EL GANADOR SE LO LLEVA TODO
Tenso cara a
cara entre Sánchez y Feijóo. El líder del PP no agita las calles ni llama a
votantes tránsfugas del PSOE. Poca gente en las protestas convocadas alrededor
del Congreso. Fuerte despliegue policial en Madrid.
PABLO
ELORDUY
Pedro Sánchez se burla de
Feijóo en la tribuna
del Congreso. DAVID F. SABADELL
El dispositivo policial dispuesto por el Ministerio de Interior en esta sesión de investidura puede ser exagerado si se atiende a lo que ha pasado hoy alrededor y dentro del Congreso. En la calle, cuatro gatos. La protesta fuerte será mañana. No será tan fuerte porque mañana se curra a la hora a la que está prevista la votación. La protesta, entonces, será en las redes sociales y, por la noche, en Ferraz.
Dentro ha habido rifirrafe. Ha habido material para redes sociales, mucho abucheo y aplausos. Pero el debate no ha dejado ser otro episodio de lo que ya roza la autoparodia. España está a punto de alcanzar el nirvana del pleno empleo, la plena igualdad y la ruptura de todos los techos de cristal, si se atiende a lo que dice Pedro Sánchez. Habitamos el apocalipsis, según Alberto Núñez Feijóo.
Discursos tensos,
hechos para la bancada propia. El líder del Partido Popular no ha apelado a
ningún diputado socialista para que vote en contra de la investidura. En
cambio, ha fiado al futuro una derrota de Sánchez: “La historia no le
amnistiará”, ha presagiado.
Inflamado y por
momentos nervioso, pero también resignado. El discurso de Feijóo no tenía como
objetivo aumentar la tensión en la calle. Mañana es día de curro y el PP lo fía
todo al trabajo de la alta magistratura y las estrellas del lawfare. Si el
Gobierno que salga de la investidura de mañana cae por la presión de los
jueces, el PP estará ahí.
Los conservadores
pueden permitirse esperar, aunque no lo parezca en sus discursos. Controlan la
mayoría de las comunidades autónomas, las principales ciudades del país en
términos poblacionales, las principales asociaciones de magistrados y de
abogados, tienen a la patronal de su parte y a los dos grandes grupos de
comunicación. Cada minuto que pasa, si no pasa nada, el PP le come más terreno
a Vox y sube sus expectativas electorales a cifras no vistas desde 2011.
El mezclete de
rosarios, padres priores y chistes de Arévalo, de padres de la Transición y
padres de los chistes de gangosos, tiene la capacidad para mantener a la
extrema derecha viva unos días más
Por más impacientes
que estén por volver a La Moncloa, la situación de tranquilidad es lo que más
favorece ese regreso. La Amnistía, o su enunciación, abre la puerta a futuros
pactos con Junts. Con el PNV no habrá problema. Mientras Vox siga descendiendo
en las encuestas, el camino de vuelta estará abierto.
El recorrido de la
Ley de Amnistía será tortuoso. Lo importante ya ha pasado, la amnistía ya ha
tenido lugar en su efecto más importante: ha sido anunciada. Para cuando tenga
efectos reales, la Amnistía habrá dado muchas vueltas, hoy es aventurado saber
quiénes se podrán acoger a ella, pero posiblemente cuando esa incógnita se
resuelva ya no tenga la importancia que ha cobrado en el otoño de 2023.
En el Congreso, el
diputado ultra ha comparado a Sánchez con Adolf Hitler y ha dicho que estamos
“en el principio de una tiranía”. La oportunidad de Vox es que el mensaje cale
entre los seguidores de Hitler y entre los más hiperventilados del PP, aquellos
que volvieron desde el viaje a la extrema derecha en las pasadas elecciones de
julio, pero pertenecen a la estirpe de quienes consideran que los enemigos de
España van ganando y que no han dejado de ganar desde el 20 de noviembre de
1975.
La bronca en el
Parlamento no es la bronca en la calle. Abascal necesita que siga el mal rollo.
El mezclete de rosarios, padres priores y chistes de Arévalo, de padres de la
Transición y padres de los chistes de gangosos, tiene la capacidad para
mantener a la extrema derecha viva unos días más. Una posible vuelta de Donald
Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 puede mantener a la extrema derecha
viva durante lo que queda de década. De momento, por más aspavientos que haga
Abascal, no es ese el plan de la derecha con mayúsculas.
Sánchez lidera a la
izquierda
El nirvana de esa
España que prospera ha seguido su curso tras la salida del hemiciclo de los
ultras. Yolanda Díaz ha ahondado en las mejoras que se han producido en el
mercado laboral. Subida del salario mínimo, mejora de los contratos. El
discurso de la líder de Sumar ha puesto en valor el acuerdo presentado el 24 de
octubre. Junto con los anuncios de Sánchez de esta mañana, las dos partes del
Gobierno, del que está excluido Podemos, se han turnado para desarrollar un
plan que incluye salud dental, salud mental, agenda verde y transporte gratis
para jóvenes y pensionistas.
Ha terminado el
momento populista y la izquierda “a la izquierda del PSOE” se encuentra cómoda
como socio fiable del PSOE. Sánchez ha dado la vuelta a la situación en los
últimos siete años.
En 2016 el
dispositivo policial era exagerado. En la calle, 20.000 personas se opusieron a
la investidura de Mariano Rajoy, para la que se produjo la abstención de la
mayoría del grupo socialista. Se gritaba contra PP y PSOE por igual, contra el
Régimen del 78 y contra Emilio Botín. Pero ese momento ha pasado. Sánchez, y a
su manera el PP, han conseguido encauzar la situación.
A favor de Sánchez
hay que anotar que es plenamente consciente de las resonancias europeas de su
liderazgo. Tras la dimisión de António Costa en Portugal, se ha convertido en
el único exponente de la excepción socialdemócrata y explota la necesidad de la
izquierda de encontrar un centro político en la Unión Europea. La alternativa
son los chistes de mariquitas y gangosos.
Por eso la
izquierda española ha cedido al político madrileño la vara de medir las
expectativas. No son muchas. Mejores condiciones en el trabajo, menos tiempo de
curro, una cierta garantía de que el deterioro de los servicios públicos será
ralentizado, algo de sentido común en política internacional. Sánchez no va a
detener el comercio con Israel, pero se puede permitir pedir un alto el fuego
en Gaza. Sánchez no va a cambiar la política de fronteras, pero se puede
permitir rescatar a los tripulantes del Aquarius. Poco, pero suficiente para un
tiempo en el que la calle, la calle de la derecha, parece pedir más
necropolítica y menos derechos.
El ganador se lo
lleva todo. Feijóo ha podido perder hoy el debate contra Sánchez pero tiene el
tiempo y poder institucional de sobra para no decaer en las encuestas a la
espera de futuras elecciones. Sánchez ha conquistado la izquierda sociológica,
esa que, pese a todo, aparece en la escala de autoubicación del CIS como
mayoritaria. Hoy, una gran parte de quienes lo impugnaron todo en 2011 vive un
idilio con el dirigente socialista.
Probablemente, la
sociedad hoy no es más de izquierdas de lo que lo era en 2016, pero mañana la
investidura será sacada adelante por una mayoría que se ha agarrado a Sánchez
como quien coge el último tren con destino a otro sitio. Ese sitio no será el
nirvana pero tampoco es el apocalipsis.
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