INVASIÓN
ZOMBI EN EL PODER JUDICIAL
ANA PARDO
DE VERA
Según la Real Academia Española (RAE), “zombi” tiene dos acepciones: la primera, sustantivo, “persona que se supone muerta y reanimada por arte de brujería con el fin de dominar su voluntad”, y la segunda, adjetivo, “atontado, que se comporta como un autómata”. Sin ánimo de ofender -mucho menos a los zombis-, me ha generado dudas qué metáfora de las dos debía de aplicar aquí a los ocho jueces del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que pretenden vetar decisiones políticas avaladas por las urnas, estando como estamos en fechas tan señaladas para estos muertos vivientes (los zombis y los vocales okupas del CGPJ).
Desde pequeña me enseñaron muy bien que la noche de todos los santos
(Halloween en EEUU) no es de origen americano, sino celta; otra cosa
es que los irlandeses, por ejemplo, se la llevaran a América y los de allí
supieran manejarla con el indiscutible éxito que conocemos, sobre todo,
comercial. Como celta, el ritual conocido como Samaín (Samhain, “fin del verano”) llegó a Galicia hace siglos,
por lo que recuerdo celebrar allí siempre -y antes de tener siquiera algo de
idea de inglés- la noche de los muertos, la noche de difuntos, a noite das meigas, etc. en la madrugada del 31 de
octubre al 1 de noviembre, incluido el consumo compulsivo frente al fuego de El monte de las ánimas, la leyenda de Bécquer (“A
ser otro día no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves
del Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas
de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte”).
Cerca de dos siglos después de esta hipnótica leyenda de muertos, en
Madrid, también “las ánimas” del PP sitas en el Poder Judicial desde hace una
década, con cinco años de inconstitucionalidad, han puesto su campana a tañer
el mismo 1 de noviembre. Con idéntica osadía con la que se mantienen cobrando
su salario público en un puesto caducado hace un lustro, los ocho vocales
reaccionarios (llamarles “conservadores” es un insulto a
los/as conservadores decentes) pretenden decir la política que
tienen que hacer a los poderes Ejecutivo y Legislativo: un bloque parlamentario
para investir al presidente del Gobierno, que, si todo sale según lo previsto
por Pedro Sánchez, registrará de
forma inminente una propuesta de ley de amnistía que ponga el contador a cero
en Catalunya y acabe con la “judicialización” de un procés independentista plagado de pifias, sí, pero
político en todo caso y con el apoyo democrático de las urnas; un procés en absoluto susceptible de llegar a los
tribunales, si no fuera por la dejación política -muy consciente- del Gobierno
de Mariano Rajoy. Esto hay que repetirlo cuantas veces haga falta.
El comunicado de estos ocho
okupas del Consejo no tiene desperdicio, pero la parte más hilarante está en
argumentaciones calcadas de las empleadas por el líder de la oposición y del
PP, Alberto Núñez Feijóo. Es tan burda la utilización
política de este sector zombi del CGPJ (RAE, 2. “Atontado, que se comporta como
un autómata”) que ni se molestan en crear un argumentario propio, siquiera por
un mínimo de pudor institucional, ya que alardean de “independencia”. Por
ejemplo, este mismo lunes, Feijóo repitió hasta la
saciedad en un mitin que la amnistía no se aprobaría por “el interés de España
[como había dicho Sánchez en otro acto], sino contra España” y
en “interés” del propio líder del PSOE. Y reza el comunicado conocido este
miércoles de Todos los Santos: “Confundir el ‘interés de
España’ con el interés del presidente del Gobierno en funciones para
evitar la hipotética formación de gobiernos de partidos de una ideología
diferente a la suya es algo manifiestamente incompatible
con la alternancia política [¡¿?!], ínsita en el principio básico de
pluralismo político que, según el artículo 1 de nuestra Constitución, es un
valor superior de nuestro ordenamiento jurídico”. Así, a pelo, sin sonrojarse
siquiera desde su atalaya de inconstitucionalidad flagrante.
La desocupación del CGPJ se ha convertido en uno de los deberes primeros de
nuestro poder soberano, que reside en el Parlamento, en cuanto el nuevo
Gobierno eche a andar y conforme a la distribución correspondiente. Hay
fórmulas y debe de haber asideros en los que apoyarse, como los requerimientos de Bruselas, pero
mientras tanto, y volviendo a la cúpula zombi del Poder Judicial, que ésta
mantenga en su mente, por dignidad y en silencio, la fórmula de La muerte os sienta tan bien (Robert Zemeckis,
1992): “No pienso seguir hablando contigo hasta que no te coloques
la cabeza”.
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