GOLPISTAS DE LEGALIDAD INDUDABLE
los votantes
de la derecha cruzan los dedos para que los suyos lleguen a un acuerdo que les
permita llegar al poder de la mano de todos aquellos a los que demonizaron
GERARDO
TECÉ
Alberto Núñez Feijóo, durante un pleno del
Senado.
Diciembre 2022. / Senado
Disfruten de las próximas semanas de política española porque se presentan tranquilas como una piscina en Teruel. Este oasis, de lo más extraño, ha sido propiciado por Felipe VI, número uno en las listas de la derecha por Madrid tras comprar el relato de Feijóo y encargarle una investidura condenada al fracaso, a la espera de sobornos y tamayazos. Mientras el PP pone en marcha la maquinaria de la compra de diputados, en paralelo, asistimos a un fenómeno veraniego que, como las perseidas, toca sentarse a disfrutar. De aquí al 26 de septiembre podremos saborear la lluvia de declaraciones de la derecha española reconociendo la legitimidad del resto de formaciones del Estado.
Respiren profundo y saboreen
el momento porque será fugaz y sólo durará unas semanas. 31 días desde este
momento hasta que el Congreso le recuerde por segunda vez a Feijóo que hizo mal
dejando Galicia y que aquellos nubarrones no son nada comparados con los
madrileños. Disfruten de este instante en el que enemigos de España como el PNV
son considerados por el PP un partido serio y respetable al que “se le
reservaría un papel muy importante” si apoyase la investidura del candidato del
Partido Popular. Vox, derechita valiente que hasta hace un cuarto de hora
amenazaba con ilegalizar a los nacionalistas vascos, anuncia ahora que se
abstendría para facilitar que la derechita cobarde pudiera gobernar España de
la mano de quienes quieren destruirla. ¿No es un gustazo?
Si la opción del
PNV fracasara, cosa que podría llegar a suceder si tomamos como pista las tres
mil quinientas veinte siete millones de veces que el PNV le ha dicho al PP que
no iría con ellos ni a recoger billetes del suelo, las negociaciones nos
reservan más sorpresas agradables. ¿Se acuerdan de Puigdemont? Quien hace unos
días era un prófugo, un delincuente con el que Sánchez había pactado para
controlar el Congreso de manera ilegítima, es, desde el encargo de Felipe VI,
el líder de “un partido cuya tradición y legalidad no están en duda”. Un líder
con el que el PP se sentará a negociar. Los votantes de la derecha, obligados
una semana a cantar “Puigdemont, te vamos a meter en prisión” y la siguiente, a
guardar un silencio autohumillante, cruzan los dedos para que los suyos lleguen
a un acuerdo que les permita conquistar el poder de la mano de todos aquellos a
los que demonizaron. Por favor, disfruten conmigo. No lo digo por generosidad,
sino para compartirlo y evitar una sobredosis de gusto.
Cuando la
investidura de Feijóo fracase, le tocará el turno a Pedro Sánchez. Entonces,
los partidos nacionalistas respetables y de legalidad indiscutible volverán a
ser de nuevo las demoníacas asociaciones golpistas que tratan de destruir la
patria. Partidos con los que no se puede pactar porque hay que combatirlos.
Donde ahora se dice que a los vascos se les reservará un papel importante en la
gobernación de la mano de Feijóo, en unas semanas se dirá que la izquierda les
ha entregado España tras oscuros y siniestros pactos. Los partidos catalanes,
en estos precisos y preciosos momentos de tradición impecable, volverán a la
normalidad, convirtiéndose de nuevo en tipos con los que un español de bien
nunca llegaría a acuerdos.
Hay quien dentro
del PP anda preocupado por el efecto nocivo que en el futuro pudieran tener las
hemerotecas generadas estos días en los que todo son buenas palabras hacia los
que, en poco tiempo, volverán a ser enemigos de la patria si a Feijóo no le
sale la jugada desesperada. Que no se preocupen. Sus medios de comunicación y
sus votantes volverán a demostrar la altura amnésica necesaria. Si el PP, que
negoció con ETA llamándola Movimiento Vasco de Liberación y acercó presos, ha
podido ganar unas elecciones acusando a la izquierda de pactar con un grupo
terrorista que ya no existe, ¿por qué no se va a poder en el futuro inmediato
acusar a Sánchez de haber formado una mayoría ilegítima y antiespañola con
todos esos partidos a los que Feijóo les pidió su apoyo? Cuando eso ocurra,
volverán los gritos y las acusaciones, volverá la política española a ser el
lodazal habitual. Pero eso será en unas semanas. Por ahora, como diría un
eyaculador precoz, disfruten el momento.
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