SUAM 8
DUNIA
SANCHEZ
Yo Suam cierro la puerta del faro e inmerso entre estas paredes se escucha el crujir del mar. De repente, aunque parezca extraño, un viento febril y violento se levanta . Siento como rompe las agresivas olas gigantes contra este faro. Una agresividad que me transmite a la vez un descanso. Todo se alborota, un tambor suena, el piano no deja de montar nota tras nota y el viento fuerte silba un adiós. Todo calla, así, en el preciso instante que todo se hace silencio. Me erijo hasta esas cuartillas escritas a mano y miro mis manos, mis manos sucias, mi ropa de vagabundo, la señal de un conflicto. Un conflicto que nos ha dejado a las afueras del ritmo del mundo. Yo Suam me lamento, como se lamenta las mareas en la precariedad de la existencia. No quedan nada de los míos. No sé una añoranza revienta mi estómago. Siento la necesidad de sentarme y me siento. Las luces se apagan como se apagan los miedos pegado a mis huesos, a mi piel. No he muerto en esta guerra y ahora en este faro, con la paz de ese hombre percibo mi dejadez. Me levanto, y miro por una ventana redonda, de donde las gotas blancas de las olas entran.
En esta noche de luna blanca con solo lumbre a este mar. Un
llanto de ballenas se columpia. Un llanto de una isla rajada no se piada de mí.
Me sostengo en la verticalidad de mis piernas y miro y veo todo es callado en
tierra. No hay luces, solo un humo de alguna hoguera para la despedida de los
últimos y es que la guerra ha terminado. Por un instante siento gritos
deleznables en mi cuerpo. Por un instante siento pánico. La gaviota picotea mis
playeras agujereadas y me distrae. La miro y me mira…me mira y la miro,
suspiro. Un suspiro que puede ser un quejido, una dejadez contra lo que no se
pude luchar. No…no se puede luchar con el antes, con el ayer. Mirar de frente y
reconstruir todas estas cenizas. Cenizas mezcladas con sabor a muertos, con
saber a jarrones rotos, con sabor a aguas contaminadas, con sabor a pan rancio.
Yo Suam cierro los ojos, me duelen. Me duele mirar a la luna blanca después de
tanto tiempo de incomunicación, en una cueva
como barricada al desastre.
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