MIGUEL TELLADO, DE CAMALEÓN A BULDOG
El
nuevo portavoz del PP en el Congreso ha encontrado su hábitat natural de bronca
y dentellada a la yugular en la capital del reino. En tierra de lobos hay que
aullar como todos, y él lo hace muy bien
XOSÉ MANUEL PEREIRO
Miguel
Tellado. / Luis Grañena
En el PP de Galicia siempre hubo una cierta tradición –con alguna que otra salvedad, todo el mundo comete errores– de que los portavoces, bien del partido, bien del grupo parlamentario, fuesen personas equipadas con un buen bagaje intelectual, unas considerables dotes de elocuencia y unas formas habitualmente elegantes. Desde el primero, Xosé Luís Barreiro, hasta el último, Pedro Puy, pasando por Víctor Manuel (el nombre ya lo dice todo) Vázquez Portomeñe. Quizá porque al disponer de mayorías absolutas no necesitaban echar mano de los malos modos. Hasta que llegó Feijóo.
El actual líder de
la oposición en España inauguró desde Galicia y para el mundo la campaña
electoral como blitzkrieg de la dignidad del rival y de la dignidad de la
política en general. Con todo, mantuvo al frente de sus diputados en el
Parlamento gallego a un Pedro Puy Fraga (sobrino de su antecesor, como su
apellido materno sugiere) dialogante y con sentido del humor. Era el propio
Alberto Núñez Feijóo el que se encargaba de los exabruptos. Si no alcanzaban
los mentideros del resto del Estado era por eso tan español de que la ropa
sucia se lava en casa y porque al llegar a Madrid siempre saludaba. Hasta que
llegó Miguel Tellado.
Antes de encontrar
en Feijóo a su azuzador ideal, Miguel Tellado Filgueira nació (1974) y creció
en Ferrol y estudió Ciencias Políticas en Santiago de Compostela. Era la
segunda o tercera promoción de la facultad, pero el ambiente estaba altamente
politizado, y Tellado merodeó por el Movemento Estudantil Universitario (MEU),
una escisión heterodoxa de la organización nacionalista mayoritaria, los CAF,
que tuvo un recorrido efímero y cuyo mayor logro fue el nombre (“meu”, además
del posesivo “mío”, es una expresión popular de significado similar a “bro”).
El Tellado
radiofónico era un entusiasta del entonces líder del BNG, Xosé Manuel Beiras
Acabada la carrera,
volvió a Ferrol y encontró trabajo al otro lado de la ría, en Fene, una
localidad residencia de buena parte de los trabajadores navales (allí nació
Yolanda Díaz) y cuyo ayuntamiento suele estar en manos nacionalistas. Lo estaba
cuando el joven Tellado empezó a trabajar en la Radio Municipal. Lejos de su
heterodoxia estudiantil, el Tellado radiofónico era un entusiasta del entonces
líder del BNG, Xosé Manuel Beiras, y un chaval afable con una lengua afilada.
Radio Fene emitió estos días precisamente una entrevista que le hizo Tellado a
Beiras en enero de 1998, cuando el portavoz nacionalista se desplazó a la zona,
en la que había embarrancado una plataforma petrolífera, el Discoverer
Enterprise, que se había soltado del muelle del astillero de Astano y había
roto el puente que unía Ferrol con Fene (y con el resto del continente).
Otra de las 480
grabaciones de Tellado que se conserva en los cerca de cien mil archivos de la
emisora es la retransmisión de la capilla ardiente de Torrente Ballester en el
ayuntamiento de Ferrol. “Fue una iniciativa suya. Yo no era muy partidario,
porque entonces había otra consideración sobre los ritos funerarios, pero él
dijo que había que ‘vender el fiambre’. Montó el estudio al lado del ataúd e
iba entrevistando a las personalidades que venían a despedir a don Gonzalo. Era
un tipo muy listo”, recuerda Henrique Sanfiz, el director de la emisora. El
locutor emprendedor empezó a colaborar en una publicación impresa, El Comarcal,
y ese fue su camino de Damasco. Entrevistó al candidato del PP a la alcaldía de
Ferrol, Juan Juncal, y este le ofreció ser su responsable de prensa, sin
preguntarle su ideología o sin que importase. Juncal ganó, o más bien ganaron
los dos. Estamos en 2003. Y cuando Juncal perdió la alcaldía, cuatro años
después, Tellado había hecho amistades que no le dejaron a la intemperie.
En cinco años pasó
de la fontanería informativa en diversas instituciones amigas a la política. En
2012 entró como diputado autonómico. Dos años después –creo que ya quedó dicho
que era muy listo– accedía al cargo de portavoz del partido. En menos de otros
dos, era su secretario general. Sería un ascenso tan meteórico como callado, si
no fuese porque el personaje, desde luego, puede ser meteórico, pero no
callado. Se puede explicar, como todo, por el contexto. 2016. Feijóo no sabía
si seguir queriendo hasta la locura a Galicia o putosalvar España, y hacía
falta alguien que pusiese a la oposición en el sitio que le correspondía sin
que el jefe necesitase mostrar el colmillo. Tellado, que además de muy listo y
muy corrosivo es fiel hasta extremos perrunos, era el hombre.
Sin embargo, causó
cierta extrañeza que Alberto Núñez Feijóo lo incluyese en su séquito cuando
cogió la maleta para irse a Madrid. En primer lugar, porque, además del rudo
fajador, Tellado también se llevaba al fino estilista, Puy, junto a su MAR
particular, Mar Sánchez Sierra, y dejó un tanto desasistido a su sucesor y a su
retaguardia gallega. ¿La intención era cubrir todos los frentes? ¿Tenerlos
mejor cerca que lejos? La verdad es que el único que parece haber encontrado su
hábitat natural de bronca y dentellada a la yugular en la capital del reino es
Miguel Tellado. En tierra de lobos hay que aullar como todos, y él lo hace muy
bien. Ahora, nombrado portavoz del PP en el Congreso, como dijo el clásico:
“Llega el dolor”.
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