"DISCÉPOLO CUENTA CÓMO ESCRIBIÓ YIRA, YIRA"
"Yo no escribí ´Yira... yira...´ con la mano. La padecí con el cuerpo. Quizás hoy no la hubiera escrito porque los golpes y los años serenan. Pero tenía veinte años menos y mil esperanzas más. Tenía un contrato importante con una casa filmadora que se empeñaba en hacerme hacer cosas que me desagradan como artista... Como hombre digno. Y jugué. Rompí el contrato y me quedé en la calle. En la más honda de las pobrezas y en la más honrada soledad...
“Yira... yira...”
surgió, tal vez, como el más espontáneo, como el más mío de los tangos, aunque
durante tres años me estuvo “dando vueltas” inspirado en un momento de mi vida.
Yo, sin un centavo, me fui a vivir con mi hermano Armando a la calle Laguna.
Ahí surgió “Yira... yira...”, en medio de las dificultades diarias, del trabajo
amargo, de la injusticia, del esfuerzo que no rinde, de la sensación de que se
nublan todos los horizontes, de que están cerrados todos los caminos. Pero en
aquel momento, el tango no salió. No se produce en medio de un gran dolor, sino
con el recuerdo de ese dolor.
“Yira... yira...”
nació en la calle. Me inspiraron las calles, el hombre y la rabia de Buenos
Aires... La soledad internacional del hombre frente a sus problemas...
La letra de esa
canción yo la padecí más de una vez. Pero nunca tanto como en la época en que
la escribí. Hay un hambre que es tan grande como el hambre del pan. Y es el
hambre de la justicia, de la comprensión. Y la producen siempre las grandes
ciudades donde uno lucha, solo, entre millones de hombres indiferentes al dolor
que uno grita y ellos no oyen. Londres gris, Nueva York gris, Buenos Aires...,
todas deben ser iguales... Y no por crueldad preconcebida sino porque los hombres
de las grandes ciudades no pueden detenerse para atender las lágrimas de un
desengaño. Las ciudades grandes no tienen tiempo para mirar el cielo... El
hombre de las ciudades se hace cruel. Cazamariposas de chico. De grande, no.
Las pisa... No las veo... No lo conmueven...
“Yira... yira...”
fue una canción de la calle. Grité el dolor de muchos, porque de esa manera
estoy más cerca de ellos. Usé un lenguaje poco académico porque los pueblos son
siempre anteriores a las academias. Los pueblos claman, gritan, ríen y lloran
sin moldes. Y una canción popular debe ser siempre el problema de uno padecido
por muchos..."
(Escritos inéditos de E. S. Discépolo. Ed. del Pensamiento
Nacional, págs. 28-30)
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