LA LOTERÍA, ENAJENACIÓN DE LAS MASAS INDOCUMENTADAS
ILKA
OLIVA CORADO
No
existe en Estados Unidos el sueño americano ni el sueño dorado, ni ningún otro
tipo de sueño que no sea el del cansancio físico y emocional antes, durante y
después de las extenuantes jornadas laborales que vive el indocumentado.
Y
sueñan con comprar casas, comprar carros, sacar a sus familias de la pobreza,
viajar por el mundo, poner negocios y darse la comilona que nunca se han dado
en sus vidas, hasta reventar.
Partiendo
de ahí, de una mentira, de la decepción que queda al descubrir el montaje
mediático y estructural que nos dice que en Estados Unidos los sueños se hacen
realidad y que es el mejor país del mundo para vivir, el indocumentado queda en
un estado de desahucio perenne. Masas de moribundos que pensaron que en Estados
Unidos encontrarían techo, comida y oportunidades de desarrollo quedan en el
limbo de los olvidados; como los afros y sí, también, anglos que luchan su
sobrevivencia en las alcantarillas de las grandes urbes. Parvadas que fueron
engañadas y traicionadas por todos los que de una u otra manera alaban y hacen
eco de una falsa realización y comodidad que brinda el país.
Aparte
de la religión y la fe, como manipulación y sedativo constante que repican en
las estaciones de radio y televisión con series como La Rosa de Guadalupe y las
series de los libros de la biblia, están el alcohol y las drogas que son
insuficientes para la angustia que viven cada fin de mes las masas
indocumentadas.
Vivir
en Estados Unidos no es barato y si se habla de pagar los gatos de rentas y
sobrevivencia en el país y aparte ajustar para las remesas semanales, estamos
hablando de una presión emocional que repercute físicamente en los jornaleros.
Un estado de alarma constante, depresión severa, estigma, frío, hambre;
angustias que se convierten en enfermedades que no pueden curar en los
hospitales porque no hay lugar para ellos. Se instalan pues en esos cuerpos
cansados de tanto trabajo y de tanto dolor.
La
lotería se presenta como la cura a todas las angustias y enfermedades, y en
esto hacen eco los medios en español; una y otra vez invitan a la comunidad
latina que en su mayoría es indocumentada, a invertir en boletos de lotería
porque el premio es millonario y como en un cuento de hadas tomado de
Disneylandia recrean en reportajes de diez minutos en los noticieros, lo que le
podría cambiar la vida a un paria si se gana la lotería. Todo en esos 10
minutos se convierte en magia, en alegría, en salud, en abundancia. Le inyectan
al televidente el gen de la felicidad y la ilusión.
Es
muy difícil mantenerse alerta y al margen de estos engaños, y son millones los
que desesperadamente acuden a las tiendas a dejar lo de su comida en boletos de
lotería, diariamente. No es un dólar, no son dos dólares, compran en boletos lo
del pago de la luz, lo del agua, el dinero reservado para la comida de la
semana. Fuera de sí y orándole a sus dioses, muchos lloran de fe cuando reciben
el boleto de las manos del cajero. Y orando y haciendo promesas regresan a los
cuartos que alquilan en edificios en mal estado donde solo son capaces de vivir
los latinos, por su situación legal y económica.
Y
sueñan con comprar casas, comprar carros, sacar a sus familias de la pobreza,
viajar por el mundo, poner negocios y darse la comilona que nunca se han dado
en sus vidas, hasta reventar.
Muchos
realizan rituales con los boletos, los llevan a bendecir a la iglesia, le pagan
al pastor o al sacerdote para que vaya a sus casas y les dé una bendición
especial, porque seguros están que Dios es poderoso y que realizará los deseos
de sus corazones, porque Dios sabe que han sufrido y que ya les toca ser
felices, porque Dios sabe que son sus hijos de buena fe, porque Dios sabe,
sabe, sabe todo lo que desde el patrón patriarcal les han inyectado para
manipularlos desde la infancia.
Llega
el día del sorteo y no ganaron la lotería, una estocada les pega en el corazón
que sangra moribundo, se revuelcan llorando de decepción, mientras ven el
recibo de la luz, del agua y les repica el teléfono con el dueño del edificio
cobrándoles la renta. El caos se apropia de ellos, y muchos violentan a sus
hijos, les gritan, les pegan, desquitándose con ellos por la mala suerte de no
haber ganado la lotería.
Muchos
otros se internan en el alcohol y las drogas y quienes tienen fe hacen de la
iglesia su morada. Hasta que avista otra vez el sorteo y de nuevo la angustia
por su miseria económica y la ilusión por realizar el sueño americano y ser la
envidia de sus amigos y familiares, los hace caer de nuevo en el abismo
profundo de la compra de los boletos de la lotería. Una historia sin fin porque
la lotería funciona gracias a la miseria creada por el sistema del capital que
entre más pobres las masas, más ganan las mafias que trafican con la felicidad
en nombre de la comodidad económica en el país del inexistente sueño dorado.
Audio:
https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2018/01/la-loterc3ada-como-enajenacic3b3n-de-las-masas-indocumentadas.m4a
Blog
de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2018/01/05/la-loteria-como-enajenacion-de-las-masas-indocumentadas/
Ilka
Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
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