ILEGÍTIMOS Y TÓXICOS
ANA PARDO DE VERA
Feijóo, el pasado 5 de enero.
EFE/ Chema Moya
El Partido Popular no ha esperado al inicio oficial del año electoral -lunes 9 de enero- para dejar clara cuál será la posición del partido liderado por Alberto Núñez Feijóo en la larguísima campaña que nos espera; y esta estrategia no ha cambiado nada respecto a las de Aznar, Rajoy o Casado. Parafraseando a Dolores de Cospedal, que fuera número dos del PP durante el liderazgo de Mariano Rajoy y su etapa en el Gobierno, "o nosotros o el caos".
Este domingo,
Miguel Tellado, vicesecretario de Organización del PP y hombre de confianza de
Feijóo dentro de su núcleo duro gallego, ha tachado de "ilegítimo" al
presidente del Gobierno, fundamentalmente, porque, aunque llegó a La Moncloa
aupado democráticamente por las urnas, argumenta, al haber incumplido todas las
promesas que hizo, y aunque Tellado se limita a poner el énfasis en los
acuerdos parlamentarios (esto es, avalados por mayorías) alcanzados con ERC y
Bildu, Pedro Sánchez ha perdido toda su legitimidad.
El PP, por tanto y
también con el moderado Feijóo, recupera el mensaje al que siempre ha acudido
cuando ha estado en la oposición: si no gobiernan ellos, no hay democracia.
Para desplegar esta estrategia que va mucho más allá de la confrontación
electoral y apela directamente al derribo por "fraude político",
según Tellado, Feijóo ha encargado a los suyos que sigan martilleando en Europa
contra el Gobierno de coalición de España, sea por las ayudas europeas o sea
por la negativa a aceptar la OPA del PP para reformar el sistema de elección
del Poder Judicial antes que su renovación.
Al expresidente de
la Xunta de Galicia no le frenan ni, por un lado, el fracaso del plan idéntico
que desarrolló su antecesor Pablo Casado ni, por otro, las muchas veces que la
Comisión Europea ha dado al PP con la puerta en las narices elogiando las
políticas del Ejecutivo y pidiendo que se cumpla la Constitución en España y se
renueve ya el -éste sí- deslegitimado Poder Judicial, bloqueado por el PP hace
cuatro años y cuya representación no se corresponde con la soberana resultado
de las últimas elecciones de 2019. Feijóo se juega su propio liderazgo en el
PP, y no se vino de Galicia a Madrid para estrellarse a la primera.
El pasado domingo,
La Vanguardia recogía las conclusiones del último informe del instituto sueco
V-Dem, el llamado Democracy Report 2022. El resultado se muestra pesimista de
cara al futuro, por el autoritarismo y las democracias que llama
"electorales", es decir, las que se justifican mediante el voto cada
equis años, pero sin transparencia ni separación de poderes real, entre otros
aspectos que las distancian de las democracias plenas denominadas
"liberales".
En este sentido,
España no pasa desapercibida en el informe de V-Dem, que alerta de la
"polarización tóxica" en sistemas como el de EE.UU., Brasil, Alemania
o España, a los que las múltiples crisis derivadas de la pandemia, entre otros
factores, han desestabilizado con la aparición de elementos negacionistas,
autoritarios y/o de ultraderecha.
El PP ha elegido,
sin duda ya, esta toxicidad contra la que alerta el organismo sueco, tratando
de competir sin complejos -los que aparentaba Feijóo- por el espacio electoral
de Vox, que parece decidido a presentar su moción de censura contra Sánchez
para acorralar al líder de la oposición. A pesar de una aparente reducción del
voto en las encuestas, los de Santiago Abascal se siguen manteniendo en pie con
firmeza y son conscientes del panorama que puede darse tras las elecciones de
2023: que pese a una victoria del PP sobre el PSOE, aquel no gobierne ni
sumándolos a ellos, lo que los convierte en un actor imprescindible para
Feijóo, en la victoria o en la derrota, y así quieren que este lo reconozca. La
renuncia a apoyar los presupuestos en Madrid solo ha sido un aviso. La
ultraderecha busca que el gallego los abrace abiertamente y sin complejos, si
es que alguna vez Feijóo los tuvo.
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