NI LOS MILEI NI LOS ABASCAL NACIERON AYER: LOS LABORATORIOS DEL
VENENO DE LA EXTREMA DERECHA
JUAN
CARLOS MONEDERO
Ni clase obrera, ni partidos, ni medios de
comunicación, ni conciencia
El análisis de clase se ha complejizado y la clase obrera ya no es ese lugar compacto y coherente capaz de cambiar, por su cohesión, el rumbo de la historia. Pero los principales conflictos sociales siguen siendo entre privilegiados que quieren mantener su privilegio -de clase, de raza y de género- y los que se niegan a tener menos derechos que otros. Si perdemos esto de vista, terminamos por no entender los grandes movimientos en nuestras sociedades. Si hay dominación con democracia, apoyan la democracia. Si la democracia dificulta la dominación, recurren a salidas autoritarias. Gente como Milei germinan en las crisis.
Los
partidos ya no son los órganos de intermediación que fueron durante el siglo
XX. Al igual que los medios de comunicación han sido devorados por los canales
digitales y por las redes sociales, los partidos pueden ser
desbordados por 'marcas' personales que carecen de órganos,
estructura, implantación territorial e, incluso, financiación. Lo único que no
les puede faltar es apoyo comunicacional. Si esas 'marcas' (siempre personas
con fuerte personalidad) no son conocidas, no existen. Basta con una 'marca' y
con apoyo mediático para que nazcan nuevos partidos que, en realidad, no son
exactamente partidos y donde la democracia interna va a depender de la voluntad
del liderazgo.
Esta
nueva conexión puede tener lugar en los espacios de la derecha y de la
izquierda, porque nacen del descontento y dependerá de
quién lo canalice, pero es más fácil que salgan por la derecha
porque tienen como fundamento el individualismo, la competencia, la jerarquía y
la justificación política y social de la falta de empatía. Son liderazgos que
autorizan a romper con todo, a no respetar las reglas, que reconocen el enfado
y justifican cualquier respuesta (incluido el machismo, el clasismo, el
racismo, la homofobia, etc.). El marco teórico lo da Friedrich Hayek: la
sociedad no existe, la justicia social es un lema vacío y lo único real son las
relaciones mercantiles entre individuos. Cualquier imposición 'colectivista' o
'comunitaria' (sean los derechos laborales, los impuestos, las normativas
medioambientales o el código vial) van contra 'la libertad'.
Hay
un problema en que lo que te vale para expresar tu ira no
te vale para construir la alternativa. En el momento 'destituyente'
- cuando el pueblo, guiado por algún liderazgo capaz, centra sus energías en
acabar con lo que existe-, ese liderazgo funciona como canalizador de la rabia
y la frustración. Es un 'significante vacío' (según la expresión de Ernesto
Laclau), es decir, cada persona enfadada va a ver en ese liderazgo lo que
quiera, porque la ira va a pesar más que la afinidad. Pero en el segundo
momento, cuando se trate de construir la alternativa, es probable que las
nuevas medidas puedan empeorar tus condiciones de vida. Con tu voto.
El PP asume que Feijóo estará en la oposición y le pide
cambios en Génova
Y ningún país -NINGÚN país- está exento de
que le surja una extrema derecha con posibilidades electorales de victoria.
¿De dónde viene la extrema derecha?
Estamos
en un ciclo histórico de crisis del neoliberalismo donde las expresiones populistas devoran a la derecha
democrática o la arrastran ideológicamente hacia lugares extremos. Kast o
Bolsonaro acaban con la democracia cristiana en Chile o en Brasil, VOX regresa
al PP al conservadurismo franquista, Milei resucita la dictadura de los Chicago
Boys (autoritarismo más ultraliberalismo, trufado de caprichos personalistas),
Salvini, Meloni o Berlusconi (desde el más allá) han fagocitado a la democracia
cristina italiana. Los evangelistas o los católicos integristas hacen alianza
con los ultraliberales, aun sabiendo que no cumplen los preceptos. Pero les
cuidan los negocios y no les discuten los mandamientos religiosos, aunque los
conculquen día sí y día también. ¿Cómo es posible que una monja vaticana
vote a un putero y pederasta como
Berlusconi? ¿Cómo es posible que un telepredicador integrista evangélico
defienda a capa, cruz y espada a un ladrón, mentirosos y consumidor de
prostitución confeso como Donald Trump? Porque les cumplen, porque el enemigo
les asusta y porque la sociedad se lo permite. ¿Cómo se ha logrado esto?
En realidad han sido tres pasos.
