UNA PRÁCTICA
LECCIÓN
CANINA
RAFAEL ZAMORA
MÉNDEZ
PRIMER LUGAR DE PARTIDA: Me encuentro ubicado en un soleado
banco de una muy popular plaza,localmente
estacionada, en un agradable término de nuestra característica
Provincia.
Por ella a diario, a cualquier hora que sea, se mueven
auténticas riadas de seres humanos que fluyendo por todas partes o rincones, a
borbotones, constituyen una transitoria y vertiginosa aparición.
De pronto, frente a mí, se detiene un desconocido joven que
aparece acompañado de un simpático perrito blanco, de esos, característicamente
“falderos” pero... con más pelos en la cabeza que un rapaz carnívoro, de tal
perfil y talante, que los mismos, le caen sobre la frente como una espesa
cortina, cubriéndole unos negros ojitos avispados que, a penas, alcanzamos a
distinguir.
El chucho anda resoplando, como si en realidad hubiese consumado un largo y apesadumbrado
recorrido, seguramente, acompañando a su pulverizado dueño en ese sano y
recomendable ejercicio de la cotidiana caminata, tan reiteradamente impulsada
en la actualidad, como imprescindible uso cotidiano por los ilustrados
doctores, muy adecuada para rebajar peso, cauterizar grasas y, así, conseguir conservarse en la más superior buena forma consentida.
El muchacho, consigue sacar de su rústico morral, una pequeña
botella plástica repleta de refrescante agua mineral- comercial.
Hace como un hábil cuenco en una de las manos y comienza a darle
de beber a su sedienta mascota, acto que el animalito realiza con una pasmosa
rapidez, vorazmente, mucho más que precipitada.
En menos de dos fugaces minutos, deja plenamente vacío el
plástico envase.
-.- ¡TENÍA SED, EH!
-.- ¡SÍ, DEMASIADA! VENIMOS DESDE “LAS TERESITAS”,
HACIENDO “FUTINS”!
Seguidamente, toma el mencionado recipiente y, sin más, lo lanza al suelo.
El avispado perrito, salta raudo como un rayo, lo recoge con sus
diminutos dientecillos, comienza a dar brincos y, pulcramente, va y lo deposita
en una cercana papelera que por allí
había.
-.- ¡CARAMBA, AMIGO, QUÉ BIEN!
-.- ¡ES UNA DE LAS MEJORES MAÑAS
QUE LE HE
PODIDO METER EN LA
CABEZA!
-.- ¡LE FELICITO, SEÑOR! SORPRENDENTE EJEMPLO!
Segundo éxodo: Me dirijo hacia la recorrida avenida “Bélgica” y,
la comienzo a transitar hasta venir
llegar a parar, casi, casi, frente por frente, ante los propios dinteles
de una pública, atenta y servicial farmacia.
Al rato, un señor sale de la misma. Estoy aguardando la
permutación semafórica para cruzar de acera.
El tipo, se ubica a mi lado, teniendo en la mano una diminuta
cajita de cartón en cuyo interior, seguramente, iba algún correspondiente
producto médico.
La abre, se queda con su contenido y, displicente, como un
experto lanzador, con toda nociva desfachatez y bien aventada carota, de un
desdeñoso tirón, deportivamente, sin más, la proyecta en la asfaltada médula de la propia vía.
En ese preciso instante, pasa una distinguida señora que, por su
peregrina catadura, me dio la momentánea impresión de que debería de
ser una turística visitante extranjera.
Ante mi natural asombro, la indicada dama, se inclina, recoge la
caja, incomunicada a mitad de la calzada
y, gentilmente, se la ofrece al impasible “tirador.”
-.-¡NO, SEÑORA; NO SE PREOCUPE QUE ESTÁ COMPLETAMENTE VACÍA!
La mujer, lo intenta por segunda vez y, ante su obstinada
negativa, va y la deposita en una
oportuna papelera que por allí
adyacente, se encontraba, a la par que le decía
-.- EN EL MÍO PAIS, SANCIONAR FUERTEMENTE A LOS QUE HACER ESTAS
DESVERGONZADAS COSAS!
¡Ahí queda eso!
Y, de esta manera, hemos conseguido llegar al virtuoso final de
dos prácticos ejemplos que, encrespando el ensortijo, nos vienen
claramente a demostrar la general impotencia de unas hartas autoridades que, a pesar de las serias advertencias, continuos avisos y repetidas notas, por todos nuestros calles,
al parecer, de una vez por todas, definitivamente, no quieren evaporarse los pegajosos chicles, ensalivadas colillas
de cigarros, papeles e inmundicias perrunas que, cual cívica condenación, carga
sobre todos nosotros.
Algunos, afirman aquello de...
¡Que un triste chucho, amigos de NACIÓN CANARIA, y una eventual
visitante forastera, vengan a darnos una práctica lección sobre algo que ya de sobra bien
conocemos, resulta excesivamente, inadmisible, bastante desconsolador y
enormemente patético!
¡ESTOS SORPRENDENTES Y BUENOS EJEMPLOS, NOS PONEN A LAS CLARAS DE QUE, TODAVÍA, EXISTEN MUY BUENAS COSAS DIGNAS de intentar, PARA SER IMITADAS!
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