ANTE EL GENOCIDIO DE ISRAEL: SOLIDARIDAD INTERNACIONAL
DINA
BOUSSELHAM
Los trabajadores
del sector de transporte en Bélgica han anunciado que bloquearán el envío de
armas a Israel. Mientras en América Latina, países como Bolivia, Colombia o
Chile han llamado a consultas a sus respectivos embajadores en Israel
Mientras este fin de semana conocíamos el plan del Estado de Israel de ejecutar una limpieza étnica en Palestina, limpieza que acabaría con más de 2 millones de palestinos desplazados o directamente asesinados por orden de Benjamín Netanyahu, millones de ciudadanos a lo largo y ancho del mundo salían a llenar las calles mostrando su solidaridad con el pueblo palestino. Dicen que la solidaridad es la ternura de los pueblos, y a veces casi es el único y último instrumento al que acudir cuando ni la política, ni el derecho se atreven a pararle los pies a un Estado que lleva masacrando a otro durante más de 70 años.
Este fin de semana
al mismo tiempo que se sucedían las muestras de apoyo mundial, el fiscal jefe
de la corte penal, Karim Khan, estuvo visitando el paso fronterizo de Rafah, y
concluyó que había que investigar a Israel por crímenes de guerra. Indicios hay
de sobra, decía. Claro que no hay mayor indicio que impedir que llegue la ayuda
humanitaria mientras bombardeas un hospital repleto de personas enfermas,
bebés, ancianos y niños… Si de algo está sirviendo esta guerra en términos
ideológicos es para normalizar el dolor que comete un país agresor con la
impunidad de las élites globales. La deshumanización es solo uno de esos rasgos
en los que la ola reaccionaria nos ha disputado el sentido común, transformando
la rabia en indiferencia. ¿Qué más puede pasar en Palestina para que esas
élites globales —hipócritas y serviles a Israel— reaccionen? En su lugar lo que
vemos es precisamente a una élites que se han echado al monte que son capaces,
como vimos en Madrid, de condecorar al Estado genocida de Israel ante el
estupor de gran parte de la sociedad, que como decía antes, solo le queda
llenar las calles y poco más.
En otras latitudes
vemos que la solidaridad va algo más allá. Es el caso de los trabajadores del
transporte en Bélgica, que a través de sus tres grandes sindicatos han
anunciado que bloquearán el envío de armamento a Israel, incluidas dos de las
federaciones sindicales más importantes del país: la socialista ABVV y la
social-católica ACV. También llaman a un alto el fuego inmediato como única
alternativa para pararle los pies a Israel. Gestos que en los tiempos que
corren son más valientes de lo que parecen.
Lo mismo ocurre con
los gobiernos progresistas latinoamericanos, que desde el principio han
mostrado su firmeza frente a la masacre que se está cometiendo. Lula, Petro o
Boric son algunos de ellos. De hecho ayer tanto Colombia como Bolivia y Chile
han anunciado que llaman a consultas a sus respectivos embajadores en Israel.
Otro gesto que podría parecer poca cosa pero que en realidad en el contexto que
atravesamos es una gota de valentía en un océano cobarde, como diría nuestro Miguel
Hernández.
Si de algo está
sirviendo esta guerra en términos ideológicos es para normalizar el dolor que
comete un país agresor con la impunidad de las élites globales. La
deshumanización es solo uno de esos rasgos en los que la ola reaccionaria nos
ha disputado el sentido común, transformando la rabia en indiferencia
Desde aquí en
España, las ministras Ione Belarra e Irene Montero han sido de las pocas voces
gubernamentales que se han atrevido a desafiar el poder del todopoderoso
Israel. Tanto que han sido acusadas de antisemitas y de defender posturas
“cercanas al ISIS” decía en un comunicado la propia embajadora de Israel en
nuestro país. Podemos ha sido el único partido de ámbito estatal que ha instado
desde España a condenar a Netanyahu por crímenes de guerra, algo por lo que
deberá rendir cuentas ante la Corte Penal de La Haya. Pero con eso no basta. Y
por eso también han pedido embargo de armas y romper relaciones diplomáticas y
comerciales con Israel. Porque al fin y al cabo, en un mundo donde lo que manda
es el negocio y el capital, todos sabemos que el mayor daño que uno puede
hacerle a Israel es precisamente desafiándole en esos términos. ¿Acaso a
alguien se le escapa a esta alturas quién se está forrando con el negocio de
las armas? Armas que Israel exporta de países como EEUU y Alemania. Dos de sus
grandes apoyos incondicionales.
Y mientras esto
ocurre, los bombardeos no cesan. Los palestinos viven encerrados en una cárcel
condenados a malvivir o a morir. Que desgraciada es la vida que les ha tocado.
Solo por nacer donde han nacido. Solo por querer resistir para sobrevivir. Solo
para defender su tierra y su vida.
Llenemos las
calles, gritemos, indignémonos, reclamemos justicia, que se respeten los
derechos humanos, que acabe la indiferencia de quienes nos gobiernan, y que
Palestina sea libre de una vez. No perdamos esa esperanza y ese horizonte,
porque si lo hacemos entonces de verdad estaremos perdidos.
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