GOLPES Y 'LAWFARE'
BALTASAR
GARZÓN
"El
lawfare no tiene cabida allí donde hay un servidor público independiente e
imparcial, es decir, un verdadero juez”
Baltasar
Garzón. (Interpretación, independencia judicial y lawfare. Foreign Affairs
Latinoamérica. 2021)
Les confieso que estoy preocupado. Quiero escribir este artículo y, para ello, no deseo descalificar a ningún político que combate por sus ideas; no quiero atacar a ningún juez o fiscal que, día a día, lucha desde el juzgado de Valverde del Camino a la Fiscalía de Ibiza; desde el último juzgado del País Vasco hasta la fiscalía de Canarias, que —todos ellos— realizan una labor invaluable en defensa del Estado de Derecho. No es mi intención enfrentarme a los Colegios de Abogados, tan dispuestos en este momento a blandir la espada flamígera del constitucionalismo —especialmente el de Madrid—, y tan ausentes en tantos otros en los que su presencia habría sido necesaria.
No quiero decir
nada del CGPJ y su caducado mandato y la ilegitimidad de quien lo dirige en
funciones y de por qué no hay un clamor de los jueces para que se acabe;
tampoco quiero descalificar a quienes con hábitos de concordia religiosa se
disfrazan en paladines ideológicos, que ocultan la vergüenza de abusos
innombrables y dolor permanente a miles de víctimas. No busco, tampoco,
emprenderla con aquellos que desde las tribunas periodísticas denuestan a todos
aquellos que no siguen sus dictados y a los que consideran responsables de todo
lo malo que pueda suceder en este país.
Pero sí quiero
hablar de la vergüenza que siento frente a los insultos, manipulaciones y
mentiras, sobre todo si estas se producen aprovechando posiciones
institucionales que dicen defenderse de otros ataques institucionales
inexistentes, en una especie de plan trazado que se viene desarrollando desde
hace tiempo.
Es curioso que
quienes ahora braman contra una ley, cuyo proyecto recién salió ayer, no lo
hicieran contra los corruptos de su propio gremio e incluso los voten de forma
sistemática; que no condenen la dictadura franquista y comprendan a quienes
desarrollan acciones criminales genocidas en el presente. Pero esta es la
realidad en nuestro país. Una vez más, hay que cargar contra los acuerdos del
PSOE con otros grupos y hacerlo desde la perspectiva de que solo se producen
porque son necesarios para la investidura y gobernar. ¡Oh! ¡Qué descubrimiento!
Y, pregunto yo, ¿para qué pueden ser los acuerdos de este tipo si no?
'In crescendo'
La Sala de Gobierno
del Tribunal Supremo ha emitido una nota sobre la defensa del Estado de derecho
y la división de poderes, y todos decimos amén, aunque lo que proclama sea lo
más obvio, si no fuera porque constituye el corolario de toda una sucesión de
hechos concatenados. Hechos que empezaron, apenas se conocieron los resultados
electorales y hubo constancia de que el PP no gobernaría porque a todos los
demás grupos se les atraganta la extrema derecha de VOX, en un país que sufrió
los efectos nocivos de una larga dictadura.
La cuestión era
cuándo sucedería esto. Y llegó el momento. El detonante ha sido la mención de
algo obvio, si se piensa detenidamente, como el lawfare (que, dicho sea de
paso, su significado desconoce más del 95% de la población).
En este sentido, la
situación ha ido in crescendo. Primero ataques políticos, después
manifestaciones, seguidamente escraches, más adelante declaraciones
concatenadas en medios audiovisuales y escritos; insultos y agresiones e
imputaciones delictivas para concluir con el colofón de las corporaciones
judiciales, el no órgano de gobierno y el Tribunal Supremo. Ni más ni menos.
¿Todo esto, por
qué? ¿Por qué se dice en un acuerdo que se tendrán en cuenta los aspectos
relacionados con el lawfare a la hora de valorar la amnistía, según los
resultados de las comisiones de investigación parlamentarias? Bien, y eso ¿qué
quiere decir? Desde luego no veo ninguna extralimitación. Ninguna que pueda
perturbar a quienes tienen en su mano el poder de administrar recta e imparcial
justicia, y el deber de hacerlo.
