ELON MUSK ESCRIBE DERECHO CON
RENGLONES TORCIDOS
XOSÉ
MANUEL PEREIRO
Parecía un islote de dignidad en el océano de representantes locales que se multiplicaban el sueldo nada más pisar poder. María Eugenia Moreno, alcaldesa de Huévar de Aljarafe (Sevilla), anunciaba el pasado 31 de julio en su cuenta –@maruhuevar– de la red social antes conocida como Twitter: “He renunciado a mi SUELDO que LEGÍTIMAMENTE me corresponde como regidora del Consistorio” (las mayúsculas, como el sueldo al que renunciaba, son suyas). En su tuit incluía la foto de la firma oficial de la renuncia. Al día siguiente, ABC de Sevilla se hacía eco del gesto y de sus apostillas: “Mientras algunos siguen persiguiendo, mintiendo, criticando, manipulando, poniendo piedras para que Huévar no avance…, yo junto a mi equipo seguimos sumando para seguir avanzando todos unidos y juntos, seguimos sin descanso”.
@Maruhuevar hubiese
hecho mejor ahorrándose tanto despliegue de mayúsculas y gerundios, porque el
propietario de la red social antes… (llamémosle RSACCT), Elon Musk, o alguno de
sus directivos, acababa de implementar la feliz idea de las “notas de la
comunidad”. Una herramienta colaborativa mediante la cual, además de las
opiniones contrarias, denuestos, improperios y salidas por la tangente que
suelen constituir los argumentos dialécticos en la RSACCT, se pretende que los
usuarios estén mejor informados mediante aportaciones de contexto. En concreto,
el tuit (o cómo ahora se llame) de @maruhuevar venía acompañado de la siguiente
información: “Mª Eugenia Moreno Oropesa realmente ha renunciado a su sueldo de
alcaldesa debido a que necesita renunciar al mismo para percibir el sueldo de
diputada de Sevilla. Lista de cargos que tiene
https://www.pp.es/ma-eugenia-moreno-oropesa. Como alcaldesa de Huévar podría
cobrar un sueldo máximo de 46.464€. En la última legislatura también renunció a
él. ¿El motivo? Como portavoz del PP en la Diputación de Sevilla cobraba
64.099€”. Como diría @maruhuevar, mientras unos hacen gala de una medida que
les supone ganar unos 17.000 euros más de los que legítimamente le
corresponden, otros hacen publicidad disfrazada de información periodística y
son unos terceros los que no descansan para que se sepa la verdad de las cosas.
Al día siguiente,
el periódico matriz del anterior, ABC, publicaba en la RSACCT la escalofriante
noticia de que “Una trans asesina a tres prostitutas porque eran ‘más
atractivas de lo que jamás habría planeado ser’”. Escalofriante, sí, pero no
noticia. Según matizaba la nota de la comunidad, “el triple asesinato ocurrió
en 1990, cuando la asesina se identificaba como hombre. La supuesta motivación
del crimen se basa en el testimonio de un criminólogo en una serie documental
de 2021. No existe ninguna fuente que verifique esta afirmación”. La nota sí
añadía varios enlaces con la información correcta. Notas de la comunidad (a
partir de ahora Notes) también se usan para darle contraste real a determinadas
inserciones publicitarias. En algunos casos por engañosas (en una de reparadores
milagrosos de carrocerías, advertían que el brillante resultado final no era
otra cosa que la parte del vídeo previa al rasponazo de muestra) y en otras por
ser artículos de venta ilegal en la UE.
Los periodistas
talluditos consideramos en su momento que el llamado periodismo ciudadano era
tan fiable como la aeronáutica ciudadana o la cirugía vascular ciudadana
Los periodistas
talluditos –o al menos yo– consideramos en su momento que el llamado periodismo
ciudadano era tan fiable como la aeronáutica ciudadana o la cirugía vascular
ciudadana. Hasta que, como se puede ver por el par de ejemplos del principio y
por cientos de otros que cada uno de ustedes puede señalar, comprobamos que el
periodismo profesional era, en muchos e importantes casos, tan fiable como los
whatsapps que remite la Plataforma Nacional de Cuñados. También anhelábamos que
llegasen a nuestros remotos confines profesionales esos unicornios, los
factcheckers, que al parecer existían en el seno de los medios en otros
hábitats más desarrollados.
Aquí, según el
consabido ejemplo, cuando A asegura que llueve y B lo desmiente, el proceso de
contraste habitual es recoger las dos opiniones (simultánea o
consecutivamente), en lugar de sacar la mano por la ventana y comprobar cuál de
ellas es la buena. El asunto factchecker corre aquí a cargo de unas empresas o
asociaciones, más o menos externas a los medios, que interviene en aquellos
casos que tienen a bien intervenir. La gran ventaja de Notes es que el
desmentido factual es inmediato, o por lo menos adyacente a la fake news/bulo.
La RSACCT, ahora
rebautizada X como sabrán, define Notes como una herramienta colaborativa para
mantener a la gente mejor informada, y especifica que: “Los colaboradores son
personas como tú. Cualquier persona en X cuya cuenta cumpla con los criterios
de participación puede registrarse para colaborar. Los textos no se eligen por
mayoría. Notas de la comunidad identifica los textos que son considerados
útiles por y para personas con diferentes puntos de vista. No es X quien decide
lo que se muestra: son las personas”. (Ya saben que tienen que despejar la X y
sustituirla por RSACCT para una cabal comprensión del texto). Para ser
colaborador hay que carecer de antecedentes de incumplimiento de las reglas de
X desde el pasado 1 de enero, tener seis meses de antigüedad en la red, un
número de teléfono verificado –y de una compañía telefónica de confianza (?)–.
En aras de la información como servicio público, me he apuntado.
Una vez aceptado,
he tenido que hacer el juramento virtual de respetar los valores de Notas de la
comunidad, contribuir a generar entendimiento, actuar de buena fe, y ser de
ayuda, incluso con quienes no están de acuerdo. También aceptar que mis notas y
puntuaciones sean públicas. Y finalmente, hacerme seguidor de @CommunityNotes
(550.000 en ese momento). Pese a lo que pueda parecer, al contrario de otras
herramientas colaborativas, “Notes no es un concurso de popularidad. Su
objetivo es encontrar notas que muchas personas desde diferentes puntos de vista
encontrarán útiles. No solo tiene en cuenta cuántas calificaciones ha recibido
una nota, sino también si las personas que la calificaron como útil parecen
provenir de diferentes perspectivas”. X pone como ejemplo explícito a seguir la
Wikipedia, en la que la relativa falta de control de las contribuciones tiene
un resultado final de credibilidad aceptable.
No me digan que no
suena bonito. Ahora, a saber en qué acaba. Espero que, por lo menos, quienes
siguen tomando a la gente por idiota (y en efecto, alguna lo es, o por lo menos
tiene un grave problema de comprensión lectora, como se puede comprobar por
ciertos comentarios a las noticias desmentidas) lo hagan con el temor de que
alguien se tome la molestia de comprobar si lo que le dicen es cierto.
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