SEÑOR FEIJÓO: PASE USTED PRIMERO
JOSÉ ANTONIO MARTÍN PALLÍN
Abogado. Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas
(Ginebra). Ha sido Fiscal y Magistrado del Tribunal Supremo
El
presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, a 27 de agosto de 2023,
en Pontevedra, A Coruña, Galicia - Europa Press
A la infinidad de políticos y opinadores que se consideran a sí mismo como "constitucionalistas", expulsando del texto constitucional a todos aquellos que no comparten su jibarizada versión de nuestra Constitución les recomendaría la lectura del conocido libro "Los eruditos a la violeta" de José de Cadalso (1771) algunos de cuyos párrafos me permito reproducir porque son de perenne actualidad: Ni nuestra era, ni nuestra patria está libre de estos pseudoeruditos, (si se me permite esta voz). Algunos pretenden apropiársela, cuando apenas han saludado sus principios.
Los
constitucionalistas a la violeta solo manejaban de sus 169 artículos, el
segundo en el que se habla de la indivisible unidad de la Nación española. Más
adelante empezaron a tomar en consideración las virtualidades correctoras de
las veleidades independentistas que ofrece el artículo 155 de la Constitución.
En estos momentos y no exclusivamente por ellos, ha tomado especial relevancia
el artículo 99 cuya redacción fue objeto de múltiples debates y modificaciones
durante el periodo constituyente hasta alcanzar su redacción actual. A la vista
de los acontecimientos, es evidente que necesita una urgente y necesaria
reforma.
Vaya por delante
que dadas las circunstancias y teniendo en cuenta la aritmética electoral el
Rey como Jefe del Estado tenía ante sí dos candidaturas con apoyos distintos.
Alberto Núñez Feijoo como Presidente del Partido Popular podía ofrecer, con
total seguridad, la posibilidad de alcanzar 172 votos, descontado, en todo
caso, la ambigua posición de Coalición Canaria. Por otro lado, el candidato
Pedro Sánchez compareció ante el Rey contando con 152 escaños, pero con la expectativa
racional de alcanzar una mayoría absoluta si se repetían las votaciones a la
Presidencia y a la Mesa del Congreso. Los asesores de la Casa Real debieron
tomar en consideración esta circunstancia que además se acumulaba a la que ya
estaba en marcha. Se había hecho pública la posibilidad, ya consumada, de la
cesión de escaños del PSOE a Junts y de SUMAR a ERC para que pudieran formar
Grupo parlamentario.
Con todos estos
antecedentes, lo más lógico y racional, sobre todo teniendo en cuenta su papel
de arbitraje y moderador que le encomienda el texto constitucional, hubiera
sido explorar la posibilidad de convocar un nuevo turno de contactos con los
grupos políticos parlamentarios para que, de una manera más precisa y cercana a
la realidad, manifestasen su predisposición a conformar las mayorías exigidas
para alcanzar la investidura. Ya sabemos que Junts y ERC no acudirían, pero sus
pactos, ya consumados, para formar grupo parlamentario con la cesión de escaños
por parte del PSOE y SUMAR, hacían irreversible su apoyo.
Ya lo advirtió con
su agudeza habitual y su experiencia parlamentaria, Aitor Esteban que acumula
un indiscutible bagaje político y sobre todo un gran sentido del humor que es
un bien escaso en estos tiempos de crispación. Cuando se propagó la idea de la
conveniencia de un presidente o presidenta nacionalista le propuse, en una
entrevista en una radio, como candidato indiscutible. Pero todavía no está
nuestra vida política para esas exquisiteces.
La decisión que
finalmente ha tomado el Rey, proponiendo a la Presidenta del Congreso, la
candidatura de Núñez Feijóo no encuentra respaldo en las previsiones
constitucionales y mucho menos las motivaciones que se contienen en el
desafortunado, por no llamarle de otra manera, comunicado de la Casa Real.
Podría haberse apoyado simplemente en la suma aritmética y evitar introducirse
por caminos tortuosos y explicaciones sin sentido.
