CASIPRESIDENTE DEL GOBIERNO
En política,
pedir que el foco se sitúe sobre ti durante todo un mes para que la población
observe cómo fracasas es una estrategia original, pocas veces vista
GERARDO
TECÉ
Reunión el 28 de agosto
del comité de dirección del PP. De izquierda a derecha, Esteban González Pons,
Alberto Núñez Feijóo y Cuca Gamarra. / PP
Cuando la linde acabó, Feijóo miró atrás, se encogió de hombros y siguió caminando. Al líder del PP no le habían bastado los números salidos de las urnas, ni tampoco que PNV y Junts le dijesen una y otra vez que no, ni la votación de la presidencia del Congreso para acabar de convencerse. Si fuese futbolista, Feijóo sería de esos que intentan ganarse el aplauso de la grada dejándose la piel para evitar que salga un balón que hace ya rato está en manos de un recogepelotas que espera su llegada comiendo pipas. Y la grada que no aplaude. Y cuanto menos aplaude la grada, más corre Feijóo. Sabe bien el gallego que si el inútil esfuerzo no genera aplausos, cuando se detenga y baje los brazos sí se escucharán abucheos como los que escuchó Casado. Con la linde perdida de vista, Feijóo llegó a La Zarzuela y le contó al rey las novedades: había ganado las elecciones y se veía capaz de formar gobierno. Y el rey, campechana como es esta familia, le dio hectáreas de campo para que siguiera corriendo. Y aquí estamos.
El 26 y 27 de
septiembre, Feijóo se enfrentará a una investidura que fracasará. Quedan cuatro
semanas para eso. En política, pedir que el foco se sitúe sobre ti durante todo
un mes para que la población observe cómo fracasas es una estrategia original,
pocas veces vista. Pedir ir a la investidura es decirle a los medios que sigan
tus pasos de aquí a que suceda. Es encargarte, durante un mes, de tener la
iniciativa política y okupar la agenda mediática. De eso se dio cuenta Feijóo
al salir de La Zarzuela, cuando revisó la hoja de ruta que tenía por delante y
encontró páginas vacías. ¿Y ahora qué? Ahora, a pedirle por enésima vez a PNV y
Junts su apoyo. Igual con suerte, esta semana tardan días en responder y ese
tiempo que has matado. No es así. Con la tentación ya de ponerle una orden de
alejamiento, nacionalistas vascos y catalanes vuelven a responder al instante
qué parte del NO no ha acabado de entender. Siguen faltando cuatro semanas y
los días pasan lentos. Tras constatar por vez número tres mil quinientos
veintisiete millones y una veces que el resultado del 23J no le permitirá
gobernar, el casi presidente Feijóo pide ahora una reunión con el presidente a
secas, Pedro Sánchez. Sánchez, por si no lo recuerdan, es aquel tipo que, de la
mano de los nacionalistas a los que Feijóo les suplica hoy su apoyo, quería
destruir España. Y Sánchez, al que le ha venido muy bien que Feijóo sea
negacionista de las lindes para poder negociar sin prisas su regreso a la
Moncloa, le dice que sí. Ni en tu casa ni en la mía. Feijóo, el ganador de las
elecciones, como le gusta presentarse en el supermercado antes de que la cajera
le pregunte que si quiere bolsa, se verá con Sánchez en el Congreso. Allí, el
líder del PP le propondrá al hombre que destruye España que gobiernen juntos o
que le dé sus votos en forma de abstención para así poder quitarle el puesto.
Los analistas políticos mejor informados dicen que es posible que Sánchez no
acepte esta oferta.
Feijóo tiene mala
suerte. No sólo en las urnas sino en los tiempos. Ofrece un pacto a los
nacionalistas y estos responden no al instante. Ofrece una reunión a Sánchez y
éste dice sí, pero no para dentro de diez días, sino para mañana mismo. Es
decir, mañana 30 de agosto por la tarde, de nuevo, Feijóo volverá a tener la
hoja de ruta vacía. Y seguirán faltando cuatro semanas para llegar a su
investidura. Cuatro semanas por rellenar en política son muchas semanas. Así
que Feijóo, que ya sabe que no tiene los apoyos necesarios y que Sánchez, como
mucho, le invitará a un café a precio de bar del Congreso, ha ideado una nueva
forma de matar el tiempo. Se reunirá con los presidentes autonómicos. La idea
es brillante. Aunque los presidentes autonómicos no tengan nada que aportar
respecto a la investidura, son diecisiete. Quieras que no, agendando una
reunión cada dos días, estas cuatro semanas hasta que al fin llegue el fracaso
en el Congreso las tienes hechas. Era eso o irse a Motril y encerrarse con la
madre de Rubiales en la Iglesia hasta que acabe septiembre.
En estas reuniones
con los presidentes autonómicos, Feijóo espera encontrar muchos apoyos.
Teniendo en cuenta que el PP gobierna en 11 de las 17 autonomías, es de prever
que obtenga una mayoría aplastante. El presidente de La Rioja apoya a Feijóo,
dirán los titulares de última hora que, muy abajo en el cuerpo de la noticia,
recordarán que el apoyo del presidente de La Rioja, como el apoyo de Marhuenda
en la tele, no cambiará sin embargo el resultado de lo que se votará en el
Congreso. Tampoco es que eso importe en estos momentos, lo importante es salvar
la cuesta de septiembre. Cuando Feijóo acabe su ronda de contactos con
presidentes autonómicos, administradores de fincas y asociaciones de ornitología,
un buen asesor le debería recomendar convocar una rueda de prensa para anunciar
que ya tiene los apoyos necesarios para ser investido casipresidente del
gobierno de España. En ese momento deberíamos soltar el paquete de pipas y
aplaudir para reconocerle el esfuerzo. No cuesta ningún trabajo darle una
salida digna a quien la necesita.
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