¿Qué pasa en Murcia? La crisis de PP y Vox acerca la región
a las urnas
(1)
En primer lugar, el derribo de las defensas morales de nuestras sociedades.
Decenas de fábricas de pensamiento (think tanks) con
miles de millones de dólares financiados por grandes empresas hicieron el
trabajo durante décadas. El keynesianismo, que fue la doctrina económica
hegemónica desde el final de la Segunda Guerra Mundial, fue invalidado entre
los años 70 y los años 90, esto es, entre el golpe de Estado contra Salvador
Allende, la ruptura del capitalismo ordenado de Bretton Woods, la caída de la
Unión Soviética (1991) y la conversión de la socialdemocracia en neoliberal con
la tercera vía. El keynesianismo fue paulatinamente sustituido por la ortodoxia
monetarista que estigmatizó lo público, golpeó con dureza las políticas
sociales, vació fiscalmente a los Estados, devolvió a las empresas posiciones
de fuerza frente a los trabajadores y, quizá lo más esencial, mercantilizó
todas las esferas de la vida, de manera que convirtió buena parte de las
relaciones sociales en relaciones mercantiles. Como había previsto Max Weber un
siglo antes, desencantó el mundo y nos
convirtió en kafkianos -Kafka escribió al tiempo que Weber- empresarios de
nosotros mismos, escarabajos atrapados en la jaula de hierro de una burocracia
mercantil. Al primar las relaciones mercantiles entre los seres humanos,
perdimos humanidad, nos enfriamos, nos aislamos, perdimos empatía y dejamos
prácticamente de confiar en lo público y en la solidaridad. Esto no se hizo sin
oposición. En 1988 le robaron en México las elecciones a Cuauhtemoc Cárdenas,
en 1989 fue el caracazo, en 1992 fue el levantamiento zapatista, en 1994 el
levantamiento de Chávez, con el cambio de siglo las protestas crecieron, en
2001 fue el "que se vayan todos" en Argentina, cambiaron los
gobiernos en el continente y en el encuentro del Mar del Plata se frenó el paseo
militar del neoliberalismo. Casi medio siglo de neolberalismo deja su
huella: se rompen las conexiones sociales, se dinamita la empatía, se
asume que la sociedad no existe, la justicia social no existe. La cultura del
ocio y del entretenimiento se enseñorea. La buena vida es consumir en una
sociedad mercantilizada.
(2
El segundo paso lo marca una nueva crisis: es el momento de la frustración. El
modelo neoliberal, que prometió solventar todos los problemas, falla. Ocurre
cuando en una sociedad a la que le has quitado las defensas sociales con la
mercantilización de todas las esferas de la vida, la sacudes con una nueva
amenaza (suele ser económica, como en Argentina, aunque genera el mismo efecto
una amenaza, real o imaginada, a la identidad nacional, sea por migraciones
-como en Austria, Alemania o Italia- o por movimientos separatistas -como en
España-. Es el momento de la frustración. Si tiene lugar mientras gobierna la
derecha, es probable que gane las elecciones la izquierda (es la segunda ola
rosa en América Latina); si la frustración ocurre con un gobierno de izquierdas
porque no ha dado respuesta a las demandas ciudadanas, la opción electoras es
más fácil que vaya a la derecha. En el caso argentino, con recortes,
precariedad, una inflación superior al 100% en un gobierno que se reivindica de
izquierdas, es normal que la ciudadanía busque soluciones en otros espacios
políticos. Además, la racionalidad neoliberal -propia de un mundo
mercantilizado- ha debilitado mucho los valores de la izquierda. De manera que
no es solamente que un supuesto pueblo sabio vote
castigando a los que no les han resuelto los problemas, sino que ese pueblo ha
aprendido a ser egoísta, insolidario e incluso desconsiderado (algo que pasa
especialmente con la migración o con el trato colonial con otros pueblos). En
otras palabras, si se empatiza en exceso con el pueblo que vota a la extrema
derecha, se termina justificando que votarles es razonable. Y eso no es toda la
explicación.
(3)
El tercer paso, que es donde aparecen los Milei, los Bolsonaro, los Kast, los
Abascal o las Díaz Ayuso, es el del nihilismo (como
bien explica Wendy Brown), el del desprecio absoluto a todo lo existente y la
construcción del deseo de un cambio radical a ver si por fin desaparece la
angustia. Sobre la sociedad neoliberal desarmada, aprovechando la frustración
social y temiendo que esa frustración pueda operar contra el sistema, el propio
sistema activa anticuerpos en forma de insiders que
parecen outsiders. Una suerte de Plan B autoritario que tiene como principal
objetivo pelear contra la izquierda. Es un momento de arribistas sin
escrúpulos, de locos, de tarados, de heridos de guerra, de
frustrados, de rebeldes que han formado su rebeldía contra la democracia
liberal y ven una oportunidad en el momento del populismo de derechas.
