sábado, 25 de noviembre de 2023

¿Y CUÁNDO LLEGARÁ EL DÍA EN QUE EL “OKUPA” SE VA?


¿Y CUÁNDO LLEGARÁ EL DÍA EN QUE

 EL “OKUPA” SE VA?

QUICOPURRIÑOS

Probablemente eso sería lo que se me pasó por la cabeza cuando entró por primera vez en lo que hasta entonces era mi casa.- De dónde se  sacó mi hija a este catalán vestido de negro, con barba de cuatro días, lleno de imperdibles por medio rostro, tatuado hasta las cejas y que, según consta en el Registro Civil, se llama Joel. Así, con expectación, con dudas, con mucha incertidumbre comenzó una impuesta convivencia, por aquello de no decir que no a la pequeña de mis dos hijas, intentando digerir como normal la imagen del forastero, mirándolo con buenos ojos por aquello de que “los del mundo del cine son así”, un poco extravagantes, un tanto bohemios, un poco a contracorriente. Y me veo, de pronto, a mis sesenta y cinco cumplidos, compartiendo piso con uno de veinticuatro, su entonces novia que ya llevaba previamente instalada en mi fonda unas semanas, una alemana  “Made in Fuerteventura”, de nombre Nomi  y el inseparable gato, que según la Cartilla Sanitaria es de mi hija Ana pero que también encontró alojamiento temporal en la Pensión Quico, años hace, y aún continúa el minino bautizado como “Oreo” pues blanco, negro y redondito es el susodicho felino.

 A los dos o tres días del inicio de la convivencia tengo que recular, darme cuenta de lo que siempre uno dice de los otros y nunca se atribuye o aplica a uno mismo, y es que, a veces, la primera impresión engaña y claro, los estereotipos marcan, condicionan y más cuando existe esa notoria diferencia generacional. Reconocido mi error, y mirando ya al pequeño (por edad)  independentista que había tomado posesión en la casa, voy descubriendo cada día a la persona que lleva dentro, de la que veo que compartimos muchas cosas, el gusto por la cocina, por la pintura, por una conversación tranquila. Y así fueron pasando los días, luego las semanas y después los meses, intercalando “el viajero llegado de Barcelona” trabajos en películas, con periodos de “descanso forzado” a la espera de otra serie, de otra película. Y dónde mejor aguardar la llamada de alguna productora que en “Casaquico”, en la que, sea por su espíritu inquieto, sea por colaborar, no había jornada en la que no dedicara alguna hora a pintar, a crear alguna escultura o diseño, en reparar un grifo o crear una lámpara, combinando troncos, cables y bombillas que ahora cuelga majestuosa en el patio cubierto, el mismo en el que hemos compartido almuerzos y cenas y largas tertulias en las que todo tema cabe, cada uno con las ideas propias, las que la edad nos impone, pero con un respeto digno de reconocerle. Igual se habló del “process”, como del origen de determinadas expresiones usuales del idioma, de técnicas de pintura o de obras del genial Gaudí, de sus proyectos laborales o de cómo se entiende el amor cuando se tienen veinte años o cuando sobrepasas los sesenta y de mujeres, como no, pues el fútbol, que sería el otro “tema universal” no era precisamente su fuerte, aunque hubiera  jugado al rugby pero eso es otra cosa, aunque su origen sea también inglés.

Ahora que el año parece toca a su fin, me anuncia que le ha llegado el momento, el que tanto esperaba, la llamada para trabajar en una famosa serie de televisión,  en el departamento de arte, en lo que a él le gusta, para empezar, como empieza el año, el 1 de enero próximo, pero en Madrid y con perspectivas de trabajo para rato. Es decir, que ha llegado la hora en la que el okupa levantará el campamento, pues nada hay en la vida que mil años dure. Creo, sospecho, que Oreo lo echará mucho de menos. De lo que no tengo ninguna duda es de que yo sí que lo haré y que difícil será volver a tener un okupa como el que ahora se va, pero que no dudo regresará,  porque aquí deja su casa.

 

                                                                     quicopurriños

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