¿DEFENDER A UN VIOLADOR?
DIANA LÓPEZ VARELA
09 de diciembre de
2022, Qatar, Al-Rayyan: El brasileño Dani Alves (R) consuela a su compañero
Neymar mientras llora después de la derrota de su equipo en el partido de
fútbol de cuartos de final de la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022 entre
Croacia y Brasil en el Education City Stadium en Al Rayyan . Foto: Robert
Michael/dpa
Las constantes declaraciones de mujeres del entorno de Dani Alves que estos días se están difundiendo en todos los medios de comunicación, así como sus perfiles en la prensa rosa, son un ejercicio de irresponsabilidad periodística que está legitimando a los agresores machistas frente a otros hombres con un mensaje muy claro: hagas lo que hagas, siempre tendrás a mujeres disponibles que te quieran y que te defiendan. Un ejercicio tremendamente dañino en un país en donde la violencia sexual contra las mujeres y niñas no deja de aumentar y donde, en virtud de una modificación legislativa, cada día hay más agresores sexuales en la calle. Irresponsable también porque pone el foco de la violencia recibida sobre las propias mujeres y convierte un delito contra nuestra integridad en algo debatible y opinable, según la simpatía hacia el supuesto agresor y la conciencia feminista de quién contradiga sus argumentos.
Hoy me gustaría
recordar que los hombres ya se defienden entre ellos, especialmente, cuánto más
poderosos son. Ahí tenemos a Xavi para demostrarlo una vez más y tenemos, sobre
todo, el silencio atronador de toda la manada futbolera. No vaya a ser que les
sal-pique. ¿Alguien cree que Dani Alves es el único futbolista que ha agredido
a una mujer? Santi Mina, Neymar o su idolatrado Pelé... tenemos muchas pruebas
y pocas dudas de cómo funciona el star-system futbolístico. Si son hombres los
que cometen las agresiones, ¿por qué no preguntan a todos los compañeros
futbolistas en las múltiples ruedas de prensa que ofrecen? ¿Por qué no
persiguen una y otra vez a los amigos y familiares del mismo sexo que Dani
Alves? ¿Por qué no hacen perfiles de sus hombres queridos y nos muestran su
Instagram? ¿Quiénes son, de qué trabajan y cómo se conocieron aquellos señores
que le quieren y le protegen? Porque es absolutamente absurdo e innecesario.
Pero no cuando lo hacen con las mujeres porque así funciona el patriarcado. Tan
retorcidamente que convierte a las potenciales víctimas en victimarios.
Por eso, y porque
al final hay quien aprovecha la ponzoña mediática para soltar un "al final
son más machistas ellas" es imprescindible explicar estos comportamientos
recurriendo al concepto de alienación. La alienación es ese proceso por el que
un individuo o colectivo transforma su pensamiento para hacerlo contrario a sus
intereses naturales. Marx definía la alienación como "contradicción"
para referirse a los obreros que defendían los intereses del patrón. Un votante
negro de Vox es una persona alienada. Y una mujer que defiende el machismo
también lo es. Históricamente, las mujeres hemos estado alienadas ya que el
sometimiento y la obediencia a los varones ha condicionado nuestra propia
existencia. Los hemos necesitado para tener un trabajo, un hogar, una cuenta
bancaria y hasta un nombre, y desgraciadamente así continúa siendo en
muchísimos lugares del mundo.
En nuestras
sociedades democráticas la servidumbre hacia los hombres adopta ahora muchos
disfraces y el amor es, sin duda, el más versátil. Toda la mitología del amor
romántico y del amor materno filial se sostiene sobre la incondicionalidad y
abnegación femeninas. No es un amor puro el que hace que la madre de uno de los
violadores de Castedefells le diga "no sé cómo hay chicas así" o que
la pareja de Dani Alves lo defienda responsabilizando a otras mujeres. Es la
lealtad de una mujer a un varón por razón de su sexo. Que en el fondo (o no tan
en el fondo) lo que quiere decir es que también hay otro tipo de chicas. Las
chicas buenas. Como sus madres. Por eso, cuanto más machistas son los hombres,
más se suelen acordar de su santa madre.
El patriarcado ha
sido muy hábil a la hora de dividirnos (divide y vencerás) y la división entre
putas y santas ha resultado ser de lo más efectiva. La existencia de unas está
absolutamente condicionada por la de las otras, y las chicas buenas necesitan a
las malas mujeres para definirse. Y, mientras tanto, el pacto social patriarcal
podrá proveerse de mujeres fieles e incondicionales a los intereses del hombre
cuyo discurso se enfrentará, hasta la saciedad, al de la víctima. Mujeres a las
que agasajan con su supuesto amor, su protección y su dinero y el privilegio
único de no ser ese tipo de chicas. Temporalmente a salvo. De ellas reciben
fidelidad ciega (hasta el punto de perdonar y aceptar sus propias
infidelidades), sexo, una familia.
Pero la alienación
también es miedo. Quizá no miedo a ser asesinada o violada (que también) sino
el miedo a perder el privilegio de ser elegida por los hombres con poder. A no
ser querida ni deseada por ellos. Por eso, a toda mujer que se rebela contra
este pacto se le espeta un te vas a quedar sola y a ti nadie te va a aguantar.
Por eso el machismo, como herramienta correctora, nos demuestra una y otra vez
que rebelarse se paga caro. Con violencia familiar, institucional. Con toda la
violencia mediática que estos días está recibiendo una supuesta víctima de
agresión sexual. Serás doblemente cuestionada, ninguneada y revictimizada.
Tendrás que renunciar, incluso, a una indemnización para ser creída. Para que
no digan, a pesar de todo, "se está aprovechando de su dinero",
"solo quiere joderle la vida" y "se lo merecía". Se lo
hacen a una, pero nos advierten a todas.
Cuando descubres la
podredumbre del sistema patriarcal y cómo afecta a nuestra integridad y salud
sabes que todas estamos en la diana. Hoy en una orilla y mañana en la otra,
ninguna está libre de ser sorprendida por un hombre así. Porque están por todas
partes, también en nuestras familias. Por eso tenemos que apelar a los medios
de comunicación para que dejen de buscar cómplices de los agresores entre las
mujeres. Para que dejen de perpetuar la eterna división entre buenas y malas
mujeres. Para que aprovechen la ocasión de poner en evidencia a quienes nos
dañan, a quienes nos pegan y a quienes nos violan. O lo que es lo mismo: ellos,
que se defiendan solos.
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