El acuerdo con
Junts y la Proposición de Ley de Amnistía, que se conoció el lunes, ha sido el
argumento último del PP para echarse al monte, definitivamente. Pero ¡oh,
sorpresa! La proposición de ley para nada menciona al lawfare, ni respira por
los poros de la pretendida invasión o ataque a la separación de poderes ni, por
más que se haya sugerido, se aparta al Supremo de emitir su juicio, en el
momento que corresponda.
Los primeros, los
jueces
En la dinámica
establecida, no sé si concertadamente, pero sí de forma sospechosamente
coincidente en los tiempos, empezaron los jueces. Lo hicieron desde varios
frentes. De una parte, ocho vocales de extracción conservadora convocaron un
pleno con la idea de entorpecer la presunta futura Ley sobre la amnistía aún no
registrada en el Congreso.
Ello, porque si tal
norma se tramita como una proposición de ley de los grupos parlamentarios, no
es necesario que el CGPJ emita informe alguno. Sí sería necesario de
presentarse como Proyecto de ley del Gobierno. Consideraban que supondría una
"degradación, cuando no abolición, del Estado de derecho en España".
Palabras tan rimbombantes como vacías de contenido. Esto es lawfare.
Tras el anuncio del
acuerdo PSOE-Junts que hace posible la investidura, se produjeron comunicados a
barullo de asociaciones judiciales —sorprendentemente, todas—; y de una variada
lista de profesionales del derecho, de Hacienda, de diferentes sectores,
oponiéndose a la proposición de ley aún no formulada. Para los jueces, la gota
que ha rebosado el vaso, dicen, es la mención al lawfare en el documento del
pacto entre los dos partidos. Pero no se dan cuenta (espero) de que lo que han
hecho precisamente, al proceder así, es lawfare.
El párrafo del
acuerdo de la discordia, referido a la potencial Ley de Amnistía (que, insisto,
responde a la más pura ortodoxia legislativa) plantea la constitución de
comisiones de investigación para analizar a quienes “antes y después de la
consulta del 2014 y del referéndum del 2017 han sido objeto de decisiones o
procesos judiciales vinculados a estos eventos”. Y la frase que ha puesto en
pie como un solo hombre a los indignados juristas es: “En este sentido, las
conclusiones de las comisiones de investigación que se constituirán en la
próxima legislatura se tendrán en cuenta en la aplicación de la Ley de amnistía
en la medida que pudieran derivarse situaciones comprendidas en el concepto
lawfare o judicialización de la política, con las consecuencias que, en su
caso, puedan dar lugar a acciones de responsabilidad o modificaciones legislativas”.
Esto significa que
en la ley no se menciona nada de esto y tan solo expresa la voluntad de dos
grupos de tener ese aspecto en consideración posterior, y que, de nuevo, los
colegas firmantes de estas iniciativas, antes de opinar y lanzarse al fango
político como un actor más (eso es lawfare) deberían recordar la propia
doctrina constitucional sobre las comisiones de investigación. En el Parlamento
español —así como en los autonómicos— han sido constantes las comisiones de
investigación. Pero el trabajo de los diputados miembros de estas comisiones en
Congreso y Senado podría llegar, como máximo, a trasladar al Tribunal Supremo
su visión en casos de ese tenor. No hay más recorrido.
Para los jueces, la
gota que ha rebosado el vaso, dicen, es la mención al 'lawfare' en el documento
del pacto entre los dos partidos. Pero no se dan cuenta (espero) de que lo que
han hecho, precisamente, al proceder así, es 'lawfare'
Hay que leer
Antes de opinar,
hay que informarse y leer, que es lo que se nos exige a los juristas, y
especialmente a los jueces y fiscales. Este año, el Tribunal Constitucional en
su sentencia 77/2023, de 20 de junio de 2023, dio amparo a una trabajadora del
Principado de Asturias a la que una Comisión de Investigación de la Junta General
de esa Comunidad había imputado conductas delictivas trasladándolas a la
Fiscalía para que procediera. Para el Constitucional, “ello excedía del ámbito
propio de la actividad parlamentaria de investigación a la que no corresponde
declarar la existencia de conductas punibles y la determinación de su autoría
(stc 133/2018)”. Pues eso.
