MENU DEGUSTACION
QUICOPURRIÑOS
Es lo que debes pedir la primera vez que vas a ese restaurante del que tan bien has oído hablar, porque estás impaciente por probar de todo un poco, por terminar con buen sabor de boca y quedarte con ganas de repetir. El lugar no decepciona en absoluto. Tras pasar la puerta te encuentras con una decoración equilibrada, con unos cuadros colgados en la pared que, aunque abstractos, te transmiten mucho. La luz: la justa; ni muy fuerte ni muy suave, la suficiente para ver con claridad el contenido de los platos que vas a comer, que ansiosamente quieres descubrir. La mesa está en el rincón adecuado, cubierta con un fino mantel sobre el que descansan unos delicados platos, esos que servirán de base a cada bocado que esperas llevarte a la boca, para darle gusto al paladar, al estómago y a los sentidos. Así, a semejanza de la visita al restaurante, debe ser el decorado de una primera vez y qué mejor que comenzar con un menú degustación. La cama será la mesa y las sábanas, pintadas a mano para la ocasión, harán de mantel. Tu cuerpo desnudo actuará de plato y cada parte de él formará parte del
menú. Tus ojos y tus párpados serán el
entrante para ir abriendo boca, tus labios el primer plato para continuar con tus
senos hasta llegar al plato principal del día, el que se esconde entre tus
piernas esperando a ser probado, degustado. El postre será ya pura imaginación
aunque aún quedan muchos platos que comer escondidos en tu cuerpo, aún por
recorrer, por descubrir. Y cuando agotado esté, después de ese aromático café, encender
un cigarrillo a tu lado, mirando al techo, respirando hondo, sin necesidad de
decir palabra, poder verte de reojo en el espejo de la pared, comprobando que
sonríes.
No creo yo que
sea mal plan. Hasta pudiera ser el comienzo de una gran amistad como acababa la
inolvidable “Casablanca”.
quicopurriños
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