FELIPE GONZÁLEZ: LA IMPUDICIA DE UN POLÍTICO
INDECENTE
MARCOS ROITMAN ROSENMANN
EEUU, Alemania
y Gran Bretaña, valedores de Franco, requerían una organización opositora
fiable, capaz de negociar una vez muerto el dictador. Sus ojos se ponen en el
PSOE
Para muchos,
Felipe González es un ícono de la democracia española. Sin embargo, nada más
alejado de la realidad. Su pasado es otro. Hoy se presenta al mundo como el
abogado defensor de Leopoldo López, dirigente del partido Voluntad Popular, y
del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, elegido por la Mesa de Unidad
Democrática (MUD). Ambos políticos venezolanos, imputados por participar y
urdir la trama de golpe de Estado para derrocar al gobierno constitucional del
presidente Nicolás Maduro.
Felipe González
tiene una cara oculta. Tiene en su debe político urdir parte del proceso
desestabilizador que culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en España,
para crear un gobierno cívico-militar. También gestar la guerra sucia contra la
izquierda abertzale y ETA. Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio
luz verde a la actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El
resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales.
La historia de
Felipe González está ligada indisolublemente a la evolución del Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70 del siglo XX. La
modernización política había desplazado a los viejos camisas azules y una
generación de nuevos políticos tecnócratas asaltaban el poder. En este contexto,
Franco nombraría en 1969 a su sucesor. El régimen tendría continuidad bajo la
restauración monárquica. El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII, don Juan,
sino su nieto, Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de noviembre
de 1975, Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su régimen
sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey. En
noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo para la
reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores de la
modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno y una
oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al PSOE y en
abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores se reconocían,
pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en vida. El objetivo,
encontrar una salida negociada, redactar una ley de amnistía y punto final para
salvaguardar a los dirigentes del régimen.
EEUU, Alemania
y Gran Bretaña, valedores de Franco, agradecidos por su papel en la lucha
anticomunista, requerían una organización opositora fiable, capaz de negociar
una vez muerto el dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca
actividad durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta estrategia,
el Departamento de Estado estadounidense entra en contacto con un hombre
oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En poco
tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la transición. La
operación contó con fondos y aval de los países señalados y la socialdemocracia
internacional. Previamente, Felipe González y su equipo debía tomar las riendas
del PSOE, en manos de la vieja guardia desde 1944. El momento idóneo, el 26
congreso, a celebrarse en la localidad francesa de Suresnes, en 1974. En dicho
evento, Felipe González será nombrado secretario general, desplazando a Rodolfo
Llopis.
Dos años más
tarde, en diciembre de 1976, el PSOE celebrará, en la clandestinidad, su 27
congreso en Madrid; radiado y televisado nadie será detenido. En ese instante,
Felipe González, aclamado por el partido, se convierte en el hombre de EEUU en
España y el interlocutor de la socialdemocracia europea para América Latina. En
1982 su partido obtendrá mayoría absoluta, siendo elegido presidente de
gobierno. Allí se quita su careta. En medio de la guerra contrainsurgente en
Centroamérica, declara: Habría que ayudar a EEUU a encontrar la dimensión
positiva de su liderazgo en América Latina. Y de paso no sorprender nunca a la
administración Reagan en las decisiones que tomara el Ejecutivo.
Su periplo por
América Latina no tiene desperdicio. En su currículum debemos destacar la
relación con el entonces miembro de la Junta Militar Argentina, almirante
Eduardo Massera, para crear el partido Democracia Social, integrado a la
Internacional Socialista. Maniobra que fracasó estrepitosamente, no sin antes
González presentar a Massera como socialdemócrata. Dichos datos salieron a la
luz en la causa instruida por el juez Garzón contra la dictadura Argentina.
Publicitados por el equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante
la dictadura de Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre
otros, al almirante Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel
por participar en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos, con la
Gran Cruz de la orden del merito aeronáutico.
Asimismo, no
tuvo escrúpulos en convertirse en fiador para la venta de armas a las
dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de Pinochet, entre morteros,
lanzacohetes, ametralladoras, aviones de entrenamiento, helicópteros, en el año
1983, los beneficios superaron los 80 millones de dólares. No es de extrañar
que pidiera la libertad de Pinochet con tanto ahínco tras su detención en
Londres, sin olvidar que en los años 80 recomendó a Ricardo Lagos que fuese
Pinochet el timonel de la transición. La visita de ministros de Pinochet a
España para asesorar las privatizaciones, la reforma laboral y abrir las
puertas a Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol, Santander, BBVA, en Chile fue
una constante. Financió la contra nicaragüense, apoyó el informe Kissinger y
negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador. Tras su salida de la política se
transformó en asesor de lobbys y empresas trasnacionales españolas, estadounidenses
y europeas, entre otras de venta de armamento, obteniendo pingües beneficios.
Además de asesorar empresarios latinoamericanos para esquilmar sus riquezas,
entre los que destaca Carlos Slim.
Ahora se
presenta como un demócrata comprometido con las libertades en América Latina.
Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby, comprar y diseñar
joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No puede ser de otra forma.
Siempre revoloteó en su nido. EEUU se lo agradece. Su impudicia no tiene
límite.
La Jornada
Texto completo en:
http://www.lahaine.org/felipe-gonzalez-la-impudicia-de