En el ardor de la
gestión, en ocasiones se pasan por alto elementos importantes para el
desarrollo de los acontecimientos. Sobre todo, cuando los objetivos se mezclan
y en los juzgados se despiertan, de repente, procesos de tiempo atrás
calificándolos de terrorismo, pongo por caso, con extraordinaria diligencia y
para estupor de los propios profesionales. O cuando se presentan sin denuedo
denuncias, querellas o acusaciones con escaso o nulo fundamento ante los
tribunales, por motivos políticos y por políticos, y no es declarado así al
rechazarlas. Eso es lawfare.
Estas cosas pasan,
y sucede también que algunos de estos eminentes juristas se veían hace escasos
meses como altos cargos, de la mano de un Ejecutivo PP-VOX. Y están en su
papel. Siempre se han comportado así con este Gobierno: como el último bastión
frente a Sánchez y sus socios de la extrema izquierda, separatistas y
bolivarianos.
La pregunta es ¿qué
pretenden con esta actitud, cuando saben que no existe ni puede existir una
pretendida invasión de poderes? Si algo se nota es un temor reverencial frente
al Tribunal Supremo, especialmente a sus Salas 2 y 3. Y lo que hemos visto en
la historia reciente es la injerencia de algunos miembros del Poder Judicial en
el Poder Legislativo alegando —verbigracia— que la Constitución prohíbe la
amnistía, ley que, en último término, deben aprobar los representantes de los
españoles. (Esto es lawfare).
Por el momento lo
que sí se percibe en algunos componentes del sector judicial es su alineamiento
político con la oposición para entorpecer la investidura del presidente
Sánchez, en línea convergente con la estrategia del PP y Vox
La ley de amnistía
Por el momento lo
que sí se percibe en algunos componentes del sector judicial es su alineamiento
político con la oposición para entorpecer la investidura del presidente
Sánchez, en línea convergente con la estrategia del PP y Vox; y, respecto a la
amnistía, su ataque exterior en instituciones europeas. Incluso antes de que se
convierta en ley en España. Esto sí es lawfare y verdadera subversión del
Estado de derecho.
Ahora comienza la
tramitación de la ley y, a primera vista, no parece que invada ningún espacio
que no sea el propio de una norma legislativa. Consta de un preámbulo
enormemente explicativo y un texto que, aparentemente, cubre los estándares
constitucionales. Su contenido podrá gustar más o menos por el ámbito al que se
dirige, podrá sufrir modificaciones o no, ya se verá, pero lo cierto es que
pretende atajar un conflicto político que ha mermado la capacidad de
convivencia en nuestro país y que se debe solucionar.
Desde luego no
ayuda la convocatoria del juez decano de Sevilla… ni de otras instancias
judiciales en distintas ciudades, llamando a concentraciones contra la Ley de
amnistía y el acuerdo PSOE/Junts. O la petición de cinco vocales,
pertenecientes la conservadora Asociación de Fiscales, que han solicitado al
fiscal general del Estado que convoque un pleno extraordinario del Consejo
Fiscal, para que el órgano tome posición sobre la norma. Esto es lawfare.
Calentando los
ánimos
Entre tanto, y
envalentonados por las encuestas, la derecha calienta los ánimos hasta extremos
escandalosos. Este domingo pasado escuchamos decir a Isabel Díaz Ayuso la
enigmática frase de: “Nosotros nos encargaremos de devolver golpe por golpe”.
Un lema, como ven, especialmente prudente y pacífico para dirigirse a las
masas. La clave la dio Alberto Núñez Feijóo cuando aseveró: “No nos callaremos
hasta hablar en unas elecciones y que todos podamos otra vez votar…” Que de eso
se trata.
Del “golpe” del
procés ya extinto y cuya solución estará en el marco constitucional, a “los
golpes” que augura la lideresa madrileña. Hay que mantener la cabeza clara y
recordar que toda esta estrategia viene impulsada por la derecha más
reaccionaria y oportunista, y que su interés es precisamente aquello de lo que
acusan al Gobierno: conseguir el poder a toda costa, aun destrozando la
convivencia.
Llegados a este
punto me preguntarán ustedes: “¿Pero existe el lawfare o no existe?” Bueno, ya
les he dado algunas pistas. Pero lo cierto es que, de este tema, en lo que a mí
se refiere, puedo hablar con conocimiento de causa. Pero eso lo dejaremos para
otro artículo.
__________________________
Baltasar Garzón es
jurista y autor, entre otros libros, del ensayo 'Los disfraces del fascismo'
(Planeta).
No hay comentarios:
Publicar un comentario