LÁGRIMAS DE RICO
ANÍBAL
MALVAR
Protesta
contra Pedro Sánchez y la amnistía en
Ferraz.
/ Sergio Pérez (EFE)
Los ricos españoles están de llorera. Mandan a sus cachorros del fachaleco a Ferraz a putodefender España, y no paran de caerles hostias por todas partes. Y no solo policiales y lacrimógenas. Esta semana les han venido las andanadas de sopapos, por partida doble, desde la Comisión Europea y desde el Tribunal Constitucional.
La Europa nuestra, desde Bruselas, acaba de denunciar que los beneficios excesivos de las empresas son responsables de seis de cada diez puntos de inflación acumulada. Y Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo y mujer muy conservadora, en la línea Harry el Sucio ultraliberal, va y suelta que toda Europa debe subir el salario mínimo e insta a las empresas, y no a los Estados, a asumir el coste de esa subida salarial mermando sus beneficios. O sea, exige que los empresarios ganen menos y el obrero más. Nunca pensé escuchar algo así de los labios gélidos de esta señora (cogió fama en el deshumanizado Gobierno de Dominique de Villepin, que ya tenía nombre de malo de Dumas y aun así le votaron los franceses).
De unos años a esta
parte, mientras Podemos se hunde, nos salen podemitas del armario hasta en el
BCE. Yo me acuerdo de escuchar en Sol, cuando hacía entrevistas a los chicos y
chicas del 15M, los mismos argumentos que hoy enarbolan la Comisión Europea y
Lagarde. Entonces eran risibles ocurrencias de perroflauta fumeta. No ha pasado
tanto tiempo y hoy resuenan en los salones de Bruselas y Fráncfort. Cosas
veredes.
Pero si estos dos
golpes a la riqueza, desde la CE y el BCE, han empapado millardos de pañuelos
de Loewe en todos los barrios nobles y cortijos de España, que el Tribunal
Constitucional haya echado atrás el recurso de Madrid, Andalucía y Galicia
contra el impuesto del Gobierno a las grandes fortunas ha obligado a la
servidumbre a sacar las sábanas de Sferra con ribetes dorados para contener la
inundación lacrimal del señorito, la señorita y el fachaleniño. Si dentro de
unas semanas la CEOE, la patronal, ya en bolivariano despiporre, apoya una
buena subida del salario mínimo, ya tenemos solucionado lo de la sequía
desalando lágrimas de rico.
Mi experiencia vital
con ricos y ricas me dicta que son seres que precisan de un cuidado especial,
como algunas plantas o peces delicados. No es que los ricos, si los descuidas,
se vayan a marchitar o a aparecer flotando en la pecera como un Gatsby. Tampoco
pierden su fortuna a causa de tu desdén. Pero tornan cariacontecidos y hasta
lúgubres, como si el dinero no diera la felicidad. Tampoco los he podido
estudiar más a fondo, porque nunca pagan ellos y tendría que pedir una beca
para bares. Pagar es de gente vulgar, así que paga el pobre. Simpática
paradoja.
No me digáis que,
en el fondo de vuestros corazoncitos rojos de checa, no sentís un poco de
lástima por nuestros ricos. Es que llevamos unos meses, Petra. La derrota
electoral del 23J los dejó patidifusos, porque para ellos Alberto Núñez Feijóo
era paraguas y maná simultáneo. Daban por hecha su entronización. Y quién le
iba a decir a los ricos que Vicente Vallés y el ABC los engañaban con sus
pronósticos demoscópicos victoriosos y banderilleros, arriba escuadras a vencer,
que en España empieza a amanecer. Sin embargo, contemplaron cómo en la mañana
del 24J España alboreó por el otro horizonte, como en la genial Amanece que no
es poco de José Luis Cuerda, tan llorado por todo lo que nos hizo reír.
Tampoco os vayáis a
creer que, por todo esto que acabo de contar, nuestras democracias europeas se
vayan a convertir de repente en un edén de redistribución de riqueza y
derechos. Ni Christine Lagarde, ni Ursula von der Leyen, ni Pedro Sánchez
tienen la lengua muy larga y la falda muy corta, como en la canción. Son de
lengua interminable, pero no de falda corta, sino de cinturón de castidad para
evitar la penetración de eso que ellos llaman populismo y nosotros justicia
social. Dejad de temblar, ricos, que solo han sido un par de sustos y en Ferraz
solo hace frío de puertas afuera.
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