Se apoya en el
precedente de otras legislaturas. Resalta que, "salvo en la Legislatura
XI, en todas las elecciones generales celebradas desde la entrada en vigor de
la Constitución, el candidato del grupo político que ha obtenido el mayor
número de escaños ha sido el primero en ser propuesto por Su Majestad el Rey
como candidato a la Presidencia del Gobierno". Eleva esta simple
coincidencia a la categoría de norma, sin tener en cuenta que la lista más
votada ha ido acompañada siempre del apoyo de otros grupos políticos con
representación parlamentaria, excluidos, como es lógico, los casos de mayorías
absolutas. Como es sabido, la legislatura XI (2015), se caracteriza por ser la
que rompe el tradicional bipartidismo y abre otras expectativas para investir
al Presidente o Presidenta del Gobierno. Irrumpen con fuerza otros dos partidos
Podemos y Ciudadanos.
El comunicado se
interna por caminos pantanosos cuando sostiene que: "Esta práctica se ha
ido convirtiendo con el paso de los años en una costumbre". Añade:
"En el procedimiento de consultas llevado a cabo por Su Majestad el Rey no
se ha constatado, a día de hoy, la existencia de una mayoría suficiente para la
investidura que, en su caso, hiciera decaer esta costumbre".
El Jefe de la Casa
del Rey es Abogado del Estado y debería saber que, según el Código Civil, la
costumbre sólo rige en defecto de ley, requiere que pueda probarse y no debe
contradecir ni la moral, ni el "orden público", lo que debe
entenderse como el orden constitucional. Una lectura sosegada del texto
constitucional habría llevado a la conclusión de que por ninguna parte aparece
que la lista más votada tenga un derecho preferente para ser postulada a la
investidura. La costumbre nace de los usos y hábitos sociales reiterados en el
tiempo que han calado tan profundamente en el sentimiento comunitario que el
legislador, constatada su existencia, la eleva a fuente del derecho. Los poderes públicos no crean costumbre sino
normas. El comunicado, además es incongruente ya que sí la costumbre es elegir
o proponer a la lista más votada, sobran las audiencias previas y consultas.
Consumada la
irregular fundamentación del nombramiento de Núñez Feijóo, el siguiente paso
corresponde a la Presidenta del Congreso de los Diputados. Según el Reglamento,
una vez recibida en el Congreso la propuesta de candidato a la presidencia del
Gobierno convocará al pleno para las votaciones de investidura. Una interpretación
gramatical del texto da a entender que la convocatoria del pleno se debe
realizar con una razonable inmediación. La demora de un mes para llevarla a
cabo no tiene, en mi opinión, explicación plausible. La única justificación y
permítanme la ironía sería que sus señorías tuviesen que dedicar el mes de
septiembre a la tradicional vendimia que tenía lugar por estas fechas, antes
del cambio climático.
El Presidente del
Partido Popular se presenta a la investidura a sabiendas de que su elección
resulta prácticamente imposible, salvo maniobras delictivas o atentados contra
la democracia. En todo caso, su pretensión, facilitada por la decisión del Rey,
de subirse a la tribuna del Congreso y exponer durante un tiempo ilimitado su
"programa" de gobierno es perfectamente comprensible. El programa y
las pretensiones del PP ya se plasmaron con absoluta claridad en las decisiones
tomadas a partir de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo. No
solo se ha saltado "la regla de oro" de la lista más votada, sino que
ha llegado acuerdos aberrantes e incluso inconstitucionales con la extrema
derecha encarnada en el partido VOX. Sí cómo parece, propone desarrollar una
política autónoma al margen de la extrema derecha, no tiene otra salida que
romper los actuales pactos.
¿Sigue pensando en
derogar el sanchismo? Es decir, las leyes de aborto, eutanasia o trans, la
reforma laboral, los impuestos a los beneficios extraordinarios a las
eléctricas y a la banca, el impuesto a las grandes fortunas, la privatización
de la sanidad y la enseñanza y adoptar medidas contra el cambio climático.
Podríamos seguir, pero creo que ya tiene bastante para un discurso que no tiene
el tiempo limitado.
Mientras llega el
momento de la investidura (28 días cuando escribo estas líneas) se abre un
periodo de incertidumbre muy propicio para tensionar el clima político con los
habituales eslóganes de los medios de la derecha y su legión de opinadores.
Abróchense los cinturones porque vienen turbulencias. Espero que no surjan
sorpresas, como en el pasado, que deterioren la ya baja calidad democrática en
la que estamos inmersos.
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