EL HOGAR
RABINDRANATH TAGORE
No se ha
puesto el sol todavía
y aún no
ha empezado la feria
que han
montado en la ribera.
Pensé que
había perdido
todo mi
tiempo y mis monedas;
pero no,
hermano mío, algo me resta aún.
La suerte no me lo ha quitado todo.
He
acabado mi negocio.
Están
hechas las cuentas
y regreso
a mi hogar.
¿Qué he
de pagarte, guardián?
Tranquilízate,
algo me resta aún.
La suerte
no me lo ha quitado todo.
Se ha
detenido el viento
y las
nubes oscuras y bajas del crepúsculo
no
anuncian nada bueno.
El agua
espera callada el vendaval.
Voy a
pasar al otro lado del río
pues
tengo miedo de que caiga la noche.
¿Me pides
el dinero del viaje, barquero?
Sí,
hermano mío, algo me resta aún.
La suerte
no me lo ha quitado todo.
Un
mendigo se ha sentado
a la vera
del camino debajo de un árbol.
Me mira
esperando con timidez.
Es muy
posible que crea que llevo mucho dinero.
Sí,
hermano mío, algo me resta aún.
La suerte
no me lo ha quitado todo.
Ya ha
caído la noche
y se ha
desvanecido el camino desierto.
Brillan
las luciérnagas en medio de las frondas.
¿Quién me
andará siguiendo en silencio,
ocultándose
si me vuelvo a mirar?
¿Quieres
robarme, verdad?
Pues no
te marcharás con las manos vacías,
pues algo
me resta aún.
La suerte
no me lo ha quitado todo.
Luego,
cuando a medianoche llego a mi casa
con la
bolsa sin nada,
tú me
estas aguardando a la puerta,
con un
mirar ansioso,
insomne y
silenciosa; y te echas en mi regazo
como un
tímido pájaro, llena de amor.
Sí, sí,
¡Dios mío! ¡Cuánto me resta aún!
¡La
suerte no me lo ha quitado todo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario