FERRERAS: LA CLOACA DE LA (DES)INFORMACIÓN Y UN MINISTRO QUE MIENTE
IÑAKI ALRUI.
Es al Rojo vivo, un programa de la Sexta TV, subrayo que servidor no ve TV en un intento personal de no degenerar como ser humano. Pero en mis incursiones por las redes sociales, ¡zas! me encuentro un corte del vídeo donde hablan del periodista Pablo González, y encima con el Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares Bueno.
Lo primero que me viene es la razonable duda: ¿qué habrán dicho? Pero también tengo fresco que en estos días se han producido movimientos a favor de la defensa de los Derechos Humanos de Pablo González, como la pregunta del Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, a su homólogo polaco, sobre si se están respetando los derechos fundamentales del periodista, eso sí… ¡once meses después de la detención! Nunca es tarde si la dicha es buena.
Me alegra que por
fin se hable de este caso… pero si hasta ahora luchábamos contra el
silenciamiento, ahora toca luchar contra el engaño.
Vamos a contar mentiras…
Bien, abro vídeo…
Ferreras arranca con las preguntas, con ese estilo característico suyo, que
parece que va a machacar al entrevistado, y el ministro empieza a hablar: “Yo
sigo este caso personalmente”, “Todo está dentro del plazo legal”, “Yo he
verificado que sus derechos fundamentales están siendo respetados”, podría
seguir entresacando frases, pero el fragmento es corto, mejor es verlo antes de
seguir comentando.
Reproductor de
vídeo
Oyendo hablar al
ministro, parece que Pablo González se encuentra castigado en un resort de
Polonia y no aislado en una prisión, que todos sus derechos se cumplen y que se
encuentra perfectamente.
La realidad
El próximo 28 de
febrero se cumplirá un año de su detención, a estas alturas nadie sabe de que
se le acusa oficialmente, salvo las autoridades polacas y el ministro Albares.
· Las primeras 48
horas de su detención estuvo técnicamente desaparecido, estaba detenido pero
Polonia no comunicó a la embajada su detención hasta pasados dos días.
· Su aislamiento es
total, ni habla, ni se puede relacionar con nadie, desde el principio le
catalogaron como preso peligroso en la prisión de alta seguridad de Radom, a
unos 70 kilómetros de la capital, Varsovia.
· Se encuentra en
un módulo de máxima seguridad de dicha prisión, 23 horas encerrado en una
celda, sin luz natural, en la que sufre la falta de aire, algo que se denunció
ante Estrasburgo, la ventana opaca de su cubículo no se abre y no ventila la
celda, cosa que provoca acumular calor en verano y humedad en invierno. La hora
restante de su día a día, es para dar un paseo él solo en un patio de 7 m2.
· Todavía no ha
podido asistirle su abogado de confianza español, ha sido la familia quien ha
tenido que contratar un Gabinete de Defensa, especializado en derecho penal en
Polonia para poder atender adecuadamente a Pablo, un inmenso gasto que hasta
hoy se va sorteando con una cuenta solidaria.
· Por parte de la
embajada española recibe exclusivamente las visitas protocolarias del cónsul,
en los intervalos de tiempo establecidos por el protocolo de asistencia del
Ministerio de Asuntos Exteriores.
· La
correspondencia le tarda en llegar dos meses, después de ser pasadas por la
censura (sabemos que ahora ha empezado, con cuentagotas, a recibir cartas de la
campaña “Escribe a Pablo”, y también que muchas cartas de esa campaña de
solidaridad empiezan a llegar devueltas a España, que ni censuradas se las han
entregado). Recíprocamente, ocurre lo mismo con las cartas que Pablo manda a la
familia, tardan dos meses mínimo y censuradas.
· Tampoco se le
permite hablar telefónicamente con su familia, ni siquiera con sus hijos. En
once meses solo han permitido una única visita de su mujer, el 21 de noviembre,
dos horas de conversación compartida con una interprete y agentes del servicio
de inteligencia polaco.
· La mala
alimentación también le está pasando factura, ha perdido más de 20 kilos y toma
suplementos alimenticios para suplir las carencias en la dieta de prisión.
· Por cosas como
todo lo anterior, a la prisión de Radom se la puede renombrar como el
“Guantánamo” de Polonia.
Y todo esto es lo
que el ministro considera respeto de los derechos, comunicación con sus
familiares y derecho a la defensa.
Hay un momento en
el que el ministro pone la “guinda” de la entrevista cuando hace de juez, y no
de Ministro de Asuntos Exteriores, y dice que los cargos de los que se le
acusan “son muy graves”. Son los cargos secretos, los que solo saben las
autoridades polacas y el ministro español, por supuesto. Los cargos que después
de un año sigue sin conocer ni la familia, ni el equipo jurídico español, ni
los medios. Hasta ahora lo único que tenemos es la escueta nota de prensa de
las autoridades polacas a principios de marzo, y un año después sigue sin
presentarse escrito de acusación formal. Pero eso sí, los cargos son
gravísimos, dice el ministro con tono circunspecto, como quien sugiere que es
culpable. No sabemos de qué, pero lo dice el señor ministro.
La cloaca de la (des)Información
Por cierto, el
ministro patrañero que aparece en la entrevista no se ha puesto en contacto con
la familia de Pablo González, ni él ni ningún representante de Asuntos
Exteriores, el único contacto hasta ahora es con el cónsul.
El ministro miente,
no es ninguna novedad, es algo habitual en la clase política y lo hace con toda
naturalidad, pero miente, es lo habitual cuando salen en prensa, radio o
televisión, mentir. Pero lo peor es lo de Ferreras, el de “más periodismo”, que
no ejerce como entrevistador, como comunicador, como periodista para contrastar
y desmentir las mentiras del ministro. Ferreras asiente, es el lacayo perfecto
en la cloaca de la desinformación, la entrevista parece normal, perfecta,
aunque todas las respuestas del ministro sean burdas falsedades. Ferreras
blanquea y busca con su estilo dar credibilidad. Ferreras “va con ello”, y
aunque se ponga al descubierto su manipulación, sigue teniendo su espacio
televisivo como si tal cosa.
El hablar del
ministro es pausado, calculado, responde a cada pregunta sin necesidad de
pensar ni por un instante… cualquiera diría que cada paso de la entrevista
estaba pactado, preguntas y respuestas ajustadas al guion, todo interpretado a
la perfección de la normalidad mediática a la que nos tienen acostumbrados.
Un año de secuestro legal
Vamos a cumplir el
año con Pablo González detenido (secuestrado) en Polonia, y no hay fecha de
juicio, no hay acusación formal y no se respetan derechos tan básicos como
poder comunicar directamente con su familia, tener unos permisos regulares de
visita o recibir la visita de su abogado de confianza, hablamos de mínimos a
punto de hacer los doce meses de violaciones máximas de los derechos
fundamentales para un detenido en un país de la Unión Europea.
Termino con una
coletilla que hago habitual y no puedo evitar añadir cada vez que entro en este
tema: “Si a Pablo González le hubieran detenido en Venezuela, Cuba, China,
Corea del Norte o Rusia, no habría día que no fuera noticia en los
informativos, columna en periódicos, crónica en radios, de protestas
diplomáticas, de visitas de estado… pero a Pablo le han detenido en Polonia, un
país que desde el inicio del conflicto bélico ha pasado de ser criticado por
sus socios europeos a estar bendecido por la hipócrita política común”.
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