Thank you for watching
Ese
nihilismo, cargado de frustración, se llena de fuerza al creerse los supuestos
agraviados sus propias mentiras. Ya no quieren tener razón, sino
"ser" la razón. Y si la razón, la lógica, el sentido común no les
acompaña, dinamitan la razón y la lógica y el sentido común. Por eso pueden
decir una cosa y la contraria, contradecirse, decir barbaridades. Han logrado
capitalizar la ira y todo vale para cargar de energía ese Armageddon que va a romperlo todo e inaugurar una
nueva época. Desde ese escenario desarmado de sentido común, lo que frena la
libertad de los dueños de la razón es "comunismo" y lo que está en
peligro es "la patria", en decadencia por culpa de los enemigos de la
nación. Inauguran una nueva razón y la llaman "libertad", aunque
impida la libertad de las mayorías. Necesariamente tiene que recurrir a la
fuerza para imponerse. Por eso Milei plantea en su programa unificar el
Ministerio de Defensa y la policía. Por eso en España funciona la ley mordaza.
Por eso VOX quiere infiltrar la policía y el ejército. Bukele en El Salvador
les da la pauta: todos los que estén contra mí son pandilleros.
En el río revuelto de la crisis permanente, los
pescadores sin escrúpulos triunfan
Por eso ya no valen los partidos ni los
medios de comunicación como instancias intermediadoras de las sociedades
democráticas. Los medios son los encargados de gestionar el marco, el olvido,
el miedo, la esperanza. Los líderes de la extrema derecha inauguran una nueva
comunicación donde si no están con ellos, están contra ellos. Como los partidos
y los medios vienen de estar debilitados, no es complicado pelear contra ellos
si no se pliegan. Pero la verdad es que se pliegan -o cuando menos, les atacan
mucho menos que a la izquierda- porque, al fin y al cabo, la lógica partidista
y mediática está a favor del sistema. En España, es inimaginable que un líder
de la izquierda hubiera podido presentarse a las elecciones de existir una foto
suya veraneando con un narcotraficante. De la misma manera que Milei puede
reivindicar a Menen o Bulrich, odiada como Ministra de un Presidente que tuvo
que salir del palacio de gobierno en helicóptero durante la crisis de 2001,
puede regresar porque los medios les gestionan esos marcos.
El neoliberalismo nació ya en crisis. Y
esa crisis sigue abierta. Primero se enfrentó a las protestas contra el
empobrecimiento de las mayorías en el cambio de siglo. Luego al colapso tras
2008. El ciclo sigue abierto. Lo quiso solventar la izquierda pero no fue
capaz. Es la principal fuerza de la extrema derecha: la renuncia de la
izquierda a hacer políticas decididas a favor de la mayoría. Es ahí donde
aprovecha la oportunidad la derecha. Además, la crisis también asusta a los
grandes capitales, que deciden blindarse ante cualquier cambio. Y empiezan a
mover sus fichas: mediáticas, judiciales, policiales y finalmente militares.
