TARJETA ROJA PARA LUIS RUBIALES
ANITA
BOTWIN
El
presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, abraza a la
futbolista Jennifer Hermoso tras la final del Mundial. REUTERS/Hannah Mckay
El domingo celebramos la victoria de la selección española ganando el mundial de fútbol femenino. La Roja se enfrentó contra Inglaterra y ganó tras marcar un gol que encajó la gran Olga Carmona y que nos hizo felices a tantas que estábamos enganchadas mirando a la televisión creyendo que podía ser posible. Y lo fue.
Ayer fuimos conscientes de que "jugar como una chica" no era algo de lo que deberíamos escondernos o avergonzarnos, sino algo de lo que enorgullecernos. Tras la victoria de la selección femenina de fútbol, muchas serán las chicas que seguirán sus pasos y que sentirán que sí es posible y que sí se puede.
Sin embargo, en
medio del júbilo nacional, nos impactó el beso robado que el presidente de la
Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, le plantó a la delantera Jennifer
Hermoso, durante la ceremonia de entrega de medallas.
La victoria se
tornó en agridulce cuando vimos que se sigue repitiendo el mismo tipo de acoso
de siempre una y otra vez. Que el señor de los privilegios se siente impune y
puede seguir cometiendo delitos sin problema, porque el patriarcado sigue
vigente por muchas medallas y por muchas copas del mundo que se ganen.
A pesar de que el
triunfo de las chicas de La Roja ya es histórico y es crucial seguir recordando
lo que han sido capaces de hacer, también hay que denunciar unos hechos que no
tardaron en denunciarse en la prensa internacional y en las redes sociales, que
ardieron tras lo ocurrido. Mientras, la mayor parte de la prensa nacional
miraba hacia otro lado o titulaba que el gesto les parecía
"gracioso", perpetuando así los comportamientos machistas de un señor
que debería dar ejemplo en lugar de lo contrario.
No deja de ser
paradigmático y nos hace ver lo lejos que aún estamos de la verdadera igualdad,
que ayer las deportistas hicieran historia por méritos propios y aún así, que
una de ellas tuviera que aguantar ser besada sin su consentimiento, algo que
pudimos ver en un video donde J. Hermoso daba a conocer su disgusto,
respondiendo: "¡Oye, pero eso no me gustó!".
No hizo falta mucho
más para que se generase el revuelo y muchas pedimos la dimisión inmediata de
Rubiales, algo que dudo que vaya a ocurrir, pero que sería necesario para
depurar responsabilidades y dar una respuesta firme y contundente ante este
tipo de agresiones. Él habla de que fue algo espontáneo fruto de la emoción del
momento. Entonces, ¿por qué no lo hizo en otras ocasiones con hombres
futbolistas? Tuvo su oportunidad de hacerlo y no lo vimos.
Un beso robado es
una intrusión del espacio privado, una agresión de la intimidad y de la
voluntad de otra persona, más aún cuando viene de alguien que es un superior,
que es el jefe o el que preside. Y esto no lo decimos solo las locas histéricas
feminazis de siempre, lo dicen los propios Estatutos de la Federación Española
de Fútbol, que consideran este acto como violencia sexual y la ley solo sí es
sí también lo tipifica como delito. La Ley de Libertad Sexual habla de que
agresión es todo acto sexual sin consentimiento, es una forma de violencia
sexual invisible y un beso robado, un beso que no es devuelto por la otra
parte, es un claro ejemplo de este tipo de delito.
Distinto hubiera
sido que la futbolista le hubiera devuelto el beso con la misma euforia con que
lo hizo él. Lejos de eso, ella se fue y siguió con la celebración. Rubiales
realizó un gesto que agredió a la futbolista, pero que nos agredió también a
todas, porque cada vez que sucede una agresión machista, la realidad nos
devuelve lo lejos que estamos aún de conseguir nuestro objetivo y lo que nos
queda aún por conquistar.
Si Rubiales nos
llama gilipollas por denunciar un hecho lamentable como el suyo, no hace más
que retratarse en su comportamiento indecente y machista. Alguien debería sacar
tarjeta roja a Rubiales y debería hacerlo de inmediato.
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