ASÍ ES LA GUERRA, SEGÚN JOSÉ
MANUEL ALBARES
SATO DÍAZ
Soldados
saharauis lanzan un cohete de 120 mm contra una base militar marroquí en el
muro que divide el Sáhara Occidental, el 15 de octubre de 2021. / Jairo Vargas
Esta semana, el Frente Polisario decidía en su congreso intensificar la lucha armada contra Marruecos. El viernes, se reunía el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania de la OTAN y afines en la base norteamericana de Ramstein, en Alemania; el armamento occidental no deja de crecer en Ucrania pese a que Olaf Scholz mantiene el 'nein' al envío de sus tanques Leopard II. Occidente cada vez asume más un rol activo en una contienda que ya va más allá de salvar al soldado Vlodimir Zelenski, busca derrotar (y, si se puede, humillar) a la Rusia de Vladimir Putin. Y la tensión mundial por las nubes, y polarizan, por un lado, Estados Unidos, China desde el otro. Inquietante.
Lo contaba el
periodista Danilo Albin en Público a principios de año, el 2023 no tiene visos
de ser más pacífico que el anterior. No solo es Ucrania, ni el Sáhara, ni los
constantes asesinatos de civiles palestinos en Gaza y Cisjordania en manos del
ejército de Israel, también es Irán, es Taiwán, es Yemen, el Sahel, Haití,
Armenia y Arzebaiyán, Etiopía, son los tanques militares que desfilan en Lima
contra las manifestaciones de civiles andinos...
La guerra como
expresión de lo cotidiano. El siglo XXI se empeña en parecerse al bélico siglo
XX. Y en medio de este caos, el relato se impone como una de las armas más
preciadas. El control de los medios de comunicación como forma de manejar los
pensamientos se codicia en sociedades en las que las decisiones se han de tomar
a través de votos, a través de urnas. Y así, conforme discurrían las semanas de
la primavera 2022, se dejaron de escuchar diferentes voces analizando las
causas y consecuencias de la invasión rusa a Ucrania y los pros y contras ante
posicionamientos sobre la guerra que aún perdura y no tiene visos de acabar. Se
perdió la polifonía; salvo honrosas excepciones nos quedamos con una sola voz
que conduce al pensamiento único.
El mejor lugar para
escuchar la radio es el coche. Exterior noche, luna lejana, las largas señalan
el camino y la radio suena. Entonces, apareció José Manuel Albares, ministro de
Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, en el programa 24 horas de RNE
que conduce el periodista Josep Cuní el pasado jueves. Objetivamente, había
sido una jornada importante para España y su política exterior. Pocas horas
antes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la república
francesa, Emmanuel Macron, firmaban un relevante tratado de amistad que sitúa
el eje hispano-francés como un nuevo actor político, un polo democrático, en la
convulsa UE. Era, a todas luces, una entrevista interesante, la de Albares.
El ministro quiso
sacar provecho de la aparición mediática, también, para marcar relato y
recordar a la audiencia que estamos en guerra y que, por lo tanto, hay que
tomar partido y no se puede discrepar de la idea predominante. Firmes. Reforzar
el pensamiento único, reiterar en la simpleza de que unos son los buenos y los
otros, los malos. Era el día previo a la reunión en Alemania de los países de
la OTAN para tratar sobre nuevos envíos de armamento a Ucrania.
Cuní, con buen
criterio, insistía en que si se decidía enviar armas ofensivas a Ucrania, en
vez de defensivas, podría darse una "subida cualitativa del riesgo"
en el conflicto y "un cambio sustancial de la postura europea".
Albares respondió: "Todo material en manos de Ucrania es defensivo de la
misma forma que todo material en manos del Ejército ruso es material
ofensivo". Sin complejidades, así es la guerra según José Manuel Albares.
Buenos y malos.
La entrevista
avanzó y no tardó en llegar el asunto más oscuro de la política exterior de
este Gobierno; el motivo por el que a día de hoy Albares, y no Arancha González
Laya, ostenta el cargo que ocupa: la relación con Marruecos con el telón de
fondo del contencioso del Sáhara Occidental. Y es que el mismo jueves, la
delegación del PSOE en el Parlamento Europeo votaba en contra de una resolución
crítica con la falta de respeto a los derechos humanos y la libertad de prensa
en el país marroquí. Los eurodiputados del PSOE se quedaron solos, junto a los
compañeros de Marine Le Pen, votando 'no'. El grueso de eurodiputados del
Partido Popular europeo, también los españoles, se ausentaron del debate y
votación.
Cuando el 24 de
febrero de 2022 Rusia invadió militarmente Ucrania, el Derecho Internacional y
el sentido común dictaban la necesidad de una condena de los hechos. Un
ejército extranjero nunca debe actuar en el suelo de un país soberano. Bajo
ocupaciones militares se han cometido, tal y como nos ha enseñado la historia,
los mayores horrores de la humanidad. Y, sin embargo, esa condena a la invasión
rusa del país ucraniano no ha de arrastrar obligatoriamente la defensa de que
la mejor forma para acabar con el conflicto sea armar hasta los dientes la
zona, echar más leña al fuego, que crezca la guerra con la excusa de la paz.
Paradojas, el mismo
ministro que tanto énfasis pone en sus comparecencias contra la ocupación de
Ucrania por parte de la Rusia de Putin es el más cariñoso con el ocupante,
también a través de la fuerza, del Sáhara Occidental. Marruecos ocupó militarmente
el Sáhara en 1975 y desde entonces mantiene un régimen de terror para la
población local de ese territorio. Con lo simple que parecía todo en boca de
Albares en la entrevista en RNE y lo difícil que se vuelve todo al analizar la
realidad. El Gobierno de España reconocía en marzo de 2022 que el Sáhara forma
parte de Marruecos, legitimando la ocupación ilegal, contrariando las
resoluciones de la ONU.
Si, tal y como han
publicado algunos periodistas, los eurodiputados socialistas votaron contra la
resolución que implicaba a Marruecos por una llamada al propio Albares desde
Rabat, de su homólogo Nasser Bourita, la injerencia de Marruecos en los asuntos
internos españoles (y del PSOE) sería de un enorme calibre, pues la política
del Ministerio de Exteriores no se puede dictar desde fuera de España, según
los intereses de otro Estado.
Si la decisión del
polémico voto de la delegación socialista en Estrasburgo fue tomada, tal y como
han explicado otros medios, por el propio Gobierno y PSOE, independientemente
de Marruecos, pero con el objetivo de que la Reunión de Alto Nivel (RAN) que
mantendrán los gobiernos españoles y marroquíes el próximo mes no se vea
afectada... Esto también tiene un nombre: chantaje. La RAN tendría que tener
lugar porque es un compromiso, y este era que se celebrara el año pasado, y no
se hizo. No puede depender de cumplir con los anhelos de Marruecos que España
consiga sentarse en la misma mesa.
Se nos está
llenando el mundo de guerra... Y de quienes las hacen. Y de quienes miran para
otro lado.
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