ZUMO DE BABOSOS
COCO WIENER
Estudiante de Bachillerato. Coautora de '(h)amor 6
trans'
Creo en la explotación de nuestra propia explotación. No mirar lo que tú, mujer, haces por el patriarcado sino qué es lo que el patriarcado puede hacer por ti. Yo no les voy a dar ideas pero si sois unos babosos que se hacen ideas solos, hasta que lleguemos a la revolución, ¿por qué no iba a aprovecharme de vuestra babosería?
Los
hombres nos han convertido a lo largo de la historia en objetos inanimados, sin
capacidad de decidir sobre nuestras vidas y cuerpos. La actriz Margot Robbie,
ahora protagonista del hit feminista Barbie, también
protagonizó Lobo de Wall Street en 2014. Y
no tuvo problemas en sexualizarse porque creía necesario denunciar que, en ese
mundo de lobos, su personaje Naomi utilizaba el cuerpo como moneda de cambio.
Supongo que hay personas a las que les
enfada esta idea. La realidad es que llevamos siendo una moneda de cambio mucho
tiempo. ¿Qué hay de malo en que ahora seamos parte de la negociación? ¿La
quieres? ¿Qué me vas a dar a cambio? Es por esto por lo que tantos hombres
critican las nuevas formas de trabajo sexual como la plataforma Onlyfans. Nunca
han tenido problemas con que seamos vendidas pero no quieren que nos vendamos a
nosotras mismas.
Desde
trabajo semisexual como el que promueven las apps para sugar babies (mantenidas), pasando por la venta de
fotos de pies y zapatos usados a fetichistas, hasta el trabajo sexual que le ha
he hecho ganar billones a Onlyfans, la de los hombres es una industria
triunfadora. Y solo exigimos nuestros siempre injustos dividendos.
Me vino esta idea abriendo los mensajes
de un abuelo ofreciéndome una paga mensual por mi compañía, asegurando que el
trato no incluía nada sexual. La constaté al ver cosas asquerosas como pedos,
eructos de sabores o calcetines sudados vendidos en Wallapop a hombres que los
adquieren solo porque vienen de mujeres. Es descojonante. La foto de un tupper
vacío que se vende como "pedos olor chorizo" o "eructos olor
garbanzos". Son tan imbéciles. Sentiré miedo a ser abusada durante toda mi
vida por ser mujer, pero mientras sepa que puedo venderle a un señor un pedo
por 100 euros, ¿por qué voy a llorar? O, al menos, déjame reír un rato.
Hay modalidades más ligeras de
semiexplotación del patriarcado. Si eres mujer, es algo que has practicado al
menos una vez en la vida: sonríes un poco, le aprietas las tetas al camarero y
ya estás bebiendo gratis. Si eres maja y convincente puedes conseguir lo que
quieras. Y a los que no digan que nos ponemos en situaciones de riesgo, yo no
me pongo en riesgo, tú me pones en riesgo.
Obviamente todas queremos ser valoradas
por nuestro intelecto e increíble personalidad, y que se nos trate bien por
respeto y no por interés o sumisión. Y no os equivoqueis, yo sé que mi valor va
por dentro, pero cuando un tío está media hora mirándome las tetas no voy a
forzarle a entenderlo porque su opinión es irrelevante para mí. En cambio, le
pediré un cigarro, me lo dará, y me iré. Y en su triste mundo habrá ligado hoy,
y en el mío no habré tenido que pagar por tabaco.
En este artículo no tengo ningún interés
en participar en la lucha que divide el feminismo actual, abolicionismo o
prostitución. Yo he venido a hablar de babosos. Así que no me toquéis el coño.
Rechazo la idea de que querer que se acabe la trata para tantas mujeres esté
reñido con defender nuestro derecho al trabajo y a la supervivencia en la fase
más cruda del capitalismo.
No hay que romantizar el trabajo sexual,
ni minimizar la objetualización de las mujeres. Pero sí siento que ninguna
mujer debería ser criticada por buscar explotar al patriarcado, mucho menos si
ese cuestionamiento llega desde posiciones privilegiadas. Todas las mujeres que
practican trabajo sexual libremente, las que chatean con viejitos por dinero,
las que suben sus fotos o las chicas que tan sólo bienreciben lo que puedan
sacar de las atenciones de los hombres como yo, hemos sufrido por ser mujeres.
¿No tenemos todas el derecho a exprimir a los babosos hasta el último centavo?
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