LOS IMPERIALISMOS
BOAVENTURA
DE SOUSA SANTOS
Un hombre muestra la señal de la victoria y agita la bandera de los Estados Unidos a la espera de la llegada del presidente de los Estados Unidos a Varsovia el 21 de febrero de 2023.- AFP
Desde el principio condené enérgicamente la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero desde ese momento subrayé que ha habido una fuerte provocación estadounidense para que esto sucediera con el objetivo de debilitar a Rusia y detener a China. En la Guerra de Ucrania, el imperialismo estadounidense, el imperialismo ruso y el imperialismo chino se enfrentan. Estoy en contra de todo imperialismo y admito que en el futuro el imperialismo ruso o el imperialismo chino pueden ser los más peligrosos, pero no tengo ninguna duda de que en este momento el imperialismo más peligroso es el de Estados Unidos. Saca ventaja en dos áreas, la militar y la financiera. Nada de esto garantiza la longevidad de este imperialismo. De hecho, he argumentado que está en declive, pero la decadencia en sí misma puede ser uno de los factores que explica la mayor peligrosidad de hoy.
La dinámica del
imperialismo estadounidense parece imparable, siempre alimentada por la
creencia de que la destrucción que provoca o incita tendrá lugar lejos de sus
fronteras protegidas por dos vastos océanos. Por lo tanto, tienen un desprecio
casi genético por otros pueblos. Estados Unidos siempre dice que interviene por
el bien de la democracia y solo deja destrucción y dictadura o caos tras su
paso. La última y quizás más extrema manifestación de esta ideología se puede
leer en el último libro del neoconservador Robert Kagan (casado con la
neoconservadora, Victoria Nuland, subsecretaria de Estado para Asuntos
Políticos del gobierno del presidente Joe Biden), The Ghost at the Feast:
America and the Collapse of World Order, 1900-1941 (Nueva York, Alfred Knopf,
2022).
La idea central de
este libro es que Estados Unidos es un país único en el mundo en su deseo de
hacer a las personas más felices, más libres y ricas, luchando contra la
corrupción y la tiranía dondequiera que existan. Son tan maravillosamente
poderosos que habrían evitado la Segunda Guerra Mundial si hubieran intervenido
militar y financieramente a tiempo para obligar a Alemania, Italia, Japón, Francia
y Gran Bretaña a seguir el nuevo orden mundial dictado por Estados Unidos.
Todas las intervenciones estadounidenses en el extranjero han sido altruistas,
por el bien de los pueblos intervenidos. Según Kagan, desde las primeras
intervenciones militares en el extranjero —la guerra hispanoamericana de 1898
(con el propósito de dominar Cuba desde entonces hasta hoy), y la guerra
filipino-estadounidense de 1899-1902 (contra la autodeterminación de Filipinas
y que resultó en más de 200.000 muertos)— Estados Unidos siempre ha intervenido
con fines altruistas y por el bien de los pueblos.
Este monumento a la
hipocresía y el ocultamiento de verdades incómodas ni siquiera considera la
trágica realidad de los pueblos indígenas y la población negra de Estados
Unidos sometidos al exterminio y la discriminación más violentos en el momento
de estas intervenciones supuestamente liberadoras en el extranjero. El registro
histórico revela la crueldad de esta mistificación. Invariablemente, las
intervenciones han sido dictadas por los intereses geopolíticos y económicos de
Estados Unidos, en los que, además, Estados Unidos no son una excepción. Por el
contrario, este siempre ha sido el caso para todos los imperios (ver la
invasión de Rusia por Napoleón y Hitler). Los registros históricos muestran que
la prevalencia de los intereses imperiales de Estados Unidos a menudo ha
llevado a borrar las aspiraciones de autodeterminación, libertad y democracia y
a apoyar a los dictadores sedientos de sangre que resultó en devastación y muerte,
la Guerra del Plátano en Nicaragua (1912), el apoyo al dictador cubano
Fulgencio Batista y la operación militar en Bahía Cochinos de 1961, el apoyo al
golpe militar en Brasil en 1964 y la caída de Salvador Allende en Chile (1973);
del golpe contra el presidente Mohammad Mossaddegh, democráticamente elegido de
Irán, (1953) al golpe de Estado contra Jacobo Árbenz, también democráticamente
elegido, de Guatemala (1954); de la invasión a Vietnam para poner fin a la
amenaza comunista (1965) a la invasión de Afganistán (2001), supuestamente para
defenderse de los terroristas (que no eran afganos) que atacaron las Torres
Gemelas de Nueva York, después de haber
apoyado en los veinte años anteriores a los muyahidines contra el gobierno
comunista respaldado por la Unión Soviética; de la invasión de Irak en 2003
para eliminar a Saddam Hussein y sus armas de destrucción masiva (que no
existían), a la intervención en Siria para defender a los rebeldes que eran en
su mayoría (y son) islamistas radicales; de la intervención, a través de la
OTAN, en los Balcanes sin autorización de la ONU (1995), a la destrucción de
Libia (2011).
Siempre hubo
"razones benevolentes" para estas intervenciones, que siempre
tuvieron cómplices y aliados locales. ¿Qué quedará de la mártir Ucrania cuando
termine la guerra (todas las guerras acaban algún día)? ¿En qué situación
quedarán los otros países de Europa, especialmente Alemania y Francia, todavía
dominados por la falsa idea de que el Plan Marshall fue la expresión de la
filantropía desinteresada de Estados Unidos, a la que deben infinita gratitud y
solidaridad incondicional? ¿Cómo quedará Rusia? ¿Qué equilibrio se puede hacer
más allá de la muerte y la destrucción que la guerra siempre causa? ¿Por qué no
hay un fuerte movimiento en Europa por una paz justa y duradera? Aunque la
guerra se está librando en Europa, ¿están los europeos esperando que surja un
movimiento contra la guerra en Estados Unidos para alistarse en él con buena
conciencia y sin riesgo de ser considerados amigos de Putin o comunistas?
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