PERIODISTAS EN VENTA
DAVID BOLLERO
Pablo González e Ignacio
Cembrero, abandonados por el Gobierno de España. - Cedida / Universidad de La
Rioja
Cuando un país no protege a su prensa, la democracia se tambalea o, al menos, camina con pies de barro corriendo el riesgo de desmoronarse de un momento a otro. Nada bueno hay en amordazar, o dejar que otros lo hagan, a periodistas que revelan informaciones cumpliendo con su deber tácito con la sociedad. Sin embargo, eso es precisamente lo que está haciendo el Gobierno de España con profesionales como Pablo González o Ignacio Cembrero.
Si algo ha
demostrado Pedro Sánchez en esta legislatura es que siempre está dispuesto a
asumir daños colaterales si con ello obtiene una recompensa o, al menos, evita
contrariar a algún socio. El caso más ilustrativo es el sacrificio de todo un
pueblo, el saharaui, utilizado por el Gobierno de España como moneda de cambio
con Marruecos. Otros ejemplos son los de Pablo González e Ignacio Cembrero.
El último es un
periodista especializado en el Magreb y que en más de una ocasión ha sacado los
colores a Mohamed VI destapando informaciones vergonzantes sobre su reinado.
Dicho de otro modo, el sátrapa se la tiene jurada y, de hecho, Cembrero es una
de las víctimas del caso de espionaje Pegasus del que varias investigaciones,
como la llevada a cabo por el Parlamento Europeo, apuntan a Marruecos. No
sorprenden estas conclusiones, toda vez que entre la lista de personas espiadas
también se encontraba la activista saharaui Aminetu Haidar.
Precisamente por
haberse hecho eco de estas informaciones, Marruecos está sometiendo a Cembrero
un hostigamiento sin precedentes, llevándolo por cuarta vez a los tribunales
sin que en las tres precedentes la Justicia haya dado la razón al reino
alauita. Se trata de un caso de libro de lawfare, esto es, abrir una guerra
judicial para presionar, extorsionar o amordazar, una práctica que
lamentablemente se está generalizando contra la prensa.
Tanto la Asociación
de la Prensa de Madrid como la Federación de Asociaciones de Periodistas de
España (FAPE) respaldan a Cembrero, solicitando al Gobierno de España que
muestre su apoyo al periodista. Hace ya seis meses que la FAPE hizo algo
parecido con Pablo González, preso en una cárcel polaca desde hace casi un año,
sin pruebas que sustenten su detención y sin haber tenido juicio. Hace unos
días conocíamos, además, el rechazo por parte de Polonia a revisar la tercera
prórroga que retiene ilegalmente a González en sus cárceles. No gustaban las
informaciones que destapaba el periodista sobre la guerra de Ucrania que, sin
restar un ápice de culpa a Rusia, mostraban otra cara de Ucrania y Zelenski.
Tanto en el caso de
Cembrero como el de González todos los caminos conducen a EEUU. La sumisión de
España con Marruecos es histórica y notoria, y a Washington le interesa
geoestratégicamente un Marruecos fuerte, capaz de seguir presionando a Europa
con asuntos como la migración o el tráfico de drogas. Eso tiene un precio, EEUU
invita a la ronda pero paga España y, en este caso específico, Cembrero. En
cuanto a González, toda información que pueda restar apoyo a Ucrania y, con
ello, debilitar la ofensiva contra Rusia, perjudica los intereses de la
Casablanca, que desde que estalló la guerra ha visto cómo, por ejemplo, sus
exportaciones energéticas se han disparado.
El Gobierno de
España comete un error. Realizar este tipo de concesiones nos debilita como
país, como democracia. A pesar de que se presuma de buenas relaciones tanto con
EEUU como con Marruecos, lo cierto es que el peaje que se asume para ello es
inmoral y profundamente antidemocrático, contrario al respeto por los derechos
fundamentales más esenciales. Obviar estas circunstancias, como lamentablemente
acaba de hacer el Alto Representante para Asuntos Exteriores de la Unión
Europea, Josep Borrell, tras su visita a Marruecos, y como presumiblemente
sucederá en la próxima reunión bilateral con España, empeora aún más la
situación, retrasa el avance y fortalecimiento de la libertad. Mientras el
Gobierno de España no asuma que mancharse las manos de sangre, real o
figuradamente, es un mal camino para obtener réditos, España seguirá vasalla de
terceros sin autoridad moral alguna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario