MALINCHE
JOSU AIZPURUA
Indígena, que no
india, oriunda de lo que hoy es Mexico, hoy es actora de la lucha entre la
Verdad Histórica y la Leyenda Blanca que el facherío se apresta a renovar con
bodrios como el musical que el niño pijo expone en Madrid con todo el apoyo
pesebrero de los ayusistas.
¿Por qué no hace un
musical de Moctezuma?
No aceptan la
verdad histórica y se revuelven. Su poder mediático hace el resto.
La Malinche era una esclava entregada entre otras 19 a Cortés. Su destino era el trabajo doméstico pues no se podía fornicar con salvajes no cristianas. Cortés las bautizó y entregó a sus favoritos, pues al ser “cristianas” ya se las podían trajinar sin ir contra la Ley Castellana. Tiempo después, al notar su conocimiento de dos lenguas del territorio, Cortés la reclamó y la llevó de interprete en sus conquistas. La hizo un hijo, Martin en honor al nombre de su padre, hijo del que se perdió la senda.
Hacer un musical de
amor con esta pobre mujer, es casi delito.
Nunca pudo ser
traidora a su nación, pues Mexico no existía entonces y la pugna entre naciones
tribales nos deja fuera de la comprensión de su pertenencia nacional. Intuimos
su dureza vital, por ser mujer, por ser esclava, por ser colonizada. Todo nos
hace ver una cruel vida que no se diferencia de las vividas en el Holocausto.
El empecinamiento
antihumano de blanquear el esclavismo y colonialismo de la Castilla Imperial es
algo a científico y obstáculo actual para la comprensión y convivencia entre
los Pueblos y naciones actuales.
Racionalmente
meternos en deliberar si hoy somo herederos de los colonizadores o de los
colonizados, como hacen los fachas identificando al colonizador con el
patriota, y al colonizado con la basura, además de acientífico es obstáculo de
convivencia y argumento de dominación para los poderosos del momento.
Nuestras islas
Canarias, son víctimas de este delito humano, la Colonización, y la
glorificación mantenida por godos siglo XXI, de una impresentable herencia
castellana que arrasó con genocidio y produjo muchas Malinches como relata en “Fayna
la Canaria” el escritor Francisco Lezcano.
Asignatura
pendiente que no se resuelve a criterio histórico, por la deformación
españolista de esta subcasta canaria que ocupa el mando en Plaza, incrustados
en cualquier forma de Poder y represión que impide el desarrollo de la
población de origen autóctono, wanche, que supondría el reverdecer de la
cultura canaria auténtica.
Espontáneamente surgirían hogueras en que quemar públicamente al Papa Clemente VI y su Bula a castellanos y lusos para apoderarse de Canarias, esclavizarla y colonizarla
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