HUELGA DE
SESOS CAÍDOS
POR DAVID
TORRES
Parece un chiste y puede que lo sea, pero Vox ha convocado una huelga general para el 24 de noviembre. La fecha está muy bien escogida, ya que diez u once días antes tendrá lugar la investidura de Pedro Sánchez y cuatro días antes el facherío en bloque celebra el aniversario de la muerte de Franco. Para entonces, España tal vez se haya roto del todo, así que la convocatoria de huelga indefinida tampoco va a notarse mucho. Además, los estrategas de Vox han elegido un viernes con el objeto de poder empalmar un fin de semana largo e irse a esquiar a cualquier sitio, excepto Baqueira Beret, que estará lleno de catalanes. Para remate, es Black Friday: una huelga de oferta convocada en pleno delirio consumista, así que los comerciantes estarán encantados.
No puede decirse que Santiago Abascal esté escatimando esfuerzos a la hora
de torpedear la conjunción de fuerzas políticas que llevará a una nueva
coalición de gobierno. Está trabajando como no se le ha visto jamás en la vida,
probablemente desde que salía por las calles con un megáfono emulando al
afilador y al tapicero, nobles oficios casi extinguidos que van a hundirse en
el olvido muy pronto si alguien no lo remedia, del mismo modo que se hunde la
España rancia de los borjamaris y
los cayetanos, la España de los patriotas de cartón-piedra.
El propio
Abascal se ha convertido en el afilador de la moto, el tapicero de urgencia de
una nación hecha de tópicos y caspa que se cae a cachos. Es lógico que, después
de tanto partirse el lomo por su país, necesite una huelga indefinida. Lo
extraño es que Abascal en particular y Vox en general parecían en huelga
indefinida desde su fundación, excepto a la hora de decir gilipolleces.
Thank you for watching
En su desesperado intento por evitar lo inevitable, los cerebros grises de
la oposición han utilizado todo el arsenal de medidas y tácticas de resistencia
callejera a su disposición, ya sean de la izquierda, de la derecha, de la
caverna, del fútbol, del búnker o de la línea Sigfrido. Hemos visto a neonazis
haciendo el saludo hitleriano a pecho descubierto. Hemos visto a niños bien
pidiendo respeto a la Constitución al tiempo que esgrimían una bandera
franquista. Hemos visto a un pobre cayetano lloriqueando por culpa de los gases
lacrimógenos mientras se quejaba de que habían ido contra él por “putodefender”
España, un neologismo que los académicos deberían incluir en la próxima edición
de la RAE y que define bastante bien la estupidez general. Hemos visto a borjamaris más pijos que Snoopy en una vespa
portando carteles con frases tomadas de Fidel Castro y de Emiliano Zapata. En
sus mejores momentos, las manifestaciones en Ferraz han mostrado al mundo una
fauna insólita: el cocodrilo de Lacoste y el caballito de Ralph Lauren llevando
a hombros al Che Gabana.
Hemos
visto también a una anciana que parecía sacada de una película de terror con
una bandera española atada a modo de capa y chillando como si le estuvieran
arrancando las muelas desde Barcelona. Esta última es una imagen que resume muy
bien la impotencia, la imbecilidad y la cólera de una gente más carca que los
rodapiés de las cuevas de Altamira, una gente que no admite otras ideas que las
suyas. Faltaba apropiarse únicamente del derecho a huelga y Abascal ha movido
ficha movilizando a un sindicato de chiste, Solidaridad, bautizado así en
recuerdo del sindicato polaco de Lech Walesa y en solidaridad con el impuesto a
las grandes fortunas. No importa que una huelga convocada por motivos políticos
sea ilegal porque la legalidad a esta peña le importa tres cojones. Por si fuera
poco, Abascal acaba de presentar una querella contra Pedro Sánchez en el
Tribunal Supremo en la que pide la suspensión cautelar del debate de
investidura. Hay días que estaba tuiteando a las siete de la mañana, joder, que
al final le van a hacer madrugar.
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