En
esa suma de ruptura de lazos sociales, frustración y nihilismo, ¿quién vota a la extrema derecha? El abanico es
amplio y comparten alguna de estas características:
-Buscan privilegios (la alineación de las clases
altas con la extrema derecha es una constante en todos los países)
-Rienen
miedo (a los cambios sociales, a la
incertidumbre, a la violencia, a la inflación, a los inmigrantes, a los que
supuestamente les van a quitar lo que no tienen)
-Están frustrados (como hombres, como blancos, como
heterosexuales, como cristianos, como trabajadores, como propietarios
La
extrema derecha da a esas mayorías sin rumbo (1) una identidad (por lo general nacional excluyente
que sitúa el paraíso en algún momento del pasado y que, por lo general, alaba a
las dictaduras porque lucharon contra la izquierda), (2) una utopía (una sociedad de mercado con la épica
de la lucha de todos contra todos en una reedición constante de los juegos del hambre o el juego del calamar) y (3) un enemigo (la política –"todos los
políticos son iguales...menos yo"-, la izquierda, los inmigrantes, las
mujeres, los homosexuales, los pobres, los que generan inseguridad con el robo
y la violencia (lo cual es cierto) y también lugares extraños que permiten
alimentar teorías de la conspiración - la agenda 2030, el Foro de Sao
Paulo, el estado profundo-. Por eso los ricos siempre
están detrás de la extrema derecha. También sectores populares que se sienten
engañados. Trabajadores precarizados, pequeños propietarios que necesitan
echarle la culpa de su escaso éxito a alguien, rentistas del campo que quieren
regresar a alguna suerte de feudalismo, ancianos intoxicados por los medios de
comunicación, personas con identidades sexuales débiles o que anhelan una
relación de dominio con las mujeres, divorciados que anhelan una sociedad donde
las mujeres tengan menos derechos, sectores aspiracionales que creen que en una
sociedad menos democrática les va a tocar estar arriba de la cúspide, jóvenes
que encuentran una forma de rebeldía en dinamitar lo existente, en el derribo
de lo que consideran que son "obstáculos para la libertad" y creen
igualmente que van a ser beneficiarios de la demolición, estudiantes que ya no
estudian economía sino en escuelas de negocios y sueñan aspiracionalmente a
ser lobos de wall Street. Al final, gente sin
horizontes por culpa de una sociedad que ha dinamitado el horizonte y que creen
que vendiendo un riñón -como plantea Milei- podrán invertir en criptomonedas
que, una vez enriquecidos ¿les permitirán volver a recuperar su riñón?
La extrema derecha como un relato eficaz
La extrema derecha, como dueña de la razón
irracional, plantea cosas absurdas pero que tienen recorrido mediático (los
medios siempre les ayudan). Tienen que ser necesariamente estupideces o
atentados contra el sentido común para así polarizar el debate a atraer toda la
atención. De esa manera, parece que el debate es entre ellos y todos los demás.
La frontera entre que sean desechados por decir estupideces o que sean
señalados como el polo desafiante de la política tiene que ver con la
construcción publica de los personajes. Si el periodismo hiciera su trabajo, es
difícil que sus propuestas pudieran parecer otra cosa que necedades. Milei se
ha convertido en un verdadero ejemplo de estas actuaciones, siguiendo la estela
de Donal Trump ("puedo asesinar a alguien en la quinta avenida y no me
pasaría nada") o Díaz Ayuso cuando planteó colgar una maceta para luchar
contra el calentamiento global. Algunas propuestas de Milei son privatizar las
calles (pero no aumentar los sueldos para pagar esos gastos extras, lo que le
lleva necesariamente a prohibir las manifestaciones y las huelgas). Es decir,
ignorar que hay un salario indirecto en los bienes públicos que ayuda a la paz
social; prohibir la redistribución de la renta por parte del Estado pero
sortear el salario que recibe del Estado para que cualquier ciudadano pueda
hacer política; tratar el cuerpo como una mercancía, de manera que se pueda
vender un riñón o tratar a un niño como si fuera una lavadora (el economista
Ronald Coase inauguró esa mirada en los años 60, preparando la etapa de
Reagan).
Las
buenas trampas tienen que tener algo de verdad. Milei, en nombre de la libertad, autoriza a los
comerciantes informales su derecho a ser "emprendedores", es decir, a
trabajar jornadas de 14 horas para apenas conseguir el alimento. Por supuesto,
no se explica la contradicción con los comerciantes formales que ¿tampoco
pagarían impuestos? Con la consiguiente reducción de la seguridad que, como se
ve en el caso de Ecuador con Lasso, no garantiza la vida ni siquiera a los candidatos
a la Presidencia del Gobierno.
¿Quién dijo que todo está perdido?
Por último, estos personajes sacan hasta
un tercio de los votos e, incluso, sumando los votos de la derecha, pueden
aproximarse al 50%. Pero el otro 50% está enfrente. Incluso pese a los errores
de la izquierda. No se concedan victorias que aún no existen. Una parte,
además, se va a la abstención, pero en momentos de urgencia -de los
cuales no hay que abusar- se activan y expulsan a las derechas, como pasó con
Zapatero contra Rajoy, ha pasado ahora con Sánchez y Sumar contra
Feijóo-Abascal, pasó con Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner y
puede pasar otra vez en noviembre con Massa-Rossi frente a Milei o Bulrich. La
extrema derecha que está en contra del aborto está a favor del trabajo
infantil, de la venta de niños, de la privatización de la educación infantil,
de que en un hospital público se estudien las cardiopatías de los niños. Pero
hay al menos, siempre, en cualquier país, una de cada dos personas que les
aterra esta gente, aunque no siempre den la batalla. Y que son la razón para no
tirar la toalla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario