados y gobiernos, los medios son
el principal instrumento político e ideológico para influir en las opiniones y
en el comportamiento electoral de la ciudadanía.
Posdata: Si alguna
vez escuchan a un político decir que jamás ha sido fuente de periodistas, puedo
asegurarles que, en un 99% de los casos, estará mintiendo. Una de las
principales tareas de un político es hablar con periodistas por muy
desagradable que resulte.
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