AL OTRO LADO DE LOS MUROS DE AUSCHWITZ
ENRIC BONET
¿Qué sucedía al otro lado de los muros de Auschwitz? ¿Quiénes eran los que vivían allí? ¿Y cómo lo hacían para obviar el horror absoluto que se producía a las puertas de su casa? La película Zone of Interest (Zona de Interés) del director británico Jonathan Glazer, de 58 años, aborda el recurrente tema del Holocausto a través de este original enfoque. Es el punto de partida de uno de los filmes que ha causado sensación en la edición de este año del Festival de Cannes y se ha postulado como candidato a la Palma de Oro.
Una década después
de haber deslumbrado con el thriller sobrenatural Under the Skin (2013), el
retorno a las grandes pantallas de Glazer refuerza su condición de cineasta de
culto. Lo hace aportando nuevas respuestas a un dilema habitual en el séptimo
arte: ¿cómo representar el horror absoluto del Holocausto? Jacques Rivette,
miembro de la Nouvelle Vague, ya se había indignado en 1961 hablando de un
“travelling de Kapò” para denunciar los artificios del cine para narrar la
muerte de un detenido judío.
El realizador de
Zona de Interés tiene en cuenta una de las grandes lecciones de Shoah, el
monumental documental de Claude Lanzmann que en la década de 1980 revolucionó
la representación y la memoria del Holocausto. Como Lanzmann, Glazer apuesta
por no representar, sino sugerir la barbarie de las cámaras de gas. Para ello,
coloca la cámara en la frontera del campo de exterminio. Nunca entra en él,
pero el horror resulta omnipresente.
La reina de Auschwitz
La película es una
interpretación muy libre de la novela homónima de Martin Amis, cuyo deceso el
20 de mayo a los 73 años coincidió prácticamente con el estreno en Cannes.
Glazer narra la vida bucólica de la familia de Rudolf Höss, el comandante
alemán de las SS que dirigió el campo de concentración nazi. Durante una visita
en Auschwitz (sur de Polonia), “me quedé muy sorprendido de lo cerca que
estaban la casa y el jardín del comandante del campo de concentración”, explicó
el director británico durante la rueda de prensa de presentación del
largometraje.
La película es una
interpretación muy libre de la novela homónima de Martin Amis
Al lado de los
muros de piedra con alambres de espino del primer campo de Auschwitz, Rudolph
Höss y su mujer Hedwig –interpretada por una brillante Sandra Hüller–
construyen una casa aparentemente idílica. Una piscina, un invernadero, un
viñedo, un jardín lleno de flores cuyos distintos nombres recita con fruición
la mujer del comandante nazi y madre de una familia numerosa de niños arios.
Ella lo considera el hogar ideal para educarlos, no se quiere ir de allí.
Presume de que la apoden la “reina de Auschwitz”.
Este retrato
original y provocador de una familia de burgueses alemanes durante la Segunda
Guerra Mundial tiene el mérito de que no los humaniza, sino que muestra la
banalidad del mal. Aparentemente, son seres normales, pero también egoístas,
crueles, siniestros y profundamente antisemitas. Aunque intentan llevar una
vida normal –el filme empieza con un pícnic familiar–, resulta omnipresente en
sus vidas el exterminio en masa que se produce detrás de su elegante jardín.
Una discusión entre Rudolph y Hedwig se ve interrumpida por una patrulla de
soldados. Un baño con sus hijos en el río se termina de repente. Siempre
aparece la sombra de Auschwitz.
Influencia de Haneke y Kubrick
Su omnipresencia se
traduce gracias a la potente puesta en escena de Glazer. Conocido por la
autoría de los videoclips de Massive Attack, Blur o Radiohead, el británico
demuestra todo su virtuosismo técnico. El espectador queda cautivado desde el
principio gracias a los planos del bucólico jardín al lado de los muros, torres
y chimeneas del campo de exterminio. Los planos estáticos resultan
predominantes. La cámara se sitúa lejos de los actores. Un estilo que recuerda
al del director austríaco Michael Haneke y que muestra el carácter polifacético
del cine de Glazer. Se le ha llegado a comparar con Stanley Kubrick, aunque
esto son palabras mayores.
“Creo que se trata
de la segunda parte de La cinta blanca”, dijo en la sala de prensa en Cannes el
actor y protagonista (interpreta a Rudol Höss) Christian Friedel. Se refería al
retrato sobre la genealogía del nazismo a partir de la violencia en un pueblo
alemán a principios del siglo XX que hizo Haneke en 2009 –ganador de la Palma
de Oro ese año– y en el que Friedel también actuó. De hecho, una de las escenas
de crueldad gratuita entre los hijos de los Hoss parece una referencia a la
violencia estructural en el cine hanekiano.
No obstante, estos
planos estáticos también recuerdan una estética del presente: la de los
programas de telerrealidad. La mirada del Holocausto desde el presente es una
de las claves de Zona de Interés. Una lógica que también imperaba en otras de
las obras más interesantes que se han visto en esta edición de Cannes: el
documental experimental Occupied City de Steve McQueen, ganador en 2014 de los
Óscars a mejor película y mejor dirección por 12 años de esclavitud.
En el caso de la
obra de Glazer, grabada en Polonia y sin luz artificial, su vinculación con el
presente comporta que no sea una película de fácil digestión. Incomoda al
espectador y le da más de una patada en el estómago. También lo hacía con otro
registro más cómico El triángulo de la tristeza del sueco Ruben Östlund, dos
veces galardonado con la Palma de Oro (2017 y 2022) y que preside este año el
jurado en Cannes.
Un elemento clave
para conectar el presente con el Holocausto es la oprimente banda sonora. Como
sucedía en el anterior largometraje de Glazer, la compone la británica Mica
Levi, respaldada por el creador sonoro Johnie Burn. Sus ruidos abstractos
provocan una náusea incipiente en el espectador. E irrumpen como una guía
auditiva ideal para cualquier visitante actual de las cámaras y hornos de
Auschwitz.
Quizás uno de los
grandes aciertos de Zona de Interés es poner todo el virtuosismo técnico de
Glazer al servicio de un mensaje potente: el horror del Holocausto no fue solo
cosa de unos depravados excepcionales. Y nada garantiza que esa historia no se
repita.
¿Qué sucedía al
otro lado de los muros de Auschwitz? ¿Quiénes eran los que vivían allí? ¿Y cómo
lo hacían para obviar el horror absoluto que se producía a las puertas de su
casa? La película Zone of Interest (Zona de Interés) del director británico
Jonathan Glazer, de 58 años, aborda el recurrente tema...
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