Feijóo, como los
toros, no sufre
ANA
PARDO DE VERA
Felipe
VI (d) recibe a Alberto Núñez Feijóo, líder
del
PP, en La Zarzuela.- EFE
En las últimas horas, tras la reconciliación número mil de PP y Vox a favor de la ultraderecha y sus "condiciones" para apoyar a sus socios autonómicos y municipales, la lógica más pura decía que, de apuntar a alguno y no pasar directamente a la repetición de las consultas, Alberto Núñez Feijóo sería el propuesto por el rey y ratificado por la presidenta del Congreso como candidato a jefe del Ejecutivo: fue él quien llevó más apoyos asegurados (no todos) a la audiencia con Felipe VI (PP, Vox, Coalición Canaria y UPN: 172 escaños frente a los 176 necesarios para ser investido)
Pedro
Sánchez, el otro presidenciable, cuenta en estos momentos con menos
apoyos asegurados que Feijóo, esto es, únicamente con los de la coalición
PSOE-Sumar (153 escaños), aunque el presidente del Gobierno en
funciones es el único que dispone ahora de la posibilidad de lograr una mayoría
absoluta, incluso, de 178 diputados, como en el caso de la elección
de Francina Armengol al frente de la Cámara Baja. Ni
PSOE ni PP, no obstante, han tenido tiempo de cerrar más negociaciones que las
de las sumas de escaños citadas, por lo que, aunque podría haber repetido la
ronda de consultas -tuvo que hacerlo cuando Mariano Rajoy, al
contrario que Feijóo ahora, declinó presentarse a la sesión de investidura
cuando el rey lo propuso en 2016-,
Felipe VI ha optado por poner en marcha el proceso de investidura de Feijóo,
que, en este momento, todo apunta a que será fallida por cuatro escaños. Pero
no importa, porque el expresidente de la Xunta de
Galicia, como dicen los taurinos de los toros de lidia en las plazas, no sufre:
es tradición, es costumbre.
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Finalizada
la ronda de consultas de los días 21 y 22 de agosto; comunicada a Armengol la
propuesta del rey sobre el candidato a Presidencia del Gobierno, y tras hacerla
pública, la Casa Real nos sorprendió con un largo comunicado al respecto de
la propuesta de Felipe VI de razonamiento, como mínimo, sorprendente.
Todo va bien en la explicación del acto del monarca hasta que llegamos a la
tercera consideración, donde hacer referencia a la mayoría del PP en las
elecciones generales (137): "Esta práctica [la de designar candidato al
líder del partido más votado] se ha ido convirtiendo con el paso de los años en
una costumbre [solo rota en la XI Legislatura]. En el
procedimiento de consultas llevado a cabo por Su Majestad el Rey no se ha
constatado, a día de hoy, la existencia de una mayoría suficiente para la
investidura que, en su caso, hiciera decaer esta costumbre".
La
explicación real no solo nos retrotrae al siglo XVI, con sus cosillas coloniales en las Américas, sino que da
que pensar sobre el asesoramiento del que dispone el jefe del Estado para
argumentar semejante cosa. ¿Apelar a la
"costumbre" en la propuesta a un candidato a Presidencia del Gobierno
es normal en una democracia parlamentaria del siglo XXI o, lo
que es más preocupante, el rey pretendía justificar de alguna forma que estaba
respaldando las reivindicaciones del PP pese a no tener éste apoyos?
El rey encarga a
Feijóo formar Gobierno en una investidura casi sin opciones
Excusatio
non petita, accusatio manifesta ... Lo que ha hecho el monarca es perfectamente
legal: Feijóo le pidió que lo propusiera, fue con 172 apoyos (19 más que
Sánchez) y el rey puso a andar el reloj de una muy difícil investidura, que
será el único o el primero. ¿Qué es eso de la "costumbre"? ¿Quiere decir que si Sánchez fuera con la mayoría absoluta
garantizada a la audiencia de este martes, el rey habría propuesto a Feijóo sí
o sí, por "costumbre"? ¿O quiere decirnos -por lo que sea-
que la "costumbre" coincide en esta ocasión con lo lógico, si se
quiere proponer a algún candidato, y nos está explicando exactamente nada?
La
monarquía, como la tauromaquia torturadora, como la iglesia católica, ... siempre
a vueltas con sus costumbres y tradiciones, incluso contra la ciencia, incluso en procesos perfectamente tasados y normales, donde el rey propone a través de la Presidencia del
Congreso en un régimen de democracia parlamentaria, no presidencialista. La monarquía, que sí es una "costumbre" antidemocrática
y sin sentido alguno en este tiempo, vive más fuera de la realidad que nunca;
es lo que tienen los privilegios absolutos. Ya es hora de que funcione la
democracia plena y no, "la costumbre".
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