jueves, 2 de noviembre de 2023

INVASIÓN ZOMBI EN EL PODER JUDICIAL


INVASIÓN ZOMBI EN EL PODER JUDICIAL

ANA PARDO DE VERA

Según la Real Academia Española (RAE), “zombi” tiene dos acepciones: la primera, sustantivo, “persona que se supone muerta y reanimada por arte de brujería con el fin de dominar su voluntad”, y la segunda, adjetivo, “atontado, que se comporta como un autómata”. Sin ánimo de ofender -mucho menos a los zombis-, me ha generado dudas qué metáfora de las dos debía de aplicar aquí a los ocho jueces del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que pretenden vetar decisiones políticas avaladas por las urnas, estando como estamos en fechas tan señaladas para estos muertos vivientes (los zombis y los vocales okupas del CGPJ).

Desde pequeña me enseñaron muy bien que la noche de todos los santos (Halloween en EEUU) no es de origen americano, sino celta; otra cosa es que los irlandeses, por ejemplo, se la llevaran a América y los de allí supieran manejarla con el indiscutible éxito que conocemos, sobre todo, comercial. Como celta, el ritual conocido como Samaín (Samhain, “fin del verano”) llegó a Galicia hace siglos, por lo que recuerdo celebrar allí siempre -y antes de tener siquiera algo de idea de inglés- la noche de los muertos, la noche de difuntos, a noite das meigas, etc. en la madrugada del 31 de octubre al 1 de noviembre, incluido el consumo compulsivo frente al fuego de El monte de las ánimas, la leyenda de Bécquer (“A ser otro día no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte”).

Cerca de dos siglos después de esta hipnótica leyenda de muertos, en Madrid, también “las ánimas” del PP sitas en el Poder Judicial desde hace una década, con cinco años de inconstitucionalidad, han puesto su campana a tañer el mismo 1 de noviembre. Con idéntica osadía con la que se mantienen cobrando su salario público en un puesto caducado hace un lustro, los ocho vocales reaccionarios (llamarles “conservadores” es un insulto a los/as conservadores decentes) pretenden decir la política que tienen que hacer a los poderes Ejecutivo y Legislativo: un bloque parlamentario para investir al presidente del Gobierno, que, si todo sale según lo previsto por Pedro Sánchez, registrará de forma inminente una propuesta de ley de amnistía que ponga el contador a cero en Catalunya y acabe con la “judicialización” de un procés independentista plagado de pifias, sí, pero político en todo caso y con el apoyo democrático de las urnas; un procés en absoluto susceptible de llegar a los tribunales, si no fuera por la dejación política -muy consciente- del Gobierno de Mariano Rajoy. Esto hay que repetirlo cuantas veces haga falta.

El comunicado de estos ocho okupas del Consejo no tiene desperdicio, pero la parte más hilarante está en argumentaciones calcadas de las empleadas por el líder de la oposición y del PP, Alberto Núñez Feijóo. Es tan burda la utilización política de este sector zombi del CGPJ (RAE, 2. “Atontado, que se comporta como un autómata”) que ni se molestan en crear un argumentario propio, siquiera por un mínimo de pudor institucional, ya que alardean de “independencia”. Por ejemplo, este mismo lunes, Feijóo repitió hasta la saciedad en un mitin que la amnistía no se aprobaría por “el interés de España [como había dicho Sánchez en otro acto], sino contra España” y en “interés” del propio líder del PSOE. Y reza el comunicado conocido este miércoles de Todos los Santos: “Confundir el ‘interés de España’ con el interés del presidente del Gobierno en funciones para evitar la hipotética formación de gobiernos de partidos de una ideología diferente a la suya es algo manifiestamente incompatible con la alternancia política [¡¿?!], ínsita en el principio básico de pluralismo político que, según el artículo 1 de nuestra Constitución, es un valor superior de nuestro ordenamiento jurídico”. Así, a pelo, sin sonrojarse siquiera desde su atalaya de inconstitucionalidad flagrante.

La desocupación del CGPJ se ha convertido en uno de los deberes primeros de nuestro poder soberano, que reside en el Parlamento, en cuanto el nuevo Gobierno eche a andar y conforme a la distribución correspondiente. Hay fórmulas y debe de haber asideros en los que apoyarse, como los requerimientos de Bruselas, pero mientras tanto, y volviendo a la cúpula zombi del Poder Judicial, que ésta mantenga en su mente, por dignidad y en silencio, la fórmula de La muerte os sienta tan bien (Robert Zemeckis, 1992): “No pienso seguir hablando contigo hasta que no te coloques la cabeza